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Procrastinación Divina

Publicación:22-11-2025
TEMA: #Agora
El uso de apellidos comenzó a extenderse por Europa occidental entre los siglos IX y XII
Los monstruos de la oscuridad
Olga de León G.
Tenía por costumbre salir después de las cinco de la tarde, en verano, pues a esa hora la temperatura empezaría a descender un poco, y más después de las siete. No toleraba el calor, a pesar de que sudaba muy poco. Pero el regreso a casa desde donde quiera que anduviera, era otro problemita si lo hacía ya tarde, digamos a las nueve o diez de la noche, peor cerca de las once.
Vivía sola. No tenía quien la regañara. Además, ya era adulta mayor. Se cuidaba por ella misma de no sufrir ningún percance andando en la calle de noche; sobre todo, porque no veía muy bien. Solía decir que los monstruos se le aparecían por la noche...eran las sombras y lo borroso que veía todo.
Lo sabía muy bien, no debía y no podía manejar de noche. A las ocho ya debería estar de regreso, hubiese salido a la hora que fuese. Máxime en invierno; por eso no aceptaba compromisos después de las cinco de la tarde. No salía con frecuencia en las tardes; solo atendía desayunos, almuerzos o comidas, para regresar a su casa a las seis cuando más tarde. No quería toparse con los monstruos que pudieran causarle no viera claramente el camino, ni calcular las distancias.
Su esposo había fallecido hacía más de ocho años, estaba acostumbrada a vivir sola. Eventualmente, durante las vacaciones de verano o las de Navidad y Año Nuevo, la visitaba un sobrino que venía de Estados Unidos, donde vivía toda su familia, la poca que le quedaba. Su esposo y ella se habían venido a vivir a esta ciudad desde hacía treinta años; se trajeron sus ahorros, ambos trabajaron mucho, ella tuvo allá almacenes de ropa. Aquí, compraron un terreno y construyeron una casa a su gusto: con cocina muy amplia.
A doña Mary se le "olvidaba" a ratos que pronto cumpliría noventa y dos años, no setenta y cinco. Solo cuando quería presumir de que todavía manejaba, como así era efectivamente, decía su verdadera edad. Realmente se veía bien, sana y fuerte. Ella estaba al pendiente de todo lo que necesitaba médicamente y se atendía. Pero, había ido dejando para después lo de su visión: operarse las cataratas.
Hasta que alguien le dijo que así no debía manejar más. Romper su independencia y depender de otro, así fuera un chofer de taxi, eso le molestó, y se decidió por ver al Oftalmólogo. Resultó que también tenía Glaucoma, en ambos ojos, aunque más alta la pérdida de visión en el izquierdo que en el derecho; de ahí provenían sus monstruos de la noche y a veces, hasta del día.
Para luego fue tarde, de inmediato buscó la mejor opción de Oftalmología y se puso en sus manos. Tras los estudios pertinentes y repetidos durante cuatro o cinco meses, estuvieron de acuerdo en operar el ojo más afectado, el izquierdo. Le prometieron que, si todo salía bien, le seguirían con el glaucoma. Doña Mary no podía estar más feliz: su libertad seguiría prevaleciendo.
Por primera vez en su vida, en México, ella recurrió a una Institución pública: Oftalmología de la UANL, le habían dicho que era la mejor Institución en su ramo. Ella no era una persona nerviosa por naturaleza, pero ya habían intentado entrar en su casa algunos ladrones, en dos ocasiones, estando ella dormida y, claro, sola. Así que sí tenía un poco de miedo también por otras cosas, como por lo de su operación. Habló con su hermana de E.U.A., para que le mandara al hijo, su sobrino, pues un familiar debía estar con ella el día de la operación. Así sucedió y Mary se tranquilizó.
La operaron de la catarata salió muy bien y al día siguiente, el sobrino la llevó para que le retiraran el parche del ojo y lo revisaran; le prescribieron algunos medicamentos y le dijeron que la verían en dos semanas para la última revisión, antes de darla de alta.
Las dos semanas y el mes se fueron volando: había sido un éxito su operación y ella no se cansaba de contar lo riguroso y profesional que había sido todo el proceso de la operación. Felicitó a la Anestesióloga, enfermeras a cargo; la Doctora, que la intervino y al Doctor Maestro que la dirigió y asesoró en todo.
Su sobrino regresó a EUA y Mary volvió a estar sola.
Cierta madrugada, alguien intentaba meterse a su casa. Oyó ruidos; y aunque no entraron, su corazón no resistió el susto de esos monstruos de la noche: murió.
La alfombra roja
Carlos A. Ponzio de León
Si tuviésemos que recordar a algún hombre de la antigüedad a quien conocemos por linaje familiar y cognomen (o nombre heredado simbólico), sin conocer su nombre de pila, encontraremos el caso de Poncio Pilato. A muchos otros los conocemos por nombre y clan familiar (y a veces también por sobrenombre familiar), o por nombre y ciudad de origen, o nombre y epíteto o sobrenombre honorífico: Marco Aurelio, Galio Julio César, Jesús de Nazareth y Alejandro Magno, son cuatro ejemplos. Pero en el caso de Poncio Pilato, desconocemos su nombre de pila. El equivalente moderno a su apellido fue Poncio, el cual derivó en otras modalidades a lo largo del tiempo y regiones: Pons en Francia, Ponce en España, Ponzio en Italia, entre otros que deben añadirse.
Poncio, entonces, fue el equivalente al apellido de aquel "infame" gobernador y personaje bíblico, liberado por Dios de toda responsabilidad por los 150 azotes y crucifixión de Jesús. En realidad, fue el único que defendió al Nazareno del odio de la turba judía. Por supuesto, ni si quiera los Apóstoles defendieron a su Maestro en el momento crucial; (estaban indefensos, claro está). Pero Pilato lo intentó, hasta que el poder le fue arrebatado por la influyente masa enloquecida por el odio y la envidia (Carta de Pilato a Tiberio, Apócrifa).
Un curioso Papa en Roma, siglos después, quiso cambiar el peso de las responsabilidades del asesinato, trasladándolo de la turba, a un solo hombre: Poncio Pilato. Vale la pena, querido lector, investigar quién fue ese Papa y que religión profesaba en realidad, que no era el Catolicismo francamente.
El uso de apellidos comenzó a extenderse por Europa occidental entre los siglos IX y XII. Quizás sea por el origen romano del linaje, o quizás por la nueva costumbre europea, puede situarse la raíz del apellido Ponzio en Avezzano y Sicilia, en Italia. El poeta Octavio Paz, quien dedicó su obra literaria completa a la esperada llegada de un solo hombre, me le dijo.
A mediados del s. X; Dios ya había dado señales inequívocas de que, en ocasiones, ama las paradojas. Salomón mandó matar a un niño para salvarlo y hacerlo vivir junto a su Madre. Epicteto fue esclavo y enseñaba a ser libre a la gente. Bach fue padre de hijos que murieron, pero no de la Música que sería inmortal. Mozart escribió la música más fina, siendo un hombre de lengua vulgar. Beethoven compuso música gloriosa, siendo sordo.
¿Bajo qué apellido habría de venir por segunda ocasión?
Mientras escribo este texto, bebo té chai descafeinado y agua mineral. Me encuentro en un restaurante de estilo francés, al sur de la ciudad. Hay amplios vitrales de un lado y luces cálidas cuelgan del techo. Las mesas y sillas, de madera, proveen una atmósfera acogedora.
Cada agua mineral cuesta 57 pesos y ordené 7. Cada jarrita de té cuesta 89 y ordené 3. Pido la cuenta y el mesero llega con el total: $666. Escucho SU voz que me dice: "De esta manera, Charly, marco a Natán con el número de la Bestia".
La luz cae como una idea sobre el muro blanco: revela. Cada sombra es una palabra que se dijo, cada grieta, un pensamiento que descuartiza antes de nacer. El tiempo no avanza: se abre como una flor detenida en el aire y en su centro palpita el ojo de Dios, cansado de tanto mirar. Camino por el pasillo de espejos donde mi rostro se multiplica y se niega. ¿Quién soy cuando la multitud me piensa? ¿Qué soy cuando no me nombro? El silencio me responde con su lengua de agua: soy el eco de una pregunta que ha sido olvidada.
La noche no cae: asciende. Desde el fondo de la tierra, sube como humo antiguo, como un recuerdo que no es mío, pero me pertenece. En el cruce de dos sueños, encuentro una herida que respira. La tomo y me toca. Me dice que el mundo no es lo que creemos, sino lo que arde detrás de los ojos. El instante se rompe como un vaso de cristal y cada fragmento es un universo. No hay centro, no hay borde: sólo el temblor de lo que está ya dicho. Y en ese temblor, en ese casi, en ese todavía no, habita la verdad.
La piel es la página donde escribo la eternidad. Mi deseo es una fuerza que dobla la luz. Te pienso y te desnudo. Cada gesto tuyo es una promesa que se abre como fruta madura. El amor se revela: un relámpago en tus muslos. Tus labios beben mi agua. Entro en tu templo sin nombre, guiado por la música de tu sexo. Bebe la semilla eterna.
Hágase Justicia Divina a partir de este momento.
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