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Opinión Editorial


Lo inmediato desechable


Publicación:02-09-2025
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El discurso de urgencia y peligro se utiliza para suprimir la reflexión y el debate, imponiendo decisiones inmediatas.

"No piensen, no politicen, olviden las verdaderas causas de su pobreza, sólo actúa, contribuye con dinero, para que no tengas que pensar". 

Slavoj Zizek

La urgencia y el peligro: dos formas para buscar suprimir la reflexión y el debate en diferentes escenarios, buscando imponer cualquier cosa, poco importa de qué se trate, el modus operandi es el mismo, basta con hacer creer que aquello que se propone vendrá a cubrir una necesidad vital impostergable; "no hay tiempo que perder", "esto era para ayer" —se plantea. Por lo tanto, el primer movimiento consiste en desestabilizar, afectando, de alguna manera, la noción de seguridad (física, económica, patrimonial, laboral...) en ese sentido, es una forma de violencia velada, regularmente se acompaña de frases como "Esto viene de más arriba", "El jefe (coloque aquí cualquier cargo, desde director, rector, pasando por alcaldes, gobernadores, presidentes...) "quiere que salga lo antes posible", con la amenaza indirecta de "Y sino lo haces, entonces podrá suceder...", y, en segundo momento, la redención: la solución que traerá la paz y estabilidad tan necesarias, el que gracias a ello se llegará "a buen puerto". Todos lo que se dice, las narrativas entorno a dichas estrategia y medidas urgentes, son lo que importa, más que lo que se dice, el contenido, el lugar desde donde se enuncian, al estilo de lo planteado por Jacques Lacan en su teorización sobre los cuatro discursos –que en realidad son cinco—, que funciona como una forma de relación, de lazo social, que, en este caso, busca limitar, cuando no desaparecer, la reflexión y el debate. 

Tal parece que con el pasaje de siglo XX al XXI, se pensó que un signo de desarrollo y superación del pasado ideológico (capitalismo, socialismo, catolicismo...) sería suprimir finalmente "el rollo mareador" de la teoría en pro de una lógica más pragmática, "lo que se puede medir", "lo que sí funciona", justificando con ello cualquier tipo de medida, estrategia y modificación educativa y laboral. Que sean las empresas, los futuros empleadores, quienes nos digan a nosotros, la escuela, qué perfil de alumnos desean para sus futuros puestos de trabajo. ¿O qué, acaso no es eso lo que quiere todo egresado, trabajar? Sólo que al concebir de esa manera a la educación, como si se tratara de un objeto en producción en serie, no se está tocando "ni con el pétalo de una rosa", ninguna disposición ideológica, política y económica subyacente a tales principios; y ya hemos visto, a largo y ancho del mundo, los efectos de pensar que las aplicaciones de la ciencia y tecnología, de la economía, la educación y de las políticas públicas están desprovistas de bases ideológicas y principios de poder: se ejerce un poder mucho más absoluto en pro de la "paz", el "amor" y la "ciencia".

El discurso de la urgencia y el peligro ha fascinado en diversos ámbitos, sobre todo en aquellos que no desean ni están acostumbrados a reflexionar ni a debatir, esos espacios de líderes autoritarios disfrazados de demócratas, de candidatos de unidad, CEO y directivos de "así se van a hacer las cosas y punto, la decisión ya está tomada" de fondo, pero sonrientes y abiertos en las formas. 

A manera de conclusión. En Psicología de las masas y análisis del yo, Sigmund Freud mostró cómo los humanos gustan de un líder que encarne un ideal que otorgue cohesión al grupo, que haga creer, de pasada, que todo va a estar bien, que él o ella se van a encargar de todo.  En ese sentido, lo urgente e inmediato, daría el halo necesario de poder y autoridad para que el líder de proyecto, que puede ser desde un directivo de empresa o escuela, hasta un servidor público de cualquier nivel, desarrolle, proponga e imponga cualquier medida, estrategia y política pública, pues está buscando el "bien", "proteger" y "servir" —¡que además tiene todos los likes! — al ciudadano, empleado, alumno, cliente, según corresponda. 




« Camilo E. Ramírez Garza »