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Opinión Editorial


Otra vez


Publicación:21-08-2024
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Es tiempo de poner en práctica una solución que ha demostrado ya rendir frutos: involucrar a todos

"La sabiduría es hija de la experiencia"

Leonardo Da Vinci

Resulta claro que uno de los mayores problemas de nuestra metrópoli es la movilidad y dentro de ella de manera especial, el transporte masivo de pasajeros.

A pesar de los enormes esfuerzos que nuestras autoridades pregonan a los cuatro vientos haber realizado sobre la materia, lo cierto es que los resultados no se observan y que, por el contrario, las filas de usuarios en espera de unidades cada día se aprecian más largas.

Es evidente que el modelo de pago por kilómetro recorrido no está funcionando por vaya usted a saber qué razones y si la culpa es de los concesionarios o el gobierno, lo cierto es que cada vez hay menos camiones en las calles.

No es un asunto menor, se trata de un grave problema social que nos afecta a todos, por lo que en su solución deberíamos involucrarnos.

Resulta criminal que cualquier persona deba esperar por una o dos horas haciendo fila a poder subir a un camión y que además deba chutarse el tiempo del recorrido; eso sin contar si debe hacer transbordo a otra unidad y que deba repetir el martirio de regreso horas después. Vivimos en una ciudad de clima extremo, donde hace un calor de horno o un frío de congelador, además de los días de lluvia.

Lo anterior abona a la crispación social, a la baja productividad en las empresas, a retardos y faltas de trabajo, a violencia intrafamiliar, a falta de atención en las clases y a mil detalles más. También al fallar el transporte se ha incrementado dramáticamente el parque vehicular y circulan miles de vehículos que no están em buenas condiciones, haciendo crecer la contaminación ambiental; eso sin contar que al reducir calles y avenidas y crear cuellos de botella por la realización de obras, se provocan accidentes. Los pleitos entre conductores, cada vez más frecuentes, no son una casualidad.

Es tiempo de poner en práctica una solución que ha demostrado ya rendir frutos: involucrar a todos.

En el peor momento de la crisis de seguridad del sexenio de Rodrigo Medina, los empresarios de Nuevo León, encabezados por Lorenzo Zambrano, sentaron a la mesa a diversos actores para buscar una solución al problema, trajeron profesionales, buscaron asesoría, se apoyaron en la Academia y así nació Fuerza Civil.

¿Por qué no pensar en hacer algo similar? A los empresarios les resultará de beneficio pues apoyarán a sus trabajadores quienes elevarán la productividad al poder descansar mejor y pasar más tiempo en familia; lo mismo sucederá con los estudiantes y las amas de casa que tienen la necesidad de utilizar el transporte público. Finalmente, al Gobierno le será útil pues se quitará de encima una enorme loza que viene cargando y que no puede resolver.

Una solución consensuada, que atienda a criterios de realidad y fines prácticos, que se olvide de política y cotos de poder, le vendrá bien incluso a los transportistas que hoy por hoy no están conformes con lo que reciben y causará el beneplácito de la población si se convierte en un sistema eficiente, cómodo y seguro.

Ya lo hicimos una vez, ¿por qué no hacerlo otra?





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