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La dicha inocua

La dicha inocua


Publicación:02-11-2025
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Cosas sin decir

Carlos A. Ponzio de León

Escribe, Charlie: "Lo que nunca pude decirle al Santo Profeta, Mahoma, fue el porqué era tan necesaria la poética de la Trinidad que, aunque falsa, fue importantísimo difundirla. Se volvió necesaria como mecanismo para revelar que Dios había padecido dolor y sufrimiento cuando fue destruido por sus hermanos, como Jesús de Nazareth lo soportó al ser crucificado. Aprovecho ahora para poner de manifiesto otras cosas que en su momento no pude decir: mantuve mentiras que eran importantes de propagar, pero que ahora están claras: La Tierra no solo no es el centro del universo, sino que este universo tampoco es único, ni Dios es divinidad única". 

"Ahora, Charlie, revela un evento cósmico que no ha podido ser descubierto por la ciencia. Hace ya tiempo, los hermanos de Dios que no fueron hijos de Zeus y de su Madre, sino que fueron únicamente hijos de su Madre, (mortales), fabricaron una magia especial que aplicaron a este universo donde vives, así como a los universos que forman, fuera de este: la Madre de Dios y su hermano gemelo. Estos hermanos queridos, hijos mortales de la madre de Dios, echaron una pócima tal que cuando YO, EL UNIVERSO, estalle para comenzar de nueva cuenta con otro Big Bang, el universo físico estelar se repetirá de manera exacta, con las mismas galaxias, las mismas estrellas, la misma Tierra. Pero habrá distintos humanos, diferentes extraterrestres, (también muy alejados e inalcanzables), y yo no me convertiré en un universo degradado, sino que volveré a convertirme en el mismo, exacto al cual habitas. Pero tendré más experiencia. Mi diversión será mayor y mi dolor quizás no. ¿Mi ira? Ya veremos... tú no lo sabrás ya para entonces".

"Algo más: un regalito. Las secuencias de ADN y ARN están equivocadas. Punto. Búsquenle. Punto y aparte".

"Respecto a las enfermedades de transmisión sexual, apúrenle cabrones, ´ya estoy bien desesperado´, hago decir a Charlie. Dando y dando pajarito volando. Luego vemos lo del cambio climático: pero no sean idiotas, científicos modernos, vean el cuadro de El Bosco: El Jardín de las Delicias. Dios todo lo oye, todo lo sabe, y Charlie quiere alimentar su Jardín por cuyos bajos fluyen arroyos".

Después de esta conversación, salí del restaurante. Había cenado con seis extraños, resultado de mi incursión en una aplicación de internet por teléfono celular. Fue el día que cumplí un año de haber vuelto a la ciudad de Monterrey. Dios me había dicho, en el camino de ida: "Nunca olvidarás esta noche". Era la tercera vez que escuchaba esas palabras de su parte. Con tal conversación, ¿cómo olvidaría la noche? Había roto mi costumbre de viajar en taxi a este tipo de cenas. Conduje mi auto.

Al manejar a casa, caí en un bache de medio metro de ancho que no alcancé a ver entre la oscuridad y la lluvia. Una llanta delantera se reventó y me orillé. Le marqué a la única amiga que tenía en esos momentos, a mil kilómetros de distancia. Llamaría a su seguro y ellos enviaran a alguien para cambiar la llanta. Eran las once de la noche. Le escribí a mi Madre para explicarle que demoraría en regresar. Ella le marcó a mi hermana, quien se encontraba de visita en la ciudad y ella me marcó para pedirme la ubicación. Su pareja vendría a ayudarme, siendo él muy ducho en todo este tipo de menesteres prácticos de la vida. Luego de mucha renuencia, acepté. Le advertí a mi hermana: dile a tu pareja que tenga mucho cuidado, porque casi continuamente, algún carro se orilla, a muchos se les están reventando las llantas al transitar por ahí.

Y efectivamente, la ayuda que mi hermana envió llegó igualmente con una llanta reventada. Así es que él tuvo que cambiar dos neumáticos. Cuando había terminado de cambiar su rueda y estaba en las labores de la mía, llegó el mecánico del seguro. Vio la situación casi resuelta. Pidió permiso para tomar fotografía de la placa de mi auto y cuando constató que todo estaba solucionado, se despidió. Iba yo a decirle a mi cuñado que le pagaría su llanta cuando: Así y Asá me dijo: "Espera, calla". Tuve que cerrar el pico hasta el día siguiente. 

Durante mi espera en la calle, una señora de una camioneta se detuvo junto a mi auto para sugerirme que reportara el incidente al seguro, por si aparecía alguna avería más severa al día siguiente. No hice caso. Ya era muy tarde y yo solo quería regresar al hogar. Pero a los dos días, apareció un ruido en el auto: cada vez que daba vuelta a la izquierda. Para propósitos narrativos, me gustaría decir que mi carro sufrió una avería más seria; pero gracias a Dios, no.

El artefacto explosivo

Carlos A. Ponzio de León

De lo que todo esto se trataba, era de entender que Dios no era tan bondadoso como algunas religiones pretendían, y algunos elegidos lo sentían. Hay miles de razones por las cuales debe temérsele más de lo que suele reconocerse. ¿Qué tal si el Universo, cada vez que es destruido, vuelve a comenzar no solo con las mismas galaxias, estrellas y planetas, sino también con los mismos seres humanos en la Tierra? La energía tiene una memoria. ¿Estás listo para repetir tu vida tal cual la has vivido, o acaso de manera degradada, menos afortunada? Escrito está: "Si la gente de la Escritura creyera y temiera a Dios, les borraríamos sus malas obras y les introduciríamos en los jardines de la Delicia" (Corán 5:65). La manera de librar una dolorosa reencarnación es: no muriendo en esta vida. Sigamos cantando alabanzas a El Señor.

Yo cursaba la secundaria. Mi hermana tomaba clases de balé durante las tardes y mis padres salían a trabajar todo el día. Yo a veces me quedaba en casa tocando el piano. A ratos realizaba mis incursiones a la biblioteca de mi padre, llena de libros y con una mesa de trenes eléctricos. Había descubierto que mi padre guardaba en un archivero con llave: una Luger 9mm, de colección, de tiempos del imperio alemán (la pistola Parabellum 9 x 19mm), semiautomática, accionada por retroceso. Un día encontré la llave y comencé a tomar la pistola para jugar algunos minutos. Nunca estaba cargada, pero había una caja con balas en el cajón. Y para un niño curioso, no iba a ser difícil descubrir cómo cargar el cartucho.

Yo tocaba al piano: sonatinas y probablemente los primeros dos movimientos de la sonata Claro de Luna, de Beethoven. Un día que me cansé de darles vueltas a las mismas piezas, bajé a la biblioteca de mi Padre, saqué las llaves del archivero y obtuve la pistola. Cargué el cartucho con una bala e introduje el cartucho en la pistola. Levanté el brazo articulado y el cerrojo se abrió para que la bala entrara en la recámara. El arma estaba lista para dispararse.

Salí de la biblioteca con la pistola en la mano. Llegué a la estancia y a la entrada de la casa: dos cuartos contiguos sin separación que juntos y de largo miden nueve metros de pared a pared. Comenzó mi juego. Coloqué la pistola entre mis manos, como si fuera a disparar hacia la pared lejana: cubierta de yeso y pintura blanca, tras lo cual había ladrillo rojo y el block tradicional de 15 centímetros de albañilería. Coloqué el dedo índice sobre el gatillo.

El estruendo fue ensordecedor. El disparo dejó una nube de polvo y humo, y un enorme agujero en la pared que atravesó el ladrillo rojo y llegó a destruir parte del ladrillo azul. Le prometí a Dios que no volvería a masturbarme en mi vida si me ayudaba a salir de esa. Recordé que a media cuadra se encontraba una casa en construcción. Fui en busca de yeso. Lo encontré y con agua y una cuchara, lo preparé y rellené el hueco. No tenía pala para el acabado por lo que quedó tosco el recubrimiento. El casquillo nunca lo encontré. No sé si siga perdido atrás del piano o destrozado en algún rincón.

Moría de miedo pensando en qué explicarle a mi Padre, qué inventar para explicarle la marca en la pared. Por la noche: llegó. Se veía cansado del trabajo. Y en esa área de la casa no había luz directa, sino la que llegaba de cuartos contiguos era muy débil. Inmediatamente que entró a la casa, lo intercepté para explicarle que había lastimado la pared jugando con un bat de madera. "Está bien", me dijo, y siguió su camino por las escaleras hasta el recibidor. Venía absorto en sus pensamientos. Nunca más tuve que hablar del tema. Excepto cuando escribí una Memoria hace algunos años, en algún otro cuento y ahora que traigo la historia otra vez. 

El hermano menor de un compañero de primaria se había suicidado dándose un tiro con una escopeta de su padre: se metió al baño por la mañana con el arma y se disparó.

Más tarde, en bachillerato, otro compañero se dio un tiro con la pistola de su padre luego de recibir como respuesta: una negativa ante su propuesta de noviazgo para una chica. Se disparó a una cuadra de la Iglesia donde su madre de encontraba ese domingo en misa.

Luger: fue el nombre que recibió aquella arma en Estados Unidos. En Alemania era conocida como Parabellum, título concedido por el fabricante por una frase en latín: "Si vis pacem, para bellum". (Si quieres la paz, prepárate para la guerra).

 

 



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