Opinión Editorial
Vigilia de semana santa
Publicación:19-04-2025
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Despertando en la quietud de la madrugada durante Semana Santa, en un estado intermedio entre el sueño y la realidad
Era Semana Santa. No lo supe por el reloj ni por el calendario, sino por una certeza que me habitaba el pecho. Un tiempo que no exige movimiento, sino pausa. Un tiempo que no pide palabras, sino presencia. Cerré los ojos, pero no dormí. O tal vez sí. No puedo asegurarlo. El cuerpo quedó inmóvil en la cama, pero el alma se deslizó hacia otro lugar.
Allí estaba ella. Mi madre. No como el recuerdo en las fotografías, sino como aparece en los sueños: ligera, pero real; en silencio, pero presente. Me miró como si supiera que venía de lejos. Como si supiera que, en un segundo de sueño, se pueden vivir muchas noches. Como si conociera los misterios de ese tiempo que no avanza en línea recta, sino en espirales.
Y me habló sin mover los labios: "Este es el tiempo en que todo se transforma", me dijo desde el humo de una vela encendida. "La semana donde se muere, sí, pero también se renace." La vi moverse por una cocina sin paredes. Preparando nopalitos, hojas de palma y capirotada. Ponía una mesa invisible, para siete personas: Mis hermanos y mi padre. "Los apóstoles en su última cena".
Todo ocurría en silencio y, sin embargo, yo lo escuchaba todo. "No te apresures, hijo", decía su voz, que venía desde dentro de mí. "La vida no se trata de ganarle al tiempo, no corras detrás de él, ni lo dejes atrás. Camina con él. El verdadero tiempo es el que se vive con el alma".
Quería quedarme ahí. En ese espacio donde el tiempo no pasa, donde la muerte no es una despedida, donde mi madre está viva, sin estar viva. Pero la luz empezó a filtrarse por la ventana. Primero tenue, luego más clara. Con ella, todo comenzó a desvanecerse. La cocina se volvió sombra, las velas se apagaron sin viento, y ella... ella se volvió brisa.
Desperté sin saber si estaba regresando o apenas comenzando. Con la claridad vinieron las dudas: ¿Fue un sueño? ¿Fue un recuerdo? ¿O fue un regalo de esta semana santa? Porque allá, en ese lugar entre el sueño y la vigilia, la teoría de la relatividad no era un concepto, era una vivencia. Un segundo fue una eternidad. Una mirada de mi madre contuvo toda mi historia.
Me levante. Ya estaba la luz. Y en esa claridad, lo dudé todo: ¿Si estoy despierto?, ¿El tiempo es real?, ¿La muerte tiene la última palabra? Porque si este es el tiempo de la resurrección, entonces también es el tiempo de volver a verla, de volver a escucharla, aunque sea solo en sueños. En mi vigilia de semana santa.
« José Luis Galván Hernández »
