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Opinión Editorial


La Centenaria Rosario Castellanos


Publicación:20-05-2025
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Rosario es la voz que une a los pueblos por su poesía profunda, discurso feminista, citas oportunas, humor fulminante, crítica sin concesiones

    El 25 de mayo de 1925 nació Rosario Alicia Castellanos Figueroa en la Ciudad de México, reconocida como Rosario Castellanos la poetisa, novelista, periodista, feminista, política, diplomática y promotora cultural, a quien gobierno y sociedad rendirán homenaje por su centenario natalicio.

        Rosario vivió su infancia y adolescencia en Comitán de Domínguez, Chiapas, siendo criada por la nana Rufina, quien la acercó a la realidad indígena. A los 23 años quedó huérfana y sintió una necesidad urgente de autoexpresión, por lo cual se convertiría en la primera mujer escritora de Chiapas.

        En 1950 retornó a Ciudad de México para estudiar Filosofía y Letras en la UNAM, donde fue catedrática, así como en las universidades de Wisconsin, Colorado e Indiana. Fue becada en la Universidad de Madrid por el Instituto de Cultura Hispánica y en el Centro Mexicano de Escritores por Rockefeller Center

        En 1958 se casó con el profesor en Filosofía, Ricardo Guerra Tejada, con quien tuvo un hijo, dos abortos y la muerte de una recién nacida. Se divorció después de trece años de matrimonio, tras sufrir depresión e infidelidades. A partir de ahí dedicó parte de su obra a la defensa de los derechos de las mujeres, labor por la cual es recordada como símbolo de feminismo latinoamericano.

        Su poesía crítica, social, comprometida o de conciencia se caracteriza por centrar su temática en el ser humano y denunciar atropellos, injusticias y abusos de quienes detentan el Poder en cualquiera de sus formas, como en el poema "Memorial de Tlatelolco", el más estremecedor sobre la matanza del 2 de octubre de 1968, que cada año renace como una llama viva de la memoria para recordar la lucha del movimiento estudiantil y el cual aquí reproducimos:

"Memorial de Tlatelolco"

La oscuridad engendra la violencia

y la violencia pide oscuridad

para cuajar el crimen.

Por eso el dos de octubre aguardó hasta la noche.

Para que nadie viera la mano que empuñaba

el arma, sino sólo su efecto de relámpago.

¿Y a esa luz, breve y lívida, quién? ¿Quién es el que mata?

¿Quiénes los que agonizan, los que mueren?

¿Los que huyen sin zapatos?

¿Los que van a caer al pozo de una cárcel?

¿Los que se pudren en el hospital?

¿Los que se quedan mudos, para siempre, de espanto?

¿Quién? ¿Quiénes? Nadie. Al día siguiente, nadie.

La plaza amaneció barrida; los periódicos

dieron como noticia principal

el estado del tiempo.

Y en la televisión, en el radio, en el cine

no hubo ningún cambio de programa,

ningún anuncio intercalado ni un

minuto de silencio en el banquete.

(Pues prosiguió el banquete.)

No busques lo que no hay: huellas, cadáveres

que todo se le ha dado como ofrenda a una diosa,

a la Devoradora de Excrementos. (Tlazoltéotl).

No hurgues en los archivos pues nada consta en actas.

Mas he aquí que toco una llaga: es mi memoria.

Duele, luego es verdad. Sangre con sangre

y si la llamo mía traiciono a todos.

Recuerdo, recordamos.

Ésta es nuestra manera de ayudar a que amanezca

sobre tantas conciencias mancilladas,

sobre un texto iracundo sobre una reja abierta,

sobre el rostro amparado tras la máscara.

Recuerdo, recordamos

hasta que la justicia se siente entre nosotros.

Rosario es la voz que une a los pueblos por su poesía profunda, discurso feminista, citas oportunas, humor fulminante, crítica sin concesiones a la vida pública de nuestra sociedad mexicana y cuyo legado seguirá vivo ¡¡¡    





« Lupita Rodríguez Martínez »