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Opinión Editorial


Escribir bien


Publicación:27-01-2025
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Recientemente me topé-gratamente, he de reconocer- con un documento.

Recientemente me topé-gratamente, he de reconocer- con un documento titulado “Manual de Redacción y Estilo del Poder Judicial del Estado de Nuevo León”, un documento de 121 páginas autoría de Joaquín Hernández Pérez, editado en 2014.

Se trata de una herramienta para que quienes trabajan en el Poder Judicial tengan a la mano elementos para redactar de manera adecuada, los documentos que se generan diariamente en la institución, entre Juzgados, Salas y Áreas Administrativas.

Desde los básicos aspectos de acentuación, puntuación, composición del texto, etapas de la redacción, hasta lo muy puntual para este Poder, que es el tipo de letra, elaboración de citas, fuentes y demás aspectos formales, todo está incluido en esta “biblia de bolsillo”.

Y me queda más que claro que hay muchos de estos manuales de redacción y estilo, lo mismo en medios editoriales, como el que tienen rotativos como El Porvenir, El Universal, las casas de estudios y muchas instituciones más.

A lo que quiero llegar es que, aún con las directrices e instrumentos para generar un texto “decente” (si me permite esta expresión), en el camino muchos han o hemos perdido de vista el uso adecuado del castellano.

Justo ahora que me encuentro estudiando o reforzando el inglés como segundo idioma, me he encontrado con el “dolor de cabeza” que en ocasiones representa para mí la gramática; y es entendible. Sí hubiera nacido en un país como Estados Unidos, Australia, Reino Unido, por decir lo menos, sufriría menos; pero al acudir al aula tengo que poner especial atención de cómo construir oraciones o conversaciones de la manera correcta.

Hoy que descubrí este ligero manual que puede ser utilizados por abogados y no abogados, y leer su contenido, he refrescado cosas que doy por sentado y que me hacen sentido.

Años atrás, como servidora pública, encontré que en ciertas esferas gubernamentales el personal no había sido capacitado ni siquiera para redactar un memorándum o un oficio; garrafal construcción gramatical y de la ortografía, ya mejor ni me pregunte.

Salvo por mi exabrupto anterior, aclaro que no es quehacer de este ejercicio evaluar la redacción de nadie; lo que quiero resaltar que al menos para esta servidora, que medianamente trata de hacerse entender, me ha servido para aprender y también refrescar la gramática del idioma español, que en el camino se han difuminado en mi memoria.

A diferencia del inglés, el idioma español es rico en expresiones para manifestar emociones, situaciones, circunstancias, formas de trabajo, etcétera; en mi práctica del inglés, me vuelvo ahorrativa y lejos estoy de decir cuánto quiero manifestar, así que, por ahora, creo, debo ser paciente y quizá con la práctica esto se normalice.

Se dice que un hablante nativo del español con alto nivel educativo puede tener un vocabulario de hasta 10 mil palabras, mientras que un periodista, apenas usa unas 3 mil palabras.

Preciso que no soy la eminencia a la hora de hablar y escribir en español, pero cuando mi vocabulario se ve corto, sigo recurriendo a los diccionarios, a le lectura de nuevos libros que me permitan, al menos, comunicar mis ideas de una mejor manera.

El castellano sigue siendo una hermosa lengua.



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