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"Cada vez se forman menos liberales": Mark Lilla, politólogo

Publicación:13-11-2025
TEMA: #Cultura
Una de las participaciones más notables fue la de Mark Lilla, politólogo y académico de la Universidad de Columbia.
CIUDAD DE MÉXICO, noviembre 13 (EL UNIVERSAL).- La segunda jornada del encuentro "La Libertad de Vuelta", organizada por grupo Ricardo B. Salinas Pliego
y El Colegio Nacional reunió a los pensadores Enrique Krauze, Mark Lilla, Leon Wieseltier e Ian Buruma en la mesa titulada "El malestar en las sociedades liberales", donde reflexionaron sobre la crisis que atraviesa la corriente liberal en los países dirigidos por populismos como Estados Unidos, México y Argentina.
Una de las participaciones más notables fue la de Mark Lilla, politólogo y académico de la Universidad de Columbia, quien dijo que debido a los acontecimientos actuales de descontento de la población a políticas liberales, cada vez menos personas son formadas bajo estas formas de pensamiento, lo que ha llevado a agonizar los ideales liberales y a dar paso a populismos y gobiernos autoritarios.
"Al observar lo que ha sucedido en EU y en otros países afectados por el populismo, por el auge de pasiones reaccionarias y corrientes de pensamiento y gritos que parecen haber surgido repentinamente de la miseria, muchos de ellos con ecos del pasado. Por eso, la pregunta que quiero plantearme es ¿por qué ya no formamos liberales? ¿O por qué cada vez formamos menos personas que compartan los valores del liberalismo, que comprendan lo que significa ser ciudadano, que tengan las virtudes, los hábitos y las expectativas necesarias para un orden político liberal?".
Y agregó: "Muchas de las fuerzas en nuestras economías, nuestra cultura, nuestra tecnología y nuestra cultura popular hacen lo contrario de reforzar este tipo de virtudes (pensamiento liberal).
"Creo que hubo un período posterior a la Segunda Guerra Mundial en el que, a raíz de esa experiencia común, sobre todo en muchos países occidentales, se percibía que la guerra había demostrado la necesidad del liberalismo, y entonces surgieron órdenes liberales. Ahora ese vínculo se ha roto, y soy pesimista, no sé si se pueda recuperar", explicó el académico.
Por su parte, Leon Wieseltier, editor de la revista Liberties, explicó que el liberalismo no es una doctrina totalitaria, sino todo lo opuesto, y dijo que el temor de la gente hacia el liberalismo es porque una gran cantidad de personas esperan que una corriente política logre satisfacer todas sus necesidades, pero eso no puede ocurrir así porque, recalcó, el liberalismo no es totalitario.
"La gente espera demasiado de los sistemas políticos y les impone una carga excesiva. Durante décadas, liberales y conservadores coincidieron en el principio de los límites de la política. Ambos bandos estaban de acuerdo en esto", dijo.
El peligro es constante, advirtió, porque está latente la tentación de que la política absorba todos los aspectos intrínsecos de la vida humana privada.
"La tentación de absorber toda la vida en la política, o, a la inversa, la insistencia en que el gobierno exprese y encarne nuestras creencias, valores, sueños y fantasías más profundos, es, primero, peligrosa, y segundo, una prueba que el liberalismo siempre fracasará. Porque el liberalismo es demasiado sofisticado, sabio e inteligente como para pretender que alguna doctrina política pueda satisfacer la totalidad de las necesidades y aspiraciones humanas", apuntó.
Y subrayó: "El liberalismo no fue concebido para brindar satisfacción espiritual, ni religiosa, ni filosófica, ni psicológica".
Enrique Krauze finalizó la mesa evocando a Bartolomé de las Casas, quien dijo que la humanidad es sola una, y señaló que el liberalismo puede llegar a consensos.
"Tenemos que creer en esos derechos humanos, tratar de entenderlos y, tal vez, enseñarlos", expresó el historiador.
Una de las participaciones más notables fue la de Mark Lilla, politólogo y académico de la Universidad de Columbia, quien dijo que debido a los acontecimientos actuales de descontento de la población a políticas liberales, cada vez menos personas son formadas bajo estas formas de pensamiento, lo que ha llevado a agonizar los ideales liberales y a dar paso a populismos y gobiernos autoritarios.
"Al observar lo que ha sucedido en EU y en otros países afectados por el populismo, por el auge de pasiones reaccionarias y corrientes de pensamiento y gritos que parecen haber surgido repentinamente de la miseria, muchos de ellos con ecos del pasado. Por eso, la pregunta que quiero plantearme es ¿por qué ya no formamos liberales? ¿O por qué cada vez formamos menos personas que compartan los valores del liberalismo, que comprendan lo que significa ser ciudadano, que tengan las virtudes, los hábitos y las expectativas necesarias para un orden político liberal?".
Y agregó: "Muchas de las fuerzas en nuestras economías, nuestra cultura, nuestra tecnología y nuestra cultura popular hacen lo contrario de reforzar este tipo de virtudes (pensamiento liberal).
"Creo que hubo un período posterior a la Segunda Guerra Mundial en el que, a raíz de esa experiencia común, sobre todo en muchos países occidentales, se percibía que la guerra había demostrado la necesidad del liberalismo, y entonces surgieron órdenes liberales. Ahora ese vínculo se ha roto, y soy pesimista, no sé si se pueda recuperar", explicó el académico.
Por su parte, Leon Wieseltier, editor de la revista Liberties, explicó que el liberalismo no es una doctrina totalitaria, sino todo lo opuesto, y dijo que el temor de la gente hacia el liberalismo es porque una gran cantidad de personas esperan que una corriente política logre satisfacer todas sus necesidades, pero eso no puede ocurrir así porque, recalcó, el liberalismo no es totalitario.
"La gente espera demasiado de los sistemas políticos y les impone una carga excesiva. Durante décadas, liberales y conservadores coincidieron en el principio de los límites de la política. Ambos bandos estaban de acuerdo en esto", dijo.
El peligro es constante, advirtió, porque está latente la tentación de que la política absorba todos los aspectos intrínsecos de la vida humana privada.
"La tentación de absorber toda la vida en la política, o, a la inversa, la insistencia en que el gobierno exprese y encarne nuestras creencias, valores, sueños y fantasías más profundos, es, primero, peligrosa, y segundo, una prueba que el liberalismo siempre fracasará. Porque el liberalismo es demasiado sofisticado, sabio e inteligente como para pretender que alguna doctrina política pueda satisfacer la totalidad de las necesidades y aspiraciones humanas", apuntó.
Y subrayó: "El liberalismo no fue concebido para brindar satisfacción espiritual, ni religiosa, ni filosófica, ni psicológica".
Enrique Krauze finalizó la mesa evocando a Bartolomé de las Casas, quien dijo que la humanidad es sola una, y señaló que el liberalismo puede llegar a consensos.
"Tenemos que creer en esos derechos humanos, tratar de entenderlos y, tal vez, enseñarlos", expresó el historiador.
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