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Opinión Editorial


Vecinos


Publicación:01-10-2025
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Somos vecinos y a menos de que seamos millonarios, lo seguiremos siendo por muchos años

"Es más fácil amar a la humanidad en general que al vecino"

Eric Hoffer

A los que somos un poco mayores, nos toca vivir con una generación extraña, que exige a gritos respeto, que se pronuncia por preservar el ambiente y proteger a los animales, que está en contra de la guerra y a favor de las causas justas, pero que es excesivamente cruel y despiadada cuando de manera anónima en las redes sociales adopta un papel contestatario y retador, burlándose de todo y de todos, simplemente porque sí.

Poco a poco nos hemos ido mimetizando de su actitud y a la intolerancia natural que dan los años le hemos agregado ese toque de sarcasmo cuando convivimos en las redes sociales; a pesar de que fuimos criados bajo normas de respeto y civilidad, caemos con facilidad en la absurda creencia de que ahí todo se vale y que las palabras no tienen consecuencias.

Con el auge de la tecnología y los sistemas de mensajería instantánea, en muchas colonias se han creado grupos de vecinos que nacieron con el sano interés de la protección mutua y de apoyarse para buscar hacer de nuestro entorno un mejor lugar para vivir.

Funcionarios bien por un tiempo, sin embargo un día a una vecina se le ocurrió utilizar el chat comunitario para ofrecer tamales y otra después quiso vender productos de belleza; las ofertas fueron creciendo al grado de que las alertas por posibles peligros o la discusión de ideas sobre problemas reales de la comunidad quedaron atrás.

Así, los grupos fueron perdiendo miembros que, cansados del tianguis virtual, cancelaron definitivamente su participación.

Sin embargo desde hace algún tiempo en los pocos grupos de este tipo que aún existen, han aparecido un nuevo tipo de personajes a los que no encuentro palabras precisas para definir. Me parece que son seres necesitados de afecto o atención y que para conseguirlo se oponen a todo y lo hacen emitiendo comentarios agresivos y burlones, casi siempre escondidos en el anonimato.

Hace algunos días en el grupo que existe en la colonia donde vivo alguien comentó que era comprensible que de cuando en vez, sobre todo los fines de semana, alguna familia organizara una reunión y además de poner música a niveles estridentes y tapar cocheras, extendieron su pachanga hasta altas horas de la noche. La queja del vecino es que ese tipo de reuniones en su calle ya se estaban dando casi a diario y en su comentario incluía que hay personas que deben trabajar, adultos mayores y algunos enfermos, que requieren descansar.

La respuesta inmediata no de uno, sino de varios, fue burlarse, decir que si no les parecía se cambiasen de casa, que están en su derecho de hacer fiestas todos los días si así les place y concluirlas hasta el alba si así lo deciden. Otro más escribió que como no tenía dinero y se iba a casa, iba a cerrar la calle para organizar ahí su fiesta y llevar un grupo musical.

Y me pregunto, ¿en qué momento nos extraviamos? ¿Cuándo dejamos de lado el respeto y el sentido de convivencia? ¿Es que acaso no entendemos aquello de la protección de la manada? (Bueno, esto último no, porque de inmediato surge el pleito por convertirse en el líder y el asunto se pone peor).

Hasta hace algunos años, cuando no había grupos de Whats app, conocíamos a la mayor parte de nuestros vecinos por su nombre y teníamos idea de a qué se dedicaban, los nombres de los hijos, su procedencia y demás. 

Algo ocurrió, pero de pronto nos aislamos, nos encerramos en nuestro pequeño mundo y no sabemos ni siquiera el nombre de quien vive al lado. Preferimos la convivencia impersonal del teclado, a vernos cara a cara.

Por seguridad, por nuestro bien y sobre todo por salud mental, sería ideal el encontrar fórmulas para erradicar las malas prácticas en estos grupos que tienen un noble y productivo propósito, habría que encontrar la forma de limitar a los "niños de cristal" y enseñarles que nuestras preocupaciones de hoy serán las de ellos dentro de algunos años.

Somos vecinos y a menos de que seamos millonarios, lo seguiremos siendo por muchos años.





« Francisco Tijerina Elguezabal »