Opinión Editorial
En memoria de Elías Orozco Salazar
Publicación:18-06-2024
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Pronto rendiremos el homenaje póstumo que merece nuestro camarada Elías Orozco Salazar ¡Hasta la victoria siempre!
Larga vida al camarada Elías Orozco Salazar! por su combativa lucha socialista y revolucionaria para transformar al pueblo mexicano y por su vida azarosa como líder estudiantil, guerrillero y preso político, la cual escribió en su "Diario de prisión de un guerrillero urbano" -en el Penal de Topo Chico- y que continuó como luchador social de izquierda, dirigente fundador del Partido del Trabajo, diputado local del PT en Tamaulipas, extensionista rural y comandante de cooperativistas. He aquí su propio relato histórico:
"En 1968 tuve relación con la problemática de la guerrilla. Por esos días estudiaba en la Escuela Superior de Agricultura, recién fundada en Ciudad Mante. Era de los contados casos de estudiantes que habían llegado de fuera, pues mi origen es Río Bravo, donde viven mis padres y mis trece hermanos.
Mis padres me inculcaban que debía estudiar para no ser un agricultor pobre, como ellos. Me enviaron a terminar la Primaria a una escuela urbana de Río Bravo, la Secundaria a Reynosa, la Preparatoria al Ateneo Fuente de Saltillo, Coahuila, hasta donde pudieron darme educación. Era un estudiante peregrino sin dinero y a puro valor marino pretendía superarme.
Desde entonces empecé a hacerme a la idea de que para estudiar una profesión tendría que trabajar para sostenerme. Así anduve recorriendo varias universidades, entre ellas la de Nuevo León, la UNAM, la de Coahuila y la de Tampico. Fui rechazado por falta de cupo o porque era foráneo.
Ya después padecí una gastritis espantosa por las malpasadas. Bien dicen que "el hambre es canija, pero más el que la aguanta", en mi caso me trajo la gastritis y cierta audacia: procuraba visitar amigos a la hora de la comida. Cuando llegué a Cd. Mante frecuentaba al compañero preparatoriano, con quien logré una entrañable camaradería de lucha: el Ingeniero Agrónomo Anselmo Herrera Chávez, caído en el combate del 17 de septiembre de 1973.
La historia de la Escuela de Agronomía fue de lucha contra el gobierno estatal que se negaba a reconocerla. Por el temor de perder la oportunidad de estudiar una profesión, entré decididamente a realizar mítines de protesta y recuerdo al maestro de la clase de Química Agrícola, a pesar de su antipatía hacia los "comunistas", me ayudó bastante al conseguirme varios empleos.
Esta situación me llevó al conocimiento de las causas que originaban la lucha estudiantil del país, además de otros problemas esenciales por los que luchaban campesinos y obreros, así como a unirme a la lucha por la autonomía universitaria y a la huelga nacional de estudiantes de Agricultura en 1965.
Es este ambiente tuve influencia de ideas democráticas y socialistas del ´Movimiento Espartaquista Revolucionario´ (MER), con sede en Monterrey. En esta organización milité año y medio porque se disolvió en 1967, al surgir una pugna por la lucha democrática y por la lucha armada. Esta última bajo la influencia del triunfo de la Revolución Cubana y por la dura represión del Gobierno Mexicano contra estudiantes y campesinos.
Los preparativos para formar un ´foco guerrillero´ en la sierra de Durango iniciaron en 1968. De mi parte, lo que me quitó los titubeos por esta forma de lucha, fueron los hechos sangrientos del 2 de octubre de 1968. Al otro día de tan sangrienta masacre me sumergí en la lucha clandestina.
En 1968 el ambiente de Guerra Sucia (persecución policíaca y represión armada), además de la disolución del MER, me llevaron a un estado de ánimo de frustración muy tenso y angustioso. Y aunque no tenía clara conciencia teórico-política, no deseaba dejar solos a mis camaradas activos. Preferí no quedarme cruzado de brazos, yo no quería quedarme fuera de la historia.
En 1970 terminé mis estudios de Ingeniero Agrónomo y ejercí casi por diez meses. Renuncié al trabajo por los días en que se sucedieron los hechos sangrientos del 10 de junio de 1971 y me incorporé en la Liga Comunista 23 de Septiembre de tiempo completo a la guerrilla urbana en Monterrey.
Tras el operativo con el fin de liberar presos políticos (secuestro de Eugenio Garza Sada), me llevaron al Penal de Topo Chico en octubre de 1973, una semana después de haber sido detenido. Cuando me aventaron a la crujía, todo destartalado por la tortura de la Policía Judicial, recobré la esperanza de vivir porque siempre pensé que me iban a matar. Sin embargo, no dudaba sobre mi pensamiento revolucionario: mi moral era alta y optimista".
Pronto rendiremos el homenaje póstumo que merece nuestro camarada Elías Orozco Salazar ¡Hasta la victoria siempre!
« Lupita Rodríguez Martínez »