Cultural Más Cultural
Entre fuego y cenizas: las verdades y mitos de la cremación

Publicación:31-10-2025
TEMA: #Día de Muertos
Este proceso, aunque ya cotidiano, sigue rodeado de mitos, leyendas y verdades que "ponen la piel chinita".
CIUDAD DE MÉXICO, octubre 30 (EL UNIVERSAL).- Volver cenizas un cuerpo humano después de la muerte es la alternativa más común frente al entierro, sobre todo en las grandes ciudades, donde el espacio en los panteones es cada vez más escaso. Pero este proceso, aunque ya cotidiano, sigue rodeado de mitos, leyendas y verdades que "ponen la piel chinita".
Karen Sánchez, embalsamadora y dueña de la funeraria Flor del Sinaí, en la CDMX, explica que la preparación del cuerpo es prácticamente la misma que para un entierro: "Se extraen los líquidos y se realiza el embalsamamiento, porque es la última vez que la familia verá al ser querido. Ya si se entierra o se crema, eso lo decide la familia, pero el cuerpo va embalsamado".
Eso sí, cuando se trata de personas con marcapasos o aparatos con pilas de litio, es obligatorio retirarlos antes del proceso, pues al contacto con el fuego pueden provocar una fuerte explosión y dañar el horno crematorio, sobre todo si es uno sencillo o antiguo, explica la experta.
Durante la cremación, dice, los hornos alcanzan temperaturas entre 600 y 1,000 grados centígrados. Primero se quema el cabello y la piel, luego se evapora el poco líquido que queda, después se consumen los músculos y finalmente los huesos. Los tejidos blandos se vuelven polvo, mientras que los huesos se carbonizan, detalla.
Después, esos restos óseos —que quedan en pedazos grandes— se colocan en una máquina con navajas afiladas que los tritura hasta obtener las cenizas. En promedio, explica, el polvo final de un adulto pesa entre dos y tres kilos y medio, dependiendo de la densidad ósea, no del tamaño o complexión de la persona.
Una de las principales ventajas frente al entierro es el espacio. En una cripta de apenas 86 por 88 centímetros pueden caber hasta ocho urnas. Además, las urnas se pueden trasladar sin exhumación e, incluso, conservar legalmente en casa (enterrar cuerpos ahí, en cambio, está prohibido), concluye.
MITOS Y REALIDADES
"Las cenizas son de varios cuerpos". Falso. En cada cremación solo entra un cuerpo dentro de su féretro, el cual también se quema por razones sanitarias. Todos los restos se recogen y se colocan en una sola urna.
"Los cuerpos se levantan durante el proceso." Falso. El espacio dentro del horno es muy reducido, y los músculos o tendones que podrían contraerse se queman casi al instante, impidiendo cualquier movimiento.
"El cuerpo 'grita'". Sí, pero no de dolor. Karen aclara que el sonido se debe a los gases internos que, al salir por la boca o el ano, pasan por las cuerdas vocales y generan un ruido similar a un grito.
"Las prótesis y los dientes no se queman". Cierto. Las piezas de titanio, los implantes de oro o las coronas metálicas resisten el fuego e incluso llegan a fundirse, pero no se convierten en cenizas. Los dientes, por su parte, aguantan temperaturas de hasta mil 600 grados.
"Se pueden recuperar objetos personales del ataúd". No. Todo lo que entra al horno (ropa, flores, cartas o amuletos) se quema junto con el cuerpo. Por eso, si se quiere conservar algo, debe retirarse antes de cerrar el féretro.
"Las cenizas tienen mal olor o se descomponen". Falso. Al pasar por temperaturas tan altas, no queda ningún tejido orgánico que pueda generar olor o descomposición. Lo que queda es materia inerte: calcio, carbono y minerales.
Karen Sánchez, embalsamadora y dueña de la funeraria Flor del Sinaí, en la CDMX, explica que la preparación del cuerpo es prácticamente la misma que para un entierro: "Se extraen los líquidos y se realiza el embalsamamiento, porque es la última vez que la familia verá al ser querido. Ya si se entierra o se crema, eso lo decide la familia, pero el cuerpo va embalsamado".
Eso sí, cuando se trata de personas con marcapasos o aparatos con pilas de litio, es obligatorio retirarlos antes del proceso, pues al contacto con el fuego pueden provocar una fuerte explosión y dañar el horno crematorio, sobre todo si es uno sencillo o antiguo, explica la experta.
Durante la cremación, dice, los hornos alcanzan temperaturas entre 600 y 1,000 grados centígrados. Primero se quema el cabello y la piel, luego se evapora el poco líquido que queda, después se consumen los músculos y finalmente los huesos. Los tejidos blandos se vuelven polvo, mientras que los huesos se carbonizan, detalla.
Después, esos restos óseos —que quedan en pedazos grandes— se colocan en una máquina con navajas afiladas que los tritura hasta obtener las cenizas. En promedio, explica, el polvo final de un adulto pesa entre dos y tres kilos y medio, dependiendo de la densidad ósea, no del tamaño o complexión de la persona.
Una de las principales ventajas frente al entierro es el espacio. En una cripta de apenas 86 por 88 centímetros pueden caber hasta ocho urnas. Además, las urnas se pueden trasladar sin exhumación e, incluso, conservar legalmente en casa (enterrar cuerpos ahí, en cambio, está prohibido), concluye.
MITOS Y REALIDADES
"Las cenizas son de varios cuerpos". Falso. En cada cremación solo entra un cuerpo dentro de su féretro, el cual también se quema por razones sanitarias. Todos los restos se recogen y se colocan en una sola urna.
"Los cuerpos se levantan durante el proceso." Falso. El espacio dentro del horno es muy reducido, y los músculos o tendones que podrían contraerse se queman casi al instante, impidiendo cualquier movimiento.
"El cuerpo 'grita'". Sí, pero no de dolor. Karen aclara que el sonido se debe a los gases internos que, al salir por la boca o el ano, pasan por las cuerdas vocales y generan un ruido similar a un grito.
"Las prótesis y los dientes no se queman". Cierto. Las piezas de titanio, los implantes de oro o las coronas metálicas resisten el fuego e incluso llegan a fundirse, pero no se convierten en cenizas. Los dientes, por su parte, aguantan temperaturas de hasta mil 600 grados.
"Se pueden recuperar objetos personales del ataúd". No. Todo lo que entra al horno (ropa, flores, cartas o amuletos) se quema junto con el cuerpo. Por eso, si se quiere conservar algo, debe retirarse antes de cerrar el féretro.
"Las cenizas tienen mal olor o se descomponen". Falso. Al pasar por temperaturas tan altas, no queda ningún tejido orgánico que pueda generar olor o descomposición. Lo que queda es materia inerte: calcio, carbono y minerales.
« El Universal »
Te podria interesar
Otras Noticias







