Temen violencia tras comicios en Honduras

A días de las elecciones presidenciales en Honduras, el ambiente social se ha tornado profundamente tenso. 

Temores de fraude, protestas masivas y hasta un posible despliegue militar rondan la mente de ciudadanos que temen que la jornada electoral derive en caos.

En distintos sectores de la capital y otras ciudades, la población describe el clima previo a los comicios como un "polvorín". 

La violencia, la extorsión y la corrupción forman parte de la vida cotidiana, agravadas por la disputa cerrada entre los tres principales candidatos: Rixi Moncada, exsecretaria de Finanzas respaldada por la presidenta; Salvador Nasralla, comentarista deportivo que compite por cuarta ocasión; y Nasry "Tito" Asfura, exalcalde conservador apoyado esta semana por Donald Trump. 

Las acusaciones de fraude han prolife-rado incluso antes de la apertura de las urnas. Los hondureños no olvidan que en 2017 una elección igual de volátil terminó en protestas, resultados en litigio, un toque de queda militar y alrededor de dos docenas de muertos. 

Las actuales dificultades económicas —marcadas por la inflación pospandémica y los altos precios de alimentos— han intensificado la frustración popular y profundizado el malestar hacia las instituciones.

Estados Unidos también ha entrado a escena, elevando el nivel de incertidumbre. Trump respaldó públicamente a Asfura y advirtió que Honduras podría "convertirse en otra Venezuela", mientras aseguró que trabajaría con él contra "los narcocomunistas". 

Antes de su pronunciamiento, el subsecretario de Estado Christopher Landau había prometido que Washington respondería "con rapidez y decisión" ante cualquier intento de socavar la integridad del proceso democrático.

El interés estadounidense se alimentó de la intensa presencia de los candidatos de derecha en Washington durante la campaña, reflejando un claro alineamiento con la política exterior de Trump en la región.

Analistas consideran que Honduras, gobernada por la izquierda desde 2021, podría representar una oportunidad para que Estados Unidos recupere un aliado conservador, aunque el propio partido gobernante, Libre, ha demostrado cooperación con Trump en materia migratoria.

La candidata oficialista, Rixi Moncada, enfrenta una avalancha de críticas por los problemas de seguridad, el desempleo y los altos precios. 

Aunque la tasa de homicidios ha bajado, muchos ciudadanos aseguran no sentirse más seguros. 

Cruz, empleado forense, lo resumió crudamente mientras esperaba la entrega de un cuerpo: "Estamos mal". 

El crimen organizado continúa extorsionando y, según testimonios, a veces opera en complicidad con fuerzas de seguridad.

Por su parte, Nasralla ha tratado de capitalizar el descontento y se ha presentado como un candidato anticorrupción capaz de romper con el dominio político actual, pese a las críticas de Trump, quien lo acusó de ser un "socio poco confiable".

Asfura, el aspirante del Partido Nacional, también acusa al gobierno y al ejército de planear un "robo" electoral.

Ambas campañas han llamado a protestas en caso de irregularidades, y estas advertencias, sumadas a una ola de desinformación, han desatado violencia contra militantes de Libre. 

Seis asesinatos políticos han sido registrados durante el proceso.

El miedo se ha instalado en muchos ciudadanos, algunos demasiado temerosos para acercarse a las urnas ante la posibilidad de represión militar. 

Mientras algunos creen que los comicios se desarrollarán en calma y acusan a las élites empresariales de inflar los temores, otros temen lo peor. 

"Ellos van a reprimir", dijo Gabriel Arcángel Flores, un guardia de seguridad que teme no superar una agresión con gas lacrimógeno. 

La decisión de votar el domingo no solo es política: es un acto atravesado por el miedo.