Nacional Ciudad de México
Desde Ayotzinapa hasta Palestina; antimonumentos en CDMX

Publicación:19-08-2025
TEMA: #CDMX
El antropólogo Alfonso Díaz Tovar, especialista en memoria social, explica que estos símbolos buscan deconstruir los discursos oficiales.
CIUDAD DE MÉXICO, agosto 19 (EL UNIVERSAL).- La Ciudad de México, epicentro de manifestaciones sociales y políticas, ha sido escenario de múltiples expresiones colectivas que buscan visibilizar injusticias.
Entre ellas destacan los antimonumentos, estructuras levantadas sin aval oficial, pero con un fuerte peso simbólico. Su finalidad es clara: no dejar que las víctimas de tragedias o abusos de Estado caigan en el silencio.
El pasado 16 de agosto, en el marco de la marcha pacífica pro Palestina y el Encuentro Nacional de Solidaridad con Palestina y los Pueblos que Resisten contra el Sionismo, un grupo de activistas instaló un antimonumento frente al Museo de Memoria y Tolerancia y la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).
Con esta acción, se sumó un nuevo capítulo a la lista de memoriales ciudadanos que han surgido en la capital mexicana.
¿Qué es un antimonumento y por qué surgen?
A diferencia de los monumentos oficiales —creados por gobiernos para conmemorar héroes o eventos desde un discurso institucional—, los antimonumentos nacen desde la ciudadanía como respuesta a la impunidad y la falta de empatía del Estado.
El antropólogo Alfonso Díaz Tovar, especialista en memoria social, explica que estos símbolos buscan deconstruir los discursos oficiales mediante la apropiación del espacio público. Mientras los monumentos tradicionales aspiran a perdurar, los antimonumentos se caracterizan por su temporalidad y su carga contestataria.
De igual forma la Universidad Anáhuac los define como "un espacio de memoria que generan conciencia y mantienen viva la demanda de verdad y justicia". Así, cada estructura representa una herida social, pero también una resistencia colectiva frente al olvido.
Antimonumentos en la CDMX
La capital mexicana se ha convertido en un mapa vivo de antimonumentos. Desde Paseo de la Reforma hasta el Zócalo, cada instalación recuerda tragedias que marcaron al país. Estos son algunos de los más representativos:
Antimonumento a los 43: colocado en abril de 2015 sobre Paseo de la Reforma, recuerda la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa en 2014.
Guardería ABC: instalado en 2017 frente al IMSS en Reforma, conmemora a los 49 niños fallecidos en el incendio de Hermosillo, Sonora.
David y Miguel: ubicado frente a la Torre del Caballito desde 2018, recuerda a dos adolescentes desaparecidos en Guerrero.
Pasta de Conchos: memorial a los mineros que murieron en 2006, frente a la Bolsa Mexicana de Valores.
Antimonumenta: símbolo feminista frente al Palacio de Bellas Artes, colocado el 8 de marzo de 2019 por madres y colectivas contra los feminicidios.
2 de octubre: instalado en 2018 frente al Zócalo, conmemora la masacre estudiantil de 1968.
Antimonumento a migrantes: erigido en 2020 frente a la embajada de Estados Unidos en memoria de la masacre de San Fernando, Tamaulipas.
Halconazo: colocado en 2021 en avenida Juárez y Humboldt para recordar a los estudiantes asesinados en 1971.
Glorieta de las Mujeres que Luchan: en Reforma, surgió en 2021 cuando colectivos feministas resignificaron la glorieta donde se retiró la estatua de Colón.
Estos espacios no solo son recordatorios físicos, también se han vuelto puntos de encuentro para marchas, actos culturales y denuncias colectivas.
El antimonumento por Palestina y su vínculo con México
La instalación más reciente, dedicada a Palestina, se suma a este paisaje de memoria colectiva. Su ubicación frente al Museo de Memoria y Tolerancia no es casual: busca conectar la lucha internacional contra el apartheid y el genocidio con la historia mexicana de resistencia civil.
Para los activistas, el antimonumento simboliza solidaridad con un pueblo que sufre violencia estructural y, al mismo tiempo, refleja la capacidad de la sociedad mexicana de empatizar con causas globales.
De esta forma, los antimonumentos no solo narran tragedias nacionales, también articulan un discurso universal de justicia, resistencia y dignidad.
Entre ellas destacan los antimonumentos, estructuras levantadas sin aval oficial, pero con un fuerte peso simbólico. Su finalidad es clara: no dejar que las víctimas de tragedias o abusos de Estado caigan en el silencio.
El pasado 16 de agosto, en el marco de la marcha pacífica pro Palestina y el Encuentro Nacional de Solidaridad con Palestina y los Pueblos que Resisten contra el Sionismo, un grupo de activistas instaló un antimonumento frente al Museo de Memoria y Tolerancia y la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).
Con esta acción, se sumó un nuevo capítulo a la lista de memoriales ciudadanos que han surgido en la capital mexicana.
¿Qué es un antimonumento y por qué surgen?
A diferencia de los monumentos oficiales —creados por gobiernos para conmemorar héroes o eventos desde un discurso institucional—, los antimonumentos nacen desde la ciudadanía como respuesta a la impunidad y la falta de empatía del Estado.
El antropólogo Alfonso Díaz Tovar, especialista en memoria social, explica que estos símbolos buscan deconstruir los discursos oficiales mediante la apropiación del espacio público. Mientras los monumentos tradicionales aspiran a perdurar, los antimonumentos se caracterizan por su temporalidad y su carga contestataria.
De igual forma la Universidad Anáhuac los define como "un espacio de memoria que generan conciencia y mantienen viva la demanda de verdad y justicia". Así, cada estructura representa una herida social, pero también una resistencia colectiva frente al olvido.
Antimonumentos en la CDMX
La capital mexicana se ha convertido en un mapa vivo de antimonumentos. Desde Paseo de la Reforma hasta el Zócalo, cada instalación recuerda tragedias que marcaron al país. Estos son algunos de los más representativos:
Antimonumento a los 43: colocado en abril de 2015 sobre Paseo de la Reforma, recuerda la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa en 2014.
Guardería ABC: instalado en 2017 frente al IMSS en Reforma, conmemora a los 49 niños fallecidos en el incendio de Hermosillo, Sonora.
David y Miguel: ubicado frente a la Torre del Caballito desde 2018, recuerda a dos adolescentes desaparecidos en Guerrero.
Pasta de Conchos: memorial a los mineros que murieron en 2006, frente a la Bolsa Mexicana de Valores.
Antimonumenta: símbolo feminista frente al Palacio de Bellas Artes, colocado el 8 de marzo de 2019 por madres y colectivas contra los feminicidios.
2 de octubre: instalado en 2018 frente al Zócalo, conmemora la masacre estudiantil de 1968.
Antimonumento a migrantes: erigido en 2020 frente a la embajada de Estados Unidos en memoria de la masacre de San Fernando, Tamaulipas.
Halconazo: colocado en 2021 en avenida Juárez y Humboldt para recordar a los estudiantes asesinados en 1971.
Glorieta de las Mujeres que Luchan: en Reforma, surgió en 2021 cuando colectivos feministas resignificaron la glorieta donde se retiró la estatua de Colón.
Estos espacios no solo son recordatorios físicos, también se han vuelto puntos de encuentro para marchas, actos culturales y denuncias colectivas.
El antimonumento por Palestina y su vínculo con México
La instalación más reciente, dedicada a Palestina, se suma a este paisaje de memoria colectiva. Su ubicación frente al Museo de Memoria y Tolerancia no es casual: busca conectar la lucha internacional contra el apartheid y el genocidio con la historia mexicana de resistencia civil.
Para los activistas, el antimonumento simboliza solidaridad con un pueblo que sufre violencia estructural y, al mismo tiempo, refleja la capacidad de la sociedad mexicana de empatizar con causas globales.
De esta forma, los antimonumentos no solo narran tragedias nacionales, también articulan un discurso universal de justicia, resistencia y dignidad.
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