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Meta congela fichajes en IA y reestructura su equipo

Publicación:22-08-2025
TEMA: #Meta
La estrategia previa de la compañía de Mark Zuckerberg era tan ambiciosa como arriesgada.
Meta vuelve a ocupar titulares, esta vez no por anunciar inversiones desorbitadas o fichajes rutilantes en el ámbito de la inteligencia artificial, sino por algo que parece justo lo contrario: una congelación repentina de contrataciones y la reestructuración de su equipo dedicado a la superinteligencia. El movimiento sorprende por el cambio de rumbo tan abrupto, después de meses en los que la compañía se había lanzado a una carrera desenfrenada para liderar el sector con fichajes estrella y presupuestos aparentemente sin límite.
La estrategia previa de la compañía de Mark Zuckerberg era tan ambiciosa como arriesgada. En las últimas semanas, Meta se había lanzado a una auténtica "guerra del talento" ofreciendo cifras astronómicas a especialistas en inteligencia artificial, con paquetes de compensación que llegaban a oscilar entre los 100 y los 1.500 millones de dólares. Un caso especialmente sonado fue el de Mira Murati, ex directora de tecnología de OpenAI, que habría rechazado una oferta de 1.000 millones de dólares. Estos movimientos reflejaban hasta qué punto Meta estaba dispuesta a gastar lo que hiciera falta para situarse en la vanguardia de la IA.
El giro llega con la decisión de congelar las nuevas contrataciones y los traslados internos en su equipo de superinteligencia, salvo autorización expresa de Alexandr Wang, el Chief AI Officer que dirige ahora esta división. Además, Meta ha reorganizado su estructura en cuatro ramas: el laboratorio TBD, orientado a la investigación experimental; la división de productos, centrada en la integración práctica de la IA; la infraestructura técnica, responsable de los sistemas que sostienen estos avances; y la investigación fundamental, destinada a explorar las bases científicas de la inteligencia artificial. En teoría, la medida busca optimizar recursos y dar más coherencia a un equipo que había crecido demasiado rápido.
Las consecuencias internas no se han hecho esperar. Trabajadores veteranos han mostrado su preocupación por una dinámica de fichajes masivos que, lejos de cohesionar al equipo, estaba generando tensiones culturales y desmoralización. Por fuera, inversores y analistas también miran con recelo el coste de esta estrategia: no solo por el desembolso económico, sino por el riesgo de diluir el rumbo de la compañía en una carrera tecnológica que parece impulsada más por la presión del mercado que por una planificación clara a largo plazo.
El movimiento recuerda inevitablemente a otro episodio de la historia reciente de Meta: el proyecto del Metaverso. En aquel caso, la compañía se volcó con entusiasmo en una idea futurista que consumió decenas de miles de millones de dólares y que hoy sigue sin demostrar un retorno claro. El paralelismo con la actual apuesta por la inteligencia artificial resulta evidente: inversiones gigantescas, anuncios espectaculares y, de repente, un frenazo que pone en duda la solidez de la estrategia.
Cabe preguntarse si esta decisión marca un cambio estructural, un ajuste táctico en plena expansión o simplemente un intento de ganar tiempo frente a las presiones internas y externas. Lo cierto es que, en un sector donde la velocidad marca la diferencia, un paso en falso puede traducirse en pérdida de liderazgo frente a competidores que avanzan con mayor consistencia.
Meta acumula un historial de giros bruscos y apuestas fallidas: del Metaverso que devoró recursos sin retorno claro, a proyectos que desaparecieron sin dejar huella. Ahora, con la inteligencia artificial, vuelve a jugar fuerte, pero la congelación de contrataciones revela las grietas de un modelo que confunde músculo financiero con visión estratégica. Y no puedo evitar recordar lo que ya nos preguntábamos hace unas semanas sobre las smartglasses: si la próxima gran apuesta de Mark Zuckerberg acabará matando también ese mercado.
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