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Opinión Editorial


El deseo y la incertidumbre


Publicación:14-05-2025
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Hablar de deseo es hablar de algo que, por principio, no se tiene: sólo se desea lo que no se posee

Hablar de deseo es hablar de algo que, por principio, no se tiene: sólo se desea lo que no se posee. El deseo, en ese sentido, es la marca de la falta

Para los humanos desear no es una actividad natural, sino artificial, aprendemos a desear gracias a los referentes que la cultura nos otorga, a través de lo más inmediato, como puede ser la familia, la zona donde se habita, la escuela y el grupo de amigos, las redes sociales, etc. Esto va creando una cierta expectativa tanto como sensación como pensamientos y conductas, al estilo de: "si hago o tengo x, entonces podré y". Gracias a lo cual las personas van aprendiendo que, para ser, por ejemplo, exitoso, feliz...hay que tener tal o cual cosa y con ello se garantizaría una cierta consistencia y resultados. Quien basa su vida en tales supuestos vive exclamando un poco desencantado: "pero que no se supone que ahora yo me debería sentir de tal o cual manera, en base a lo que he conseguido, logrado..."

Nada más alejado de la realidad; la felicidad, el éxito, la paz, o cualquier otra cosa que el ser humano anhele, no responde a lógicas progresivas y acumulativas. Si así fuera, como dice Jorge Forbes, terminaríamos estornudando de felicidad. Por su parte, la vida se realiza por la inclusión y el encuentro de algo sin garantías, que tiene que ver más con la sorpresa y el encuentro de la diferencia, y no con la reiteración de la igualdad, de aquella escena donde supuestamente fuimos felices y ahora intentamos repetir una y otra vez buscando encontrar, de manera segura, la felicidad que en aquella ocasión se presentó. Olvidando que en aquella ocasión fue el encuentro de lo nuevo y no, como ahora, la repetición de lo mismo que además ya se ha desgastado, lo que hizo vibrar. 

A mayor deseo mayor grado de incertidumbre, debido a una pérdida de los supuestos referentes de seguridad. En ese sentido, para mantener vivo el deseo de algo es necesario asumir una cuota irreductible de incertidumbre, es decir, de riesgo, de vida de la vida, de lo contrario, el sentido que otorga el deseo singular de vida se esfuma, por tratarlo como si fuera una burocracia garantizadora de que la vida tendría un supuesto desenlace feliz y estable. ¡Claro! ¡Por supuesto! (léase con sarcasmo) que paradójicamente termina por generar un fastidio y cansancio de lo mismo: la reiteración del aburrimiento, de donde, en muchas ocasiones, seremos sacudidos por un tsunami de angustia, cual cachetadas que nos da la vida, intentando despertarnos de aquel letargo de la comodidad.

La realización en la vida tiene que ver más con algo parecido a la magia, a una especie de artilugio en el cual se expresa un detalle singular de manera inédita, que transforma algo aparentemente conocido y simple, en algo inusitado, fresco, nuevo...Es decir, en una invención que contiene una visión hasta antes no conocida, inimaginable, sorpresiva. Similar a las risas que se producen gracias a un chiste o a cualquier otra agudeza verbal que, jugando con la superficie de las palabras, trastocan el sentido de estas, logrando tocar lo imposible, aludiendo a un cierto misterio, que si se dijera directamente se perdería, además de que no es posible decirlo así sin más, sino de manera alterna, referenciada. 

¿Y en el caso de los negocios sería lo mismo o esa felicidad de la que habla sólo se puede encontrar en las artes, en las humanidades? –alguien con justa razón quizás se preguntará. Claro, operan los mismos principios, ya que en los negocios no sólo se tratan de la mera acumulación de ganancias y de reducción de costos de operación, de colocar un producto o servicio en el mercado, cosa que, por supuesto, no es tan simple y tiene su grado complejidad e incertidumbre, sino de realizar y crear, de dar vida a algo que habita en la mente de las personas que crean empresas: inventar algo que contenga su entusiasmo (magia) para buscar conseguir que los demás vean un detalle singular en eso y se entonces se apasionen como ellos mismos, pudiendo crear también su camino, no igual, sino el propio. 





« Camilo E. Ramírez Garza »