Opinión Editorial
A la buena de Dios
Publicación:13-01-2025
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Usted, aquel, yo, que somos recurrentes usuarios del transporte, sabemos del viacrucis.
Usted, aquel, yo, que somos recurrentes usuarios del transporte, sabemos del viacrucis que es esperar nuestra ruta, subirse a unidades poco decorosas (la gran mayoría), ir apretados, que el operador dé enfrenadas de miedo, que se pare o no donde se le ha solicitado y que lleguemos a nuestro destino, con el Jesús en la boca.
Es materia recurrente de quien suscribe, hacer alusión a las condiciones del transporte de Nuevo León, que es caro y bastante deficiente.
Justo hace un par de días, Facebook me recordó que, hace nueve años, yo me refería en este mismo espacio, al transporte, aunque en la modalidad del Metro.
Por aquel entonces evocaba que en 1994 el entonces Sócrates Rizzo, daba por inaugurada la primera etapa de la línea II, la única que es subterránea y cómo consideraba que, si se podía elegir entre hacer una obra bonita o fea, optaba por hacerla bonita.
Hoy esperamos el avance simultáneo de dos líneas, la 4 y la 6; y ayer como hoy, hay temas por subsanar, como el tipo de tecnología, de dónde se conseguirán los vagones y etcéteras parecidos; es normal.
No obstante, mientras se cristalizan las dos nuevas líneas, los usuarios seguimos a la buena de Dios para movilizarnos, ya sea Metro, rutas camioneras y/o taxis.
En noviembre pasado, el Instituto de Movilidad y Accesibilidad de Nuevo León realizó un sondeo donde hombres, mujeres, jóvenes y adultos mayores demandaban no aumentar las tarifas.
Ha habido protestas por todos lados y las autoridades solo ven el eventual acarreo de manifestantes; no ven que hay una legítima y auténtica demanda.
Y en resumen, lejos de escuchar la voz del pueblo, mañana comienza el deslizamiento mensual del alza.
Si le parece un escenario desastroso, súmele que la autoridad no cuenta con suficiente stock de tarjetas para venta, lo que orilla al uso de la aplicación, lo cual representa una complicación si se carece de datos o de plano, está de pleito con la tecnología.
En las líneas del Metro hoy en operación, no funcionan las escaleras eléctricas, no se habilita la climatización; es frecuente que haya desperfectos que orillan a detener el servicio en perjuicio de cientos.
En las rutas camioneras, el usuario le invierte mucho tiempo para desplazarse debido a que hay pocas unidades en operación y aun así, el alza no se detendrá.
De los taxis ¡puras historias de miedo! Si utiliza uno de esos blancos con franja amarilla, se dará cuenta que los taxímetros no funcionan de tal suerte que los operadores fijan sus propias tarifas y para colmo, las unidades son auténticos cascarones sucios y feos.
Es de agradecerse que aún sin ser su competencia, algunos gobiernos municipales hayan entrado al quite con rutas intramunicipales, al menos para desfogar problemas en horas pico.
Es de elogiar que los ciudadanos hagan causa común y compartan tarifa y uso de taxis comunitarios (si me permite la figura que me acabo de inventar), con tal de acortar sus tiempos de traslado, especialmente hoy en día que las temperaturas no son para esperas prolongadas a la intemperie.
No es que como sociedad nos resignemos a que entre en vigor el aumento, pero por ahora seguiremos a la buena de Dios esperando que alguien se digne poner un freno a este tipo de arbitrariedades.
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