Opinión Editorial
Relación tensa
Publicación:16-08-2025
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Tras bambalinas, la relación bilateral transcurre entre gestos simbólicos y decisiones concretas
La relación de México con Estados Unidos se encuentra en un inédito escenario cargado de tensiones. La frontera norte vive un nivel de militarización sin precedentes, con tropas, drones y patrullajes intensificados, con el objetivo de contener la migración y frenar el crimen organizado. Este despliegue, más allá de su impacto operativo, tiene un mensaje claro: presión silenciosa sobre la política mexicana y sus decisiones internas.
En paralelo, la economía mexicana enfrenta otro preocupante frente: los aranceles que Estados Unidos ha insinuado imponer sobre productos clave, como respuesta a la percepción de falta de cooperación en seguridad y control de narcotráfico. Los expertos advierten que estos aranceles podrían afectar sectores estratégicos y generar un efecto dominó en inflación y empleo. La disminución de remesas, otro factor ligado a la migración y la economía de la frontera, añade una presión adicional sobre millones de familias mexicanas dependientes de estos ingresos.
Tras bambalinas, la relación bilateral transcurre entre gestos simbólicos y decisiones concretas. El envío de 26 narcos a Estados Unidos, aunque legalmente justificado, ha sido interpretado como un acto de tensión y un recordatorio de la estricta presión estadounidense sobre México. Sin embargo, el gobierno mexicano busca actuar con autonomía, evitando el sometimiento y defendiendo la soberanía nacional. El impredecible cambio de humores de Trump y sus abruptas decisiones, pueden alterar la relación de un día para otro, generando incertidumbre sobre el futuro de acuerdos comerciales, política migratoria y operaciones conjuntas de seguridad. Esta volatilidad obliga a México a maniobrar con cautela, priorizando la estabilidad interna y la protección de su economía, mientras se negocia manteniendo el equilibrio sobre una delgado cable. La industria automotriz observa con cautela la renegociación del T-MEC. Reglas de origen, salarios mínimos y cuotas de exportación son piezas de un delicado tablero. México necesita cumplir acuerdos, pero también proteger su capacidad productiva y los empleos que dependen de ella. Un tropiezo podría frenar la inversión y generar incertidumbre en un sector estratégico para a economía nacional. En materia de comercio, los aranceles deben convertirse en instrumentos previsibles. Solo con reglas claras y pactadas se puede aspirar a una relación duradera, estable y madura entre ambos países. La certidumbre protege a productores, consumidores e inversionistas y refuerza la autonomía mexicana frente a presiones externas. Estados Unidos en su Travel Advisory para México, recién incorporó el riesgo de "terrorismo", además de delincuencia y secuestros para no viajar a 30 entidades del país.
Resulta imperiosa la visita de Marco Rubio para generar acuerdos en torno a seguridad, comercio, turismo, política fronteriza e implementación de aranceles. Esta visita podría aminorar la tensión imperante, creando un más estable escenario de coordinación y equilibrio, sin cuestionar nuestra soberanía, garantizando que los ciudadanos no paguen los platos rotos por tensiones externas. Preocupa la posibilidad de que Estados Unidos decida capturar determinados narcos en territorio nacional o enviar drones -antier sobrevoló un dron-, sin acuerdo previo de colaboración con el gobierno de México.
Frontera militarizada, aranceles, disminución de remesas e influencia de un impredecible Trump, dibujan un escenario complejo. La última de Trump: "México hace lo que nosotros le decimos que haga". Sheinbaum tendrá que hacer malabares entre diplomacia y firmeza frente a Trump.
« José Rubinstein »
