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Irán presiona, detendrán a quienes no usen velo

Publicación:17-11-2025
TEMA: #Internacional
La ley del hiyab tiene sus raíces en la Revolución Islámica de 1979
ROMA, Italia.- La nueva represión contra el hiyab en Irán
supone un duro golpe, justo cuando, por primera vez en la historia del país, una mujer, Paniz Faryousefi, dirige una orquesta con el cabello cubierto. El jefe del Poder Judicial, Gholamhossein Ejei, ha ordenado la detención inmediata de cualquier persona que "promueva la eliminación del velo", acusando a grupos "organizados y vinculados al extranjero" de intentar difundir "anomalías sociales" mediante la "propaganda de la desnudez".
Esta directiva marca un abrupto retorno a la línea dura tras meses de incertidumbre en torno a una ley que aumentaba las penas para las mujeres sin velo, suspendida en diciembre y que desde entonces ha sido el centro de enfrentamientos institucionales, divisiones religiosas y protestas.
Este es también el contexto de la noticia, filtrada este viernes por la organización de derechos humanos Hengaw, sobre la desaparición de Hanieh Shariati Roudposhti, una joven atleta de taekwondo, vista por última vez entrenando sin hiyab en Teherán. Las autoridades no se han pronunciado, pero el caso aviva los temores y el simbolismo en un país donde desafiar el velo se ha convertido en parte de la vida cotidiana de muchas mujeres.
La ley del hiyab tiene sus raíces en la Revolución Islámica de 1979, pero fue con las protestas de 2022, que estallaron tras la muerte de Mahsa Jina Amini, que su destino se convirtió en un campo de batalla político y social. Desde entonces, el Parlamento ha impulsado penas más severas, que, según filtraciones de marzo, podrían haber alcanzado hasta diez años de prisión y fuertes multas para quienes inciten a la "desnudez" o la "indecencia". Esta ley ha dividido al país y el gobierno ha optado por congelarla, temiendo nuevas manifestaciones de disidencia.
El presidente Masoud Pezeshkian también se opuso a ella, habiendo expresado ya sus reservas en diciembre y, en febrero, declarando que no aplicaría una ley "que crea problemas para la población". Muchos interpretaron estas palabras como un paso hacia el reconocimiento de la imposibilidad de seguir imponiendo el uso obligatorio del hiyab en una sociedad transformada por décadas de activismo feminista.
A pesar de ello, numerosas ONG, incluido el Centro para los Derechos Humanos en Irán, advirtieron que la ley que obligaba al uso del hiyab no había sido derogada, sino que simplemente se aplicaba de forma intermitente, y que la represión en Teherán se había transformado, por ejemplo, penalizando a los establecimientos que permitían la entrada de mujeres sin cubrirse el cabello.
Recientemente, la policía reprimió manifestaciones a favor del hiyab que exigían la reimposición de la ley suspendida, mientras que el poder judicial hablaba de "infiltración" y "guerras culturales".
Con la nueva directiva contra quienes "propagan la desnudez", parece que se está retrocediendo. En medio de esta nueva ola de represión, la desaparición de la atleta Hanieh Shariati Roudposhti sigue siendo un misterio: sin explicación, sin novedades. Solo un silencio que, en Irán, nunca presagia nada bueno.
Esta directiva marca un abrupto retorno a la línea dura tras meses de incertidumbre en torno a una ley que aumentaba las penas para las mujeres sin velo, suspendida en diciembre y que desde entonces ha sido el centro de enfrentamientos institucionales, divisiones religiosas y protestas.
Este es también el contexto de la noticia, filtrada este viernes por la organización de derechos humanos Hengaw, sobre la desaparición de Hanieh Shariati Roudposhti, una joven atleta de taekwondo, vista por última vez entrenando sin hiyab en Teherán. Las autoridades no se han pronunciado, pero el caso aviva los temores y el simbolismo en un país donde desafiar el velo se ha convertido en parte de la vida cotidiana de muchas mujeres.
La ley del hiyab tiene sus raíces en la Revolución Islámica de 1979, pero fue con las protestas de 2022, que estallaron tras la muerte de Mahsa Jina Amini, que su destino se convirtió en un campo de batalla político y social. Desde entonces, el Parlamento ha impulsado penas más severas, que, según filtraciones de marzo, podrían haber alcanzado hasta diez años de prisión y fuertes multas para quienes inciten a la "desnudez" o la "indecencia". Esta ley ha dividido al país y el gobierno ha optado por congelarla, temiendo nuevas manifestaciones de disidencia.
El presidente Masoud Pezeshkian también se opuso a ella, habiendo expresado ya sus reservas en diciembre y, en febrero, declarando que no aplicaría una ley "que crea problemas para la población". Muchos interpretaron estas palabras como un paso hacia el reconocimiento de la imposibilidad de seguir imponiendo el uso obligatorio del hiyab en una sociedad transformada por décadas de activismo feminista.
A pesar de ello, numerosas ONG, incluido el Centro para los Derechos Humanos en Irán, advirtieron que la ley que obligaba al uso del hiyab no había sido derogada, sino que simplemente se aplicaba de forma intermitente, y que la represión en Teherán se había transformado, por ejemplo, penalizando a los establecimientos que permitían la entrada de mujeres sin cubrirse el cabello.
Recientemente, la policía reprimió manifestaciones a favor del hiyab que exigían la reimposición de la ley suspendida, mientras que el poder judicial hablaba de "infiltración" y "guerras culturales".
Con la nueva directiva contra quienes "propagan la desnudez", parece que se está retrocediendo. En medio de esta nueva ola de represión, la desaparición de la atleta Hanieh Shariati Roudposhti sigue siendo un misterio: sin explicación, sin novedades. Solo un silencio que, en Irán, nunca presagia nada bueno.
« El Universal »
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