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Opinión Editorial


Muerte


Publicación:24-09-2025
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Es la muerte, como muchísimas otras cosas de nuestra existencia, un hecho de contrastes

"Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, 

así una vida bien usada produce una dulce muerte." 

Leonardo da Vinci

Es la muerte, como muchísimas otras cosas de nuestra existencia, un hecho de contrastes.

En términos generales nos entristece la partida de un familiar, de un amigo, de un conocido; se nos encoge el alma al rememorar su vida, sus anécdotas, su rostro y sus vivencias.

La mayoría tendemos a ser un poco más buenos, a recordar los aspectos positivos, a enaltecer su paso por este mundo y a dedicarle frases bonitas; hay quienes, faltos de luz y con enormes afanes protagónicos, aprovechan el momento para "colgarse" del muerto y presumir que los conocieron, publican fotos juntos y cuentan historias en las que exageran porque la otra parte ya no está aquí para desmentirlos.

Humanos al fin.

El fallecimiento de Débora Estrella, la conductora de noticias de la TV, cimbró a Monterrey porque la chica poseía una enorme personalidad, una sonrisa franca y era un dínamo en cuestiones de trabajo; atenta, servicial, sencilla, humilde, un poco tímida y al mismo tiempo adicta a la adrenalina.

No tuve el gusto de conocerla, pero sí conozco desde hace más de 50 años a su padre y su deceso me dolió, como a muchos, por lo inesperado, por la forma, porque era un rostro que por cuestiones de trabajo veía de manera cotidiana.

Sin embargo en estos días han aparecido dos tipos de personajes que me causan un inmenso asco: los que presumen haber sido sus "descubridores" y otros, mucho peores, que en comentarios de medios y redes sociales se han atrevido a escribir frases despectivas, hirientes, faltas de verdad, de humanidad y sobre todo hombría, acusándola de cosas que de ninguna manera pueden ser creíbles ni ciertas. ¡Buitres carroñeros necesitados de atención que buscan generar reacciones para tener interacciones y de esta manera sentirse importantes, sin darse cuenta del alcance de su mísero comportamiento!

Los seres humanos somos extraños. Lo normal, lo común, es que hagamos referencia de los recién fallecidos con frases como "tan buena gente que era" y olvidemos o minimicemos sus defectos o errores, aunque ellos, los que recién partieron, también eran como todos, seres humanos con virtudes, debilidades y fallos.

La muerte de Mauricio Fernández es un caso distinto, aunque la reacción generalizada es exactamente igual.

Como "Don Julián", el del corrido de "El Perro Negro", Mauricio vivió "acostumbrado a mandar" y en ello se llevaba trancas, aunque es menester reconocer que fue además de disruptivo, contestatario y audaz, un servidor público eficiente, generoso, con una gran visión y con un enorme valor que hoy se extraña en los políticos: honesto.

Con él hoy he visto mil historias y otro sin fin de fotografías. Yo tengo alguna a su lado, lo entrevisté varias veces, coincidimos y diferimos, pero siempre con respeto y al final nos dábamos las gracias y un apretón de manos.

Un personaje en toda la extensión de la palabra, locuaz, divertido, atrevido, que no atendía consejos, que actuaba bajo sus propias reglas, pero que poseía una personalidad arrolladora que le hizo ser cuatro veces alcalde de San Pedro y eso sólo habla de una cosa: resultados.

Ya mañana o pasado empezarán a salir los buitres que también le colgarán milagritos o se expresarán mal de él, porque lo que en realidad buscan, insisto, no es demeritar su paso por la vida, sino colgarse de la fama ajena para tener unos minutos de atención.

La muerte es extraña.





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