Opinión Editorial
La guerra ha comenzado
Publicación:06-04-2025
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La guerra ha comenzado, y me refiero a la guerra comercial que el presidente Donald Trump tuvo la iniciativa.
La guerra ha comenzado, y me refiero a la guerra comercial que el presidente Donald Trump tuvo la iniciativa de iniciar esta semana. Los estragos económicos que conlleva esta decisión son visibles desde ya, es decir, apenas un par de días después de la declaración y el establecimiento de los aranceles, y con la respuesta de los diferentes países a este comienzo. Obviamente, los mercados son los más afectados.
Para los mercados, el golpe ha sido doble: por un lado, la decisión del presidente norteamericano de dar inicio a esta guerra comercial; por el otro, la respuesta de su principal rival, China. Obviamente, los chinos no iban a quedarse con los brazos cruzados. Además, este gigante asiático es una potencia económica que ya tiene el nivel para competir con los Estados Unidos.
Y China así lo hizo: declaró también sus aranceles, potentes aranceles del 35%, y con ello le propinó a Donald Trump un golpe totalmente inesperado. El presidente norteamericano estaba muy confiado en que podía doblegar fácilmente al mundo, pero con Rusia y China no lo ha logrado, y probablemente no lo logrará. No sabemos si será de forma inmediata o no, pero se ve que se trata de una carrera larga. Una guerra, una vez que comienza, nunca se sabe cuándo va a finalizar.
Es como abrir la caja de Pandora, donde se desatan los demonios y salen a recorrer el mundo, como decía Karl Marx. Uno no sabe si habrá un demiurgo que pueda controlarlo o si simplemente permanecerán libres, haciendo lo que quieran sin nada que los detenga. Esto se aplica a cualquier tipo de guerra, ya sea convencional o comercial. En una guerra convencional lo vimos con Rusia: una vez que inició la agresión a Ucrania, todo lo que ocurrió día a día fue totalmente inesperado y, muchas veces, fuera de lo planeado. En el caso de la guerra comercial de Donald Trump con China, este país asiático es el único que puede plantarse frente al norteamericano.
El contragolpe chino fue muy duro porque el presidente norteamericano estaba confiado; pensaba que todo el mundo seguiría doblegándose fácilmente. Si pudiera encontrar cien Méxicos que se rindieran de manera sencilla, ganaría la guerra inmediatamente, pero no fue así. Se topó con otro bloque económico muy pujante. Es cierto que China no es un actor beligerante; lo fuerte de los chinos no es la guerra, sino el comercio. Los productos y el comercio en general son su especialidad. El Camino de la Seda milenario lo demuestra: llevan en eso toda la vida, desde la antigüedad. De repente, llegan los norteamericanos queriendo descubrir el hilo negro, cuando realmente los chinos ya tienen una trayectoria histórica que los hace muy fuertes.
Es verdad que los chinos eran pobres el siglo pasado, cuando los norteamericanos ya eran ricos, pero la suerte les cambió. La rueda de la fortuna giró y ahora los chinos tienen una prosperidad igual o mayor, que se observa en sus ciudades. Su infraestructura es más nueva, y con un modelo político totalmente diferente —autoritario, pero que hasta ahora les ha funcionado— están invirtiendo en infraestructura y tecnología en su país.
Los norteamericanos, con esta guerra comercial, están traicionando sus propios principios. El libre mercado es fundamental para el capitalismo; este modelo económico no puede sobrevivir sin las libertades del ser humano, y la libertad de comerciar, el libre comercio, es clave para que la economía de un país se desarrolle. Esto quedó demostrado de manera fehaciente durante el siglo XX: el desarrollo capitalista de los Estados Unidos está fuera de toda duda.
La historia nos ha permitido ver, en un corto tiempo —del siglo XX al XXI—, cómo los papeles se invierten. Cuando los Estados Unidos eran defensores del libre comercio a nivel internacional, los chinos eran los comunistas pobres. Sin embargo, China tuvo un desarrollo económico impresionante durante la segunda mitad del siglo XX, mientras que los norteamericanos llevan prácticamente un siglo disfrutando de gran prosperidad. Ahora los papeles se han invertido: los defensores del libre comercio son los chinos, y los proteccionistas son los norteamericanos. ¡Paradojas de la historia!
Los chinos, a partir de la mitad del siglo XX, han experimentado un crecimiento económico bastante acelerado, con muy buena prosperidad. Los norteamericanos, desde los años 50 del siglo pasado, ya disfrutaban de la suya; llevaban mucho más tiempo en un nivel económico que el capitalismo les había permitido alcanzar, además de contar con múltiples libertades, que son el gran beneficio del liberalismo y la democracia.
Los chinos, por su lado, todavía tienen fresco el recuerdo de cuando eran pobres. Hablamos de generaciones actuales: los seniors de 60 años tienen padres o abuelos nacidos en los años 30 o 40, personas humildes. Es algo reciente generacionalmente, y los chinos aún conservan muchas costumbres y hábitos de ahorro, una vida frugal, bajo consumismo y mucha más tolerancia a la frustración, porque ser pobre lo requiere.
Pero ahora Donald Trump ha abierto la caja: ya se liberaron los demonios, ya empezó la destrucción de la economía. Las grandes empresas calificadoras piensan que no pasa de este año para que los Estados Unidos caigan en recesión económica, lo cual es muy grave. Trump heredó una economía pujante, en buenas condiciones, y de un día para otro está empezando a destruirla. El día de la "liberación", como él lo proclamó, realmente va a ser un día muy triste para la historia y también de mucha enseñanza. No puedes enfrentar el futuro con esquemas del pasado; no puedes enfrentar un mundo interconectado, global y tecnológico con un esquema económico proteccionista, propio de una era industrializada. Fabricar carros y todo eso ya pasó; ese momento enriqueció a los Estados Unidos. Detroit fue una gran ciudad industrial, al igual que Pittsburgh y muchas otras, pero a finales del siglo XX, los Estados Unidos transitaron de la industrialización a la posindustrialización. Ahora van hacia la innovación, la tecnología y el conocimiento. Eso fue lo que generó las industrias tecnológicas como Google, Apple, Nvidia y otras, que se convirtieron en el motor económico junto con Facebook y más. Sin embargo, los norteamericanos votaron por Donald Trump, alguien capaz de llevarlos a una grandeza que, paradójicamente, está a punto de caer.
Auguramos una guerra comercial realmente de mucho sacrificio. No vemos fácil que Donald Trump logre sus propósitos sin causar más daño a la economía. Creo que, si llega la recesión, se puede transitar hacia una crisis mucho más grave, una depresión económica, como ya ocurrió en la historia tras el periodo proteccionista norteamericano que llevó a la Gran Depresión. Esta historia apenas comienza, amigas y amigos lectores. China sorprendió con un contragolpe, y realmente puede ocurrir cualquier cosa. Una vez que tienes una guerra, sea convencional o comercial, puede pasar de todo. Ese es el punto de la historia en el que nos encontramos.
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