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Opinión Editorial


Mirar a quienes miran


Publicación:01-07-2025
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Talese alude, desde el título, al famoso personaje del cuento de Herman Melville

Al despuntar la década del cincuenta, un joven estudiante de periodismo entró a trabajar como recadero en el New York Times, su meta consistía en llegar un día a las salas de redacción. Mientras tanto, sobrevivía en las profundidades del mar de la industria de la prensa: comía junto a correctores y cajistas, mezclando el aroma del café con el olor de la tinta y animando la sobremesa con aventuras del mundo de las imprentas. Hasta que un día logró colar una historia a las rotativas: la del operador del gigante tablero electrónico de Times Square. La nota contaba la vida de James Torpey: demiurgo, desde 1928, del rótulo electrónico que anunciaba los encabezados de las noticias más importantes (elecciones presidenciales, estallidos o ceses de guerras, campeonatos deportivos) que publicaba, a unas cuantas cuadras, el célebre diario neoyorquino. El texto no llevaba firma, pero su autor había nacido con él.  Se llamaba Gay Talese. Setenta años después, el mismo Talese evocaría (y recrearía) esos días en Bartleby y yo. Retratos de Nueva York. El libro, más que una autobiografía, es una memoria del oficio: la narración, "detrás de cámaras", de su vida como periodista.

            Talese alude, desde el título, al famoso personaje del cuento de  Herman Melville: ese escribano de Wall Street que optaba por no hablar más de lo necesario, y a cada petición, sugerencia o encargo respondía: "preferiría no hacerlo". Para el autor, Bartleby (de quien nunca sabemos casi nada de su vida, salvo que se alimentaba frugalmente de galletas de jengibre) había dado, de manera indirecta, voz a los ciudadanos anónimos de la urbe: esos "donnadies" convertidos a la postre  en testigos mudos del acontecer de su tiempo. Aquellos que han mirado la vida. Desde sus primeros artículos, Talese se propuso mirarlos a ellos y escribir sobre su universo.

            En los años sesenta, Talese protagonizó la revolución literaria del llamado Nuevo Periodismo (junto con Tom Wolfe, Truman Capote y Norman Mailer), el cual consistía, entre otras cosas, en equilibrar la rigurosidad y la documentación, con la buena prosa, la imaginación y la perspectiva del escritor (a través de un amplio repertorio de técnicas narrativas). Hijo de un sastre católico de origen italiano, Talese, nacido en Ocean City, Nueva Jersey,  había asistido a la Universidad de Alabama en donde experimentó, de primera mano, la atmósfera segregacionista del sur.  Para 1965, había dejado el New York Times y se había convertido en redactor habitual de la famosa revista Esquire, que, al ser una publicación mensual, le ofrecía mayor tiempo y más espacio para su escritura. La experimentación formal siguió aumentando. Las bondades de Esquiere venían acompañadas de algunas cláusulas molestas, como la de tener que escribir sobre personajes famosos. Como Bartleby, Talese "prefería no escribir sobre celebridades, pues sabía por experiencia que pocos de ellos mostraban respeto por los escritores, con frecuencia se presentaban tarde a las entrevistas -si es que llegaban a hacerlo- y acostumbraban a solicitar que sus jefes de prensa o abogados los acompañaran durante los encuentros y que se les permitiera revisar los artículos antes de su publicación".  Frank Sinatra fue uno de esos encargos. El resultado fue una pieza maestra del Nuevo Periodismo: "Sinatra está resfriado".

            Tal vez el reto mayor enfrentado por la prosa de Talese ha sido la búsqueda de la trascendencia de lo cotidiano, sin alejarse de los temas comunes. Al mirar a los que miran, nos ha contado historias humanas, sencillas y anónimas en apariencia, pero sumamente complejas en el fondo. No ha escrito la historia de Nueva York, sino la de sus habitantes, y con ello ha confeccionado relatos llenos de vida, de contradicciones y de aspiraciones, trazando el mapa sentimental de la urbe y colgando fotos en el álbum de recortes personales que las abuelas guardaban en el neceser. Todo sin caer en la manía de la exhibición ni en la sobre exposición que abunda hoy en las redes sociales. Talese ha sido, a lo largo de su longeva existencia, un detective tras los rastros humanos en una sociedad que tiende con celeridad a la deshumanización.  




« Víctor Barrera Enderle »