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Opinión Editorial


Palabra


Publicación:26-03-2025
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"Hombre el que tiene palabra y más el que la sostiene", dice el refrán mexicano y está visto que para algunos políticos este valor no vale

"Hombre el que tiene palabra, y más el que la sostiene"

Refrán mexicano

Aprendido desde la infancia en el seno familiar que la palabra empeñada equivale a lo mismo que firmar un papel, y que honrar esa palabra te convierte no sólo en una persona de bien, sino en alguien confiable, ha sido, como para muchas otras personas, un valor que he tratado de preservar al máximo a lo largo de mi vida.

No han sido pocas las ocasiones en que me he topado con pillos, granujas y poco hombres (y también mujeres) que se han aprovechado de la buena fe y que han faltado a su palabra al incumplir un compromiso económico o de otro tipo. A pesar de ello, sigo creyendo en la gente y sigo empeñando mi palabra como señal de cumplir a cabalidad con un trato.

Mayor que yo por casi tres meses, desconozco si en su entorno familiar instruyeron con este y otros valores a José Gerardo Rodolfo Fernández Noroña, Senador de la República, pero por los hechos vividos me parece que no o tal vez sí, pero no aprendió esa lección.

Los tiempos y muchas cosas han cambiado y a muchos jóvenes de hoy les vale no sólo la palabra, sino hasta lo que firman y por ello viven metidos en líos, creyendo que todo en la vida es fácil y que nunca les ocurrirá nada; sin embargo, siendo contemporáneos, cualquiera pensaría que el Senador de Morena sabe de que si se contrae un compromiso, sobre todo públicamente, es necesario cumplir lo pactado a pie juntillas.

Y ahí tiene usted, que ante la denuncia de algunos periodistas de que había viajado en primera clase a Europa, el legislador reaccionó fiel a su costumbre de ser pendenciero y retó a través de una publicación en sus redes sociales a quienes divulgaron su vuelo, a que lo demostraran, comprometiéndose (subrayo el comprometiéndose) a que si se lo demostraban renunciaría a la política y a su cargo como Senador, pero que si no lo podían hacer los periodistas también tendrían que renunciar a su trabajo.

Y anda tu, que aparece una foto de Fernández Noroña en ese vuelo sentado en un lugar de privilegio en la cabina y obvio se vuelve viral. Su mentira estaba demostrada.

Típico en él, que toda la vida ha sido un echador "asusta tontos" que gritonea pero no trae con qué responder cuando le cantan un tiro, dijo que "él no viajó en primera clase, sino en business class, que no es lo mismo".

Está como aquella muchacha del pueblo que para no decir que se despojaba de sus ropas con suma facilidad en cualquier encuentro con un hombre, decían: "es que fulanita es muy enamorada", aunque por lo bajo comentaban "es que es bien "güila", zorra, facilota y otros calificativos más que para el caso vienen siendo lo mismo.

Fernández Noroña no renunció y no va a renunciar por su declaración fue un cohetón, un fuego de artificio, una burla, una mentira para intentar salir del paso, pero más que ello, no dejará su cargo ni la política porque para él su palabra no tiene valor ni tiene un compromiso serio y formal con su imagen ante los mexicanos.

"Hombre el que tiene palabra y más el que la sostiene", dice el refrán mexicano y está visto que para algunos políticos este valor no vale.





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