Opinión Editorial
Corridos prohibidos
Publicación:05-05-2025
++--
Prohibido prohibir, ese es el dilema.
Prohibido prohibir, ese es el dilema. Como sabemos, el gobierno está promoviendo el desarrollo de otro tipo de líricas en la música, especialmente en la música regional. En este género, como es sabido, se ha dado una apología de la violencia, un fenómeno que no es nuevo. Desde los años 70 del siglo pasado, Los Tigres del Norte, por ejemplo, iniciaron con temas como "Camelia la Tejana" y "La banda del carro rojo", seguidos por canciones como "El jefe de jefes" y otras que se fueron desarrollando de manera cada vez más amplia. Estos temas, sin duda, fueron grandes éxitos, logrando una enorme popularidad. Esta música no solo se extendió en Sinaloa, sino también en otros lugares donde existe un narcoestado y una colusión entre las autoridades y los grupos criminales.
Todo esto permea la sociedad, generando que más personas se involucren en negocios donde se lava dinero. La población se da cuenta de que, en un contexto donde menos del 1% de los delitos son procesados y sentenciados, ser criminal ofrece beneficios con alta impunidad. Esto, junto con la corrupción, fomenta que la gente perciba ventajas en el crimen organizado. Los criminales, sin proponérselo, viven intensamente el día a día, ganando grandes cantidades de dinero. Sin embargo, mientras no logren lavar esos ingresos completamente, permanecen al margen de la ley, lo que les impide disfrutar plenamente de sus ganancias. Por ello, viven minuto a minuto, conscientes de que en cualquier momento pueden terminar en prisión o en el cementerio. Esta mentalidad los lleva a excesos, invirtiendo sus ingresos en fiestas, canciones y actividades que les permiten establecer vínculos con otros criminales y funcionarios del gobierno.
Estas prácticas generan un grado de socialización cada vez más sofisticado, afianzando los lazos entre criminales, políticos y empresarios. Aunque logran lavar dinero, siempre operan en un margen ilegal que los mantiene en una condición de riesgo, corrompiendo todo a su paso. Los criminales no se miden en sus acciones y buscan establecer relaciones con el gobierno, especialmente con diputados, senadores, munícipes, presidentes o presidentas, comprando a quien puedan, cueste lo que cueste. Algunos de estos contactos resultan ser inversiones muy rentables: un candidato apoyado financieramente puede prosperar políticamente y, al llegar a un puesto de poder, retribuir favores. Lo mismo ocurre con jueces, fiscales y otros funcionarios. Incluso los periodistas son corrompidos o, en su defecto, silenciados, lo que convierte este fenómeno en una bola de nieve.
El poder, entendido como un conjunto de relaciones políticas, económicas, sociales y de comunicación, se ve profundamente influenciado por este entramado. Los narcoestados, como los de Tamaulipas o Sinaloa, no se construyen en un día. Estas estructuras, que datan desde los años 70, penetran en las familias, ya que las organizaciones criminales suelen ser de carácter familiar. Así, se transmiten patrones que preparan a las nuevas generaciones, las cuales llegan más astutas y equipadas. Estas generaciones demandan su propia música, financiando grupos que componen corridos a su medida, los cuales se tocan en sus fiestas y narran sus historias y anécdotas. Esta "culturilla" se expande, promoviendo valores donde la vida vale poco y el dinero y el poder material son lo primero, aunque sea de manera efímera.
Los corridos, en particular, son un vehículo para transmitir estos valores. En el noreste de México, desde los años 70, grupos como Ramón Ayala y Los Bravos del Norte componían corridos por encargo, como "El federal de caminos" o "El corrido de Chito Cano", dedicado a un famoso contrabandista. Otros grupos, como Carlos y José en Nuevo León o Beto Quintanilla en Tamaulipas, también hicieron lo propio con canciones como "El escuadrón suicida", un homenaje a un grupo criminal. Estos corridos, aunque antiguos, son divertidos y no fueron prohibidos. Sin embargo, los corridos contemporáneos, relacionados con organizaciones criminales actuales, son los que ahora enfrentan restricciones.
Es tal la pasión por los corridos, por ejemplo, mi hermano, José Delgado, un hombre dedicado al comercio, amaba esta música. Su hijo, siguiendo la tradición, también la disfruta y mandó componer un corrido en honor a José. Conozco otros casos de corridos pagados y, personalmente, antes de retirarme, solicité que me hicieran mi propio corrido. Ya lo escuché y me gustó mucho. A continuación, comparto parte de la letra. Como dice la canción, "con esta me despido".
Corrido de Arturo Delgado Moya
En Los Arroyos, Montemorelos,
allá en Nuevo León nací,
entre cerros y campo seco,
un niño fuerte crecí.
Hasta cuarto año estudié,
con esfuerzo y sin rendir.
(Coro)
¡Ay, hombre de un solo ojo,
con el izquierdo ve el mundo!
Luchador, comunista fiel,
su camino fue profundo.
De Los Arroyos al cielo,
su nombre no se olvida.
En el campo, siendo niño,
trabajaba sin parar,
pero un piscador traicionero,
mi ojo derecho fue a apagar.
Con un ojo seguí adelante,
nunca me dejé quebrar.
(Coro)
¡Ay, hombre de un solo ojo,
con el izquierdo ve el mundo!
Luchador, comunista fiel,
su camino fue profundo.
De Los Arroyos al cielo,
su nombre no se olvida.
A Montemorelos llegué,
la secundaria concluí,
con pobreza siempre a cuestas,
pero el alma nunca vendí.
En la ciudad hallé trabajo,
mas mi fe me hizo partir.
En la Guerra Fría, valiente,
al comunismo me uní,
transnacional me despidió,
pero mi lucha no fini.
Clandestino y militante,
al partido me entreguí.
(Coro)
¡Ay, hombre de un solo ojo,
con el izquierdo ve el mundo!
Luchador, comunista fiel,
su camino fue profundo.
De Los Arroyos al cielo,
su nombre no se olvida.
Con María Luisa, mi reina,
un amor grande formé,
muchos hijos, puro hombre,
con orgullo los crié.
El mundo entero recorrí,
mi saber siempre busqué.
En Gran Bretaña estudié,
con maestros de valor,
comunistas de gran talla,
me forjaron con fervor.
Regresé a mi tierra amada,
con el pueblo y su clamor.
(Coro)
¡Ay, hombre de un solo ojo,
con el izquierdo ve el mundo!
Luchador, comunista fiel,
su camino fue profundo.
De Los Arroyos al cielo,
su nombre no se olvida.
Dirigí la Normal Superior,
con heroísmo y pasión,
en la Facultad de Letras,
defendí la educación.
Artículos escribí por miles,
mi legado es la razón.
Hoy jubilado, contento,
sigo viajando sin fin,
con mi esposa y mis memorias,
el mundo es mío, lo vi.
De Los Arroyos al cielo,
mi historia no tiene fin.
(Coro)
¡Ay, hombre de un solo ojo,
con el izquierdo ve el mundo!
Luchador, comunista fiel,
su camino fue profundo.
De Los Arroyos al cielo,
su nombre no se olvida.
Con esta me despido,
de un hombre de corazón,
de Los Arroyos, valiente,
lleva el pueblo en su canción.
Que resuene este corrido,
por siempre en Nuevo León.
« El Porvenir »
