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Brinca la tablita

Brinca la tablita


Publicación:03-08-2025
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Aquí va la secuencia de pasos que deben seguir los científicos para encontrar evidencia de ello

La alquimia generalizada

Carlos A. Ponzio de León

Para algunos científicos, en el Universo hay tres tipos de materia: (1) Materia ordinaria, (2) Materia oscura, (que debería ser llamado "material oscuro", más bien), y (3) Energía oscura que, según algunos, también es materia. Pero antes de esclarecer esta división, debo mencionar que hay un ajuste que debe realizarse al Modelo Cosmológico Estándar. La constante cosmológica no es 1.1056x10(-52)m(-2), sino pi/2x10(-52)m(-2).

Luego, la energía oscura en realidad es una simbiosis de energía cuántica, que no es materia, y material oscuro. Ambos interactúan no solo gravitacionalmente, sino también con la química de los planetas y de los seres vivos. Está en todo ser humano. Y es a lo que se le llama "espíritu". Le da identidad al ser humano.

Aquí va la secuencia de pasos que deben seguir los científicos para encontrar evidencia de ello.

Tomo, primero, el caso del agua pura. En la electrólisis del agua pura, hay una sustancia invisible al ojo humano, pero no a la ciencia, que impide la conducción de la electricidad por sí sola. H2O es "irreductible", pero H30 no lo es. Esa sustancia invisible, pero con efectos químicos, físicos y biológicos evidenciables, es la primera prueba de la existencia del alma, o energía oscura, en el cuerpo humano: incluyendo el cerebro y el corazón, los pulmones y los músculos, entre otros. No revelo, aquí, otras presencias de dicha energía oscura en el cuerpo humano mismo.

Esa energía oscura no se destruye cuando muere el cuerpo humano. Pero antes de continuar, debe realizarse un ajuste al Número de Avogadro. En realidad, no es 6.022x10(23), sino (2xpi)x10(23).

Luego, la energía oscura se transforma químicamente en parte de Dios, nuestra Divinidad, y sobre quien no revelo cómo está constituido, pero sobre quien ya he dicho que está conformado por un tipo de energía que no ha sido descubierta, hasta el momento. 

Una vez muerto el cuerpo humano, la descomposición química de la materia, o su transformación a través del fuego en la incineración, provocan un proceso químico que no ja sido descubierto, y que consiste en la elaboración de material genético que "flota" en el aire en forma de gas.

Esa forma de la energía oscura puede ser transferida a otra materia oscura. La demostración es simple: La materia oscura crece. 

En términos de la Psicología, la energía oscura tiene unidad e identidad, es como si tuviera una memoria de vidas pasadas, porque nunca deja de ser materia, en realidad. Y esa materia oscura siempre es sensible, dentro y fuera del cuerpo humano, así es que puede sentir el ardor del centro del sol, si Dios la transfiere ahí, para un baño de azufre ardiendo.

¿Cómo entra la energía oscura al cuerpo humano? Aquí va el experimento. Cuando al hombre se le ocurre una idea, de la nada, se produce un cambio neuronal. Esa es materia oscura en simbiosis con energía cuántica. Es decir, es espíritu. El ser humano comienza a recibir su espíritu de una vida pasada, o su espíritu nuevo, cuando comienza a hablar. Antes de hablar, el niño no tiene espíritu. (No significa que no sienta). ¿Qué sucede con un niño sordo? El espíritu entra de otras maneras, no a través de la palabra, sino de otros procesos mentales. Pero ese es otro capítulo.

Algo muy importante de todo esto, es que si un individuo, en una vida pasada, fue de piel blanca, puede regresar en tiempos posteriores en el cuerpo de alguien con piel negra, y viceversa; o con otras características étnicas.

El siguiente poemita va con dedicatoria.

Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo y Santo.

El Edén perdido

Olga de León G.

Érase que se era hace mucho tiempo, más del que pudierais imaginar, una enorme casa escondida en medio de la nada, misma que nadie visitaba; solo los de siempre, los que la habitaban desde los primeros días en que se concluyó su edificación y amueblamiento total, quienes estaban aún allí. Era realmente un castillo, por su estilo y sus dimensiones, lo que se alzaba en medio de ese bosque, perdido a la vista de todos, entre montañas y exuberante vegetación. Sus dueños y escasos huéspedes vivían muy confortablemente en esa casa o castillo.

Y, digo eso, porque una vez que llegaron los pocos invitados o huéspedes, nunca más se les vio salir, menos irse y no volver. 

Algo extraño sucedía en esa casa. Pues como yo, ustedes se estarán preguntando, cuántos años podían tener quienes eran sus moradores. No podían vivir cientos de años, ni siquiera doscientos o trescientos que serían los años de haberse realizado la construcción de esa casa-castillo. Naturalmente, no. Entonces...

¿Era mágica? ¿Poseía algún hechizo? Antes de continuar he de referirles que cerca del castillo, aunque no demasiado cerca, había un Panteón que tenía por lo menos unas doscientas tumbas, con espacio cada una, para seis u ocho féretros o urnas. Si bien es cierto que nunca nadie tampoco había visto cuando algún séquito mortuorio acudiera a él, para llevar a sus difuntos. Sabe solo Dios, a qué hora serían los entierros. Lo que me consta por referencias confiables, es que desde hacía al menos cuarenta o cincuenta años, nadie había salido ni muerto ni vivo.

Y sí hubo, en esos años, matrimonios y nacimientos. No entre miembros de una misma familia, pues habían arribado, originalmente, desde hacía más de doscientos años, al menos cuarenta y cinco familias distintas, sin ningún lazo consanguíneo.

Qué sucedía dentro del castillo, ¿cuál era su magia? Por que nadie quería irse de allí. Muy simple, estaban en medio de la nada, a dónde irían si no conocían más mundo que su territorio. Y, además, un territorio en donde tenían de todo, tanto para cultivar, fabricar con los insumos que allí también tenían o les llegaban del extranjero. Escuelas para diversos niveles, enseñanzas varias, Artes, Universidades y Empleos en fábricas y lugares creados junto al castillo o dentro del mismo. Todo lo que hubiese en otros lejanos lugares del mundo exterior, también allí lo tenían: ¿Sería ese un mundo ideal? ¿Cómo saberlo?

Un buen día, por la mañana temprano, llegó de sabe Dios dónde ni cómo pudo llegar, una pareja que se había extraviado en el bosque, cuando tras el accidente que sufrió el transporte colectivo en el que viajaban, habían decidido caminar en busca de ayuda. Y, sin proponérselo fueron a dar a un montículo, desde donde vieron el Panteón y más allá, el castillo. 

Caminaron durante cuatro días completos con sus noches de luna llena y bajo el sol, a ratos tenue, a ratos candente, de los días con luz, para finalmente estar ante las enormes puertas del Castillo mágico. Sí, definitivamente era un lugar fantástico. La pareja quedó deslumbrada y la mujer casi se desmaya del cansancio por el esfuerzo realizado para llegar hasta allí, donde suponían habría vida y esperanza de albergue. 

Los vigilantes y cuidadores del acceso al castillo, no pudieron dejarlos a la intemperie y a su suerte, pues un día más no lo habrían soportado en buenas condiciones, tanto por las gélidas madrugadas, como por la falta de agua y alimentos. 

Esa fue la primera vez que, en casi trescientos años, alguien llegaba hasta el castillo.

Cuando las puertas se abrieron para ellos, quedaron maravillados y no daban crédito a lo que sus ojos veían: un mundo desconocido, el tiempo detenido, en un pasado único y fantástico, sin parangón con lo que los libros referían en sus páginas y, definitivamente, maravilloso. 

Había adultos, jóvenes, niños, ancianos, hombres y mujeres de edad longeva, pero fuertes y sanos, caminando como si tuvieran cuarenta y no ochenta años, todos haciendo algo en pequeños grupos o en parejas y algunos pocos, realizando tareas complicadas, solos. Nadie daba muestras de cansancio o fastidio, todos sonreían o tenían una calma envidiable, como si el tiempo no importara, o no pasara de prisa.

Había dentro del castillo, al menos cincuenta casas o más, en las que vivían las diferentes familias que formaban, el mismo número que las ocupaban: adultos mayores, padres, hijos jóvenes y niños; por lo menos ocho o diez personas vivían en cada casa, la cual era suficientemente amplia, cómoda y hermosa. Cuando uno de los hijos jóvenes iba a formar su propia familia con su pareja, buscaban casa o construían una, cerca de la de los padres.

Lo que más impactó a la pareja de extraños que llegaron hasta allí, fue la armonía y paz que reinaba entre los moradores del castillo. ¿Quién querría irse de un lugar tal? Eso era lo que lo hacía mágico. Los celos, las envidias y disputas entre parejas o entre hermanos, eran menores y tenían arreglo; pleitos mayores, rencores añejos o disputas graves, no las conocían. ¿Será que la ambición nunca se arraigó ni en su mente ni en su corazón? 

Su lema eterno era: ¡La vida es tan corta!, ¡apenas si un parpadeo de ochenta, noventa o cien años; ¿por qué complicarla? Disfrutemos la gloria de vivir y forjemos un mejor futuro para los que vienen atrás. En verdad que este era: un Edén perdido en el bosque.

 

 



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