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El esmero de la verdad

Publicación:14-09-2025
TEMA: #Agora
Una historia singular
Olga de León G.
Muy pocas personas saben de la existencia del hermoso paraje, a donde de cuando en cuando acudían la hormiguita colorada y su gran amigo, el elefantito azul. Era el refugio para hablar de sus cosas más íntimas y personales, de los puntos de vista que defenderían en las Asambleas y de los conflictos de sus comunidades que deberían ayudar a resolver.
Por lo regular, salía cada cual de su respectiva casa y se encontraban en el camino, en un punto distinto siempre; según la hora en que hubiesen salido con dirección a ese bello paraje, donde se tomaban un respiro para descansar y ponerse de acuerdo en sus puntos a defender. El oasis estaba en medio del bosque y entre enormes árboles y junto a un lago. Quedaba a poco menos de la mitad del lugar donde sería la Asamblea.
En esta ocasión, su encuentro fue total y absolutamente aleatorio. No se habían visto en mucho tiempo y ninguno de los dos había tenido la oportunidad de buscar el espacio en sus respectivas rutinas, para comunicarse antes y decidir en dónde se verían. Siendo como eran amigos incondicionales, desde varios años atrás, esa coincidencia en su encuentro fortuito los llenó de alegría.
El elefantito se detuvo en cuanto vio ese puntito rojo que se desplazaba a toda prisa (desde la perspectiva del mundo mayúsculo de los elefantes), pues supuso, con toda certeza, que se trataba de su amiga, la hormiguita colorada.
"¡Hola elefantito!", primero dijo la hormiguita, levantando todo lo que pudo su pequeña testa, en cuanto sintió la sombra que la había alcanzado.
"¡Hola amiguita!", respondió el elefantito azul. "Hoy, por poco me ganas en puntualidad para llegar a la Asamblea".
La hormiguita sonrió ruborizándose. Sabía bien, que nunca habría podido llegar antes que su amigo.
Este bajó su trompa, soltándola en la tierra, e invitó a su amiga a que subiera hasta una de sus orejas... Al tiempo que le decía: "Falta muy poco para llegar al lago y creo que tendremos oportunidad de charlar unos minutos, para ponernos al corriente de noticias". Una vez que tuvieron a la vista el lago, se detuvieron frente a él, y el elefantito azul bajó nuevamente la trompa para que la hormiguita descendiera por ella a nivel de tierra.
Pero ni ella ni el elefantito nada tuvieron mucho qué decirse: sus amorosas miradas y el rictus junto a su boca, hablaron por sí si solos. Estaban felices de haberse encontrado.
"Bien, elefantito, ¿qué piensas de los drones?"
"Pues que es verdaderamente una salvajada a lo que los han llevado a ser y hacer. Actualmente, son el arma moderna de las guerras y, además, ya no tenemos privacidad, los usan para conocer todo acerca de la vida, trabajo, actividades y no sé cuánto más de las familias, en especial de algunos hombres y mujeres en los que se interesan, ya sea por sus oficios profesionales o por la fuerza que pueden representar dentro de sus grupos o comunidades".
"Estoy de acuerdo contigo, amigo mío. Ya no espían por teléfono o con autos y hombres apostados cerca de nuestra vivienda; eso quedó obsoleto. En síntesis, estamos inmersos en una guerra que no provocamos ni queremos enfrentar contra nuestros amigos; pero así es".
"La población de adultos mayores va en aumento, estrepitosamente, cuando escucho hablar de enfermedades graves que antes eran desconocidas, mis patitas empiezan a temblar y mi cerebro se acelera, igual que el corazón... Y, así las cosas, pues qué podemos esperar del futuro, Elefantito, un futuro que, si bien ya casi está aquí, no sabemos si lo viviremos, si lo podremos ver... Y, pues qué quieres, pienso en el momento que mis padres se vean afectados, o nosotros mismos, los hijos mayores.
"La gente adulta que piense como nosotros, Hormiguita, en el peligro de enamorarnos ciega y unilateralmente de la Modernidad y las trampas del progreso vano y superfluo, tenemos la obligación moral de buscar hacer aliados y construir para la salvaguarda de la vida, la salud física y mental, tanto como la moral o ética, y preservar y desarrollar aún más el conocimiento, la ciencia y las artes".
"Si, mi fiel amigo. Démonos prisa, o el mundo se acaba, se nos va de las manos: las luchas entre hermanos, la obsesión de ser mejores que los otros... no conduce a nada bueno: no suma, antes bien, resta".
"Creo que hoy mismo tenemos que proponer reunirnos más seguido. Y formar comisiones por sectores que trabajen positivamente sobre el bien común. Y, hacer hincapié en que nadie es mejor que el otro, mientras en uno de ellos o en los dos, prive la envidia, los celos, la ambición desmedida, la ambición por el poder".
En eso estaban los dos buenos amigos, antes de marchar hacia la Asamblea General; mientras yo, que los escuchaba de forma imperceptible, gracias a un dron especial que cubría mis huellas, pensaba, sin que la voz saliera de mi boca: "¿Será esto posible, las guerras terminarán, el malo se volverá bueno? ¿Nadie envidiará o recelará de los logros del otro, ni de su propio hermano?"
El despertador junto a la cabecera de mi cama sonó. Tardé medio minuto en despabilarme y esbocé una amplia sonrisa: había sido solo un mal sueño. Pero, me levanté y me asomé por la ventana... Vi uno de esos drones que había visto en películas de guerra, encima de los árboles de nuestro patio.
La orquídea malograda
Carlos A. Ponzio de León
Pedro murió crucificado, boca abajo. Andrés murió crucificado en una cruz en forma de X. Juan murió de causas naturales en una isla. Santiago el mayor murió decapitado. Felipe fue empalado en Etiopía. Bartolomé fue decapitado en Armenia. Mateo murió por herida de espada en Etiopía. Tomás fue decapitado en India. Simón el Zelote fue decapitado en Persia. Judas Tadeo fue decapitado en Beirut. Matías fue golpeado hasta la muerte en Jerusalén. Margarita de Antioquía fue decapitada en Roma. Benito de Nursia murió de causas naturales en Monte Cassino. Catalina de Siena murió de causas naturales en Roma. Francisco de Asís murió de causas naturales en Asís. Teresa de Ávila murió de causas naturales en Ávila. Ignacio de Loyola murió de causas naturales en Roma. Francisco Javier murió de enfermedad en Changchun, China. Juan Bosco murió de causas naturales en Turín. Teresa de Lisieux murió de cáncer en Lisieux. Esteban murió apedreado en Jerusalén. Lorenzo fue asado en una parrilla en Roma. Sebastián fue martirizado con flechas en Roma, y luego muerto a golpes. Inés fue decapitada en Roma. Policarpo fue quemado vivo en Esmirna. Jorge fue decapitado en Nicomedia. Ambrosio murió de causas naturales en Milán. Jerónimo murió de causas naturales en Belén. Agustín murió de causas naturales en Hipona. Cecilia fue martirizada en una sauna, y luego decapitada en Roma. Antonio de Padua murió de causas naturales en Padua. Juan de la Cruz murió de causas naturales en Úbeda. Vicente de Paúl murió de causas naturales en París. Clara de Asís murió de causas naturales en Asís. Roque murió de peste en Voghera. Nicolás murió de causas naturales en Myra. Bárbara fue decapitada por su propio padre en Nicomedia. Lucía fue martirizada, cegada y decapitada en Siracusa. Cosme y Damián fueron decapitados en Egea. Juan Nepomuceno fue ahogado en el río Moldova, en Praga. Bartolomé fue desollado vivo y luego decapitado. Valentín fue decapitado por casar parejas en secreto. Perpetua y Felicidad fueron ejecutadas con otros mártires en el anfiteatro de Cartago. Ignacio de Antioquia fue desgarrado por leones en el coliseo romano. Águeda fue torturada y luego ejecutada en Catania. Cristóbal fue decapitado. Dionisio de París fue decapitado en Montmartre, París. Pantaleón fue torturado y decapitado. Francisco de Sales murió de causas naturales en Lyon. Rita de Casia murió de causas naturales en Casia. Pedro Claver murió de causas naturales en Cartagena, Colombia. Isabel de Hungría murió de causas naturales. Luis de Francia murió de peste en Túnez. Margarita María de Alacoque murió de causas naturales. María Goretti murió apuñalada durante un ataque. Maximiliano Kolbe murió en un campo de concentración de Auschwitz. Teresa de Calcuta murió de causas naturales en Calcuta. Gregorio Magno murió de causas naturales en Roma. Atanasio murió de causas naturales en Alejandría. Brígida de Kildare murió de causas naturales. Beda el venerable murió de causas naturales en Jarrow. Cirilo de Jerusalén murió de causas naturales. Hildegarda de Bingen murió de causas naturales. David de Gales murió de causas naturales. Juana de Arco fue quemada en la hoguera. Bernadette Soubirous murió de causas naturales en Nevers. Anselmo de Canterbury murió de causas naturales. Juan Crisóstomo murió de causas naturales. Teresa Benedicta de la Cruz murió en una cámara de gas. Bonifacio fue asesinado en Frisia. Alfonso María de Ligorio murió de causas naturales. Luis Ginzaga murió de peste, cuidando enfermos. Mónica murió de causas naturales en Ostia. Carlos Borromeo murió de fiebre en Milán. Ireneo de Lyon fue martirizado. Catalina de Suecia murió de causas naturales. Martin de Tours murió de causas naturales. Escolástica murió de causas naturales. Basilio el Grande murió de causas naturales. Estanislao de Szczepanów fue asesinado por el rey Boleslao II. Apolonia fue martirizada, se le extrajeron los dientes y finalmente se lanzó a las llamas. Roque González de Santa Cruz fue asesinado entre indígenas guaraníes. Pío de Pietrelcina murió de causas naturales. Teresa de Jesús murió de causas naturales en Ávila. Pablo fue decapitado en Roma.
Dejé el libro en el estante. Seguí por el pasillo. Encontré otros libros de Arquitectura, Pedagogía, Historia y Poesía. Ahí me detuve. Encontré un ejemplar de pasta negra, de Seamus Heany, llamado Luz Eléctrica, en edición bilingüe de Dámaso López García. Abrí al azar. Encontré un poema: Los Nombres de Verdad. Me detuve un segundo. Recordé que la práctica europea de usar un apellido proviene de la Edad Media, de entre los siglos XI y XII. Leo el poema. Me detengo en una línea. "¿Quién será quién?, confusión". Escucho su voz: "María tuvo descendencia".
Cierro el libro: Diseñadores de Universos: "¿Quién será quién?, confusión". Concluyo el poema: "Estábamos junto a las sillas esperando la bendición". Escucho: "Y así, de esta manera, retiro un sello del poema de Heaney".
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