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De la cárcel al museo: internas crean arte con esperanza

De la cárcel al museo: internas crean arte con esperanza


Publicación:03-06-2025

TEMA: #Arte  

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La exposición titulada El trópico penitenciario. Pasiones y astucias de liberación, es producida por Tecciztli con la Secretaría de Igualdad e Inclusión

Mayra conoció el Museo MARCO cuando era niña y en la primaria organizaron una visita escolar. Se encontró con las imponentes esculturas hiperrealistas de Ron Mueck y las recuerda con tanto detalle, como si las hubiese visto ayer.

Ahora, la mujer de 23 años interna en el Centro de Reinserción Social es una de las participantes del proyecto de arte organizado por la asociación civil Tecciztli y expondrá en MARCO un mural y varias obras creadas colectivamente entre las internas.

Será a través de la exposición titulada El trópico penitenciario. Pasiones y astucias de liberación, producida por Tecciztli con el apoyo de la Secretaría de Igualdad e Inclusión del Gobierno del Estado de Nuevo León. Reúne pinturas, un mural colectivo, un video-performance y unas cabinas donde el público podrán enviar un mensaje a las internas.

Las pinturas, el mural y el proceso creativo que Tecciztli emprendió con las internas se ha difundido a través del libro Cielo concreto (UANL, 2024) y de exposiciones en distintos recintos.

"Con este proyecto, salimos sin necesidad de pisar la calle, anduvimos en muchas partes, nos conocieron sin necesidad de vernos", expresó con alegría Mayra, nombre ficticio para proteger la identidad de la interna.

La plataforma Tecciztli fue creada en el 2023 por el artista y escritor Pablo Hoyos, quien lleva trabajando más de 15 años generando espacios de creación artística a través de talleres en los centros penitenciarios tanto de México como del extranjero, y por Consuelo Bañuelos, activista y promotora de los derechos humanos con más de 20 años de trayectoria en la asociación Promoción de Paz.

Durante el 2024, Tecciztli emprendió una serie de sesiones de actividades artísticas para que las internas tuviesen un espacio de creación y expresión a través de la pintura y la danza contemporánea. Más que talleres, puntualiza Hoyos, estas sesiones fueron espacios de libertad para las participantes, que resulta significativo por el contexto en el que viven diariamente.

Lo describe como si fuera un "caballo de Troya" que interviene de manera situacional el encierro de la cárcel.

"Es como un trabajo por la existencia: no es el arte en sí, sino la posibilidad de tener un espacio con la posibilidad de hacer lo que se te dé la gana. El arte les da la posibilidad de reivindicarse más allá de cómo la cárcel coloniza sus vidas", comparte el artista.

Para implementar las actividades, Hoyos explica que se trata más de un acompañamiento, donde los maestros son guías de los participantes, un formato inspirado en el libro El maestro ignorante, del filósofo francés Jacques Rancière, en el que se propone un aprendizaje donde prevalece la igualdad intelectual, lejos de la dinámica maestro-alumno que resulta jerárquica.

LA EXPOSICIÓN

La muestra se divide en tres proyectos, el primero es Cielo concreto. Excarcelación mural, con una pintura de 25 por 1.5 metros en el que participaron 13 mujeres. Su idea fue plasmar un "cielito lindo" diferente al cielo gris al que se enfrentan todos los días no tanto por el paisaje, sino por cómo sienten que se ha convertido su existencia: al estar privadas de la libertad, ellas utilizan la pintura para materializar sus deseos y anhelos.

En una parte del mural, Ana (nombre ficticio) pintó a una mujer desnuda rompiendo con un cincel el cielo de concreto, la acompañan cuatro estrellas, la más grande es su mamá y las demás sus hijos. De estudiante ya había experimentado con la pintura, pero esta vez fue diferente.

"Sentí que volví a ser yo en el mural, volví a descubrirme, a saber que tengo habilidades, muchos dones que tal vez estaban dormidos", externó la mujer de 47 años.

"Porque allá en el exterior, desafortunadamente no te ocupas de ti y te olvidas de que tienes sentimientos; volví a reconectarme conmigo y la pintura me lo permitió".

Otra participante, Elsa (nombre ficticio), también pintó una mujer desnuda: está hincada, dice que es una forma de expresar su posición ante la vida en la que no domina o no controla su ser, pero sus manos están hacia arriba, conectándose con lo que expresan sus colegas. La desnudez, interpreta, es un reflejo de lo que se vive cuando llegan a prisión, pues no son dueñas de nada.

"Siempre estamos bajo una obediencia, bajo muchas reglas. La creación del mural fue, por primera vez, como una forma de desobedecer, al poder hacer lo que yo quiera y como quiera a través del arte. Eso te invita a decir: este es mi momento", reflexiona la mujer de 45 años.

Paloma negra. Soslayar la punición es el título del performance que las participantes crearon a partir de una observación muy puntual de su entorno: todos los días son visitadas por las palomas, pero ellas tienen la libertad de irse cuando quieran.

A partir de la figura de la paloma, las internas crearon el performance que podrá verse en video, en el que recurren a la danza contemporánea para reflexionar sobre la posibilidad de alzar un vuelo y el anhelo de libertad. El desarrollo de la obra fue a través de un laboratorio de danza contemporánea durante 10 semanas a cargo de Leslie González.

La tercera obra es El trópico penitenciario, un performance donde Hoyos y Bañuelos se visten de cárcel para representar la prisión de las mujeres y danzan con dos águilas y un halcón, tratando de imitar el movimiento de las aves.

En palabras de Elsa, el proyecto brinda esperanza en las internas.

"Este tipo de trabajos hacen que tú vayas quitándote esa doble, triple prisión, o no sé cuántas prisiones se replican cuando una llega aquí: la de no creo en mí, no soy, no puedo, no tengo. Esas prisiones van desapareciendo cuando llegan gente como ellos (Tecciztli) a confiar y a creer en ti como persona", concluyó.

 



« El Porvenir / César López »