Opinión Editorial
Aumento Salarial para los Docentes
Publicación:19-05-2025
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Cada 15 de mayo, los docentes de México esperan con entusiasmo la celebración del Día del Maestro.
Cada 15 de mayo, los docentes de México esperan con entusiasmo la celebración del Día del Maestro, un momento no solo para reconocer su labor, sino también para recibir noticias sobre los beneficios económicos que impactan directamente su calidad de vida. Este día, marcado por la tradición, reúne al poder ejecutivo, representado por el gobierno federal, y al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), junto con sus secciones locales, como las 50 y 21 en Nuevo León. Es una fecha en la que se presenta el pliego petitorio anual, un documento que refleja las demandas del magisterio y que, en 2025, culminó en un anuncio significativo: un aumento salarial del 9%, con la promesa de alcanzar el 10% a partir de septiembre.
Este incremento es un logro notable, especialmente si se compara con los años de gobiernos neoliberales, cuando el magisterio enfrentó un trato desfavorable. Durante esa época, los aumentos salariales eran mínimos, oscilando entre el 3% y el 5%, lo que, en términos reales, se traducía en un impacto directo al salario de apenas un 2% o 3%. En contraste, el aumento actual representa un avance significativo. Para ilustrar, consideremos a un docente con un ingreso mensual promedio de 10,000 pesos. En el pasado, un aumento del 3% significaba 300 pesos adicionales al mes, elevando su salario a 10,300 pesos. Con el nuevo incremento del 9%, el mismo docente podría ver su salario y prestaciones aumentar a 10,900 pesos, y con el 10% en septiembre, a 11,000 pesos. Este ajuste, aunque no resuelve todas las carencias del magisterio, es un paso hacia una remuneración más digna.
El aumento, retroactivo al 1 de enero de 2025, también implica un pequeño ingreso extra para los docentes, un "ahorrito" que, aunque modesto, es bien recibido. Sin embargo, este logro económico no puede analizarse sin considerar el contexto político y sindical que lo enmarca. El SNTE, como principal representante del magisterio, ha aceptado este incremento con satisfacción, reconociendo que responde a una de las demandas clave de su pliego petitorio: la búsqueda de estabilidad y seguridad económica para los docentes.
La mentalidad del docente, como bien se ha señalado, está orientada hacia la seguridad laboral. A diferencia de un emprendedor, que asume riesgos en busca de independencia financiera, el maestro prioriza la certeza de un ingreso estable. Esta preferencia no es un defecto, sino una característica inherente a la profesión. Mientras un trabajador independiente puede ganar 500 pesos en un día, su ingreso depende de la constancia del trabajo; si no hay trabajo, no hay dinero. En cambio, el docente, al integrarse a una estructura institucional, acepta un salario fijo a cambio de estabilidad, aunque esto limite su potencial para acumular riqueza. Para aquellos maestros que desean mayores ingresos, el autoempleo o los negocios son opciones viables, pero no son la norma dentro del magisterio.
En este contexto, la seguridad social se convierte en un tema central. Según la pirámide de necesidades de Maslow, la seguridad es una prioridad fundamental antes de buscar el desarrollo profesional o la autorrealización. Sin embargo, el sistema financiero actual, basado en cuentas individuales en Afores, plantea desafíos significativos. Estas cuentas, que dependen de las aportaciones del trabajador, el empleador y el gobierno, no garantizan pensiones dignas para todos. Un docente con un salario bajo acumulará una bolsa de ahorro limitada, insuficiente para sostenerse tras el retiro. Este problema se agudizó con la reforma al ISSSTE de 2007, implementada durante el gobierno de Felipe Calderón, que trasladó las pensiones a un esquema de cuentas individuales, rompiendo con el modelo colectivo del pasado.
Aquí entra en escena la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), un movimiento sindical que, a diferencia del SNTE, adopta una postura más radical. La CNTE aboga por revertir las reformas neoliberales y restaurar un sistema de seguridad social colectivo, financiado por un fondo común de los docentes y gestionado a través del ISSSTE. Esta demanda, aunque ideológicamente atractiva, enfrenta un obstáculo insalvable: las finanzas públicas de México están al borde de una recesión. La presidenta Claudia Sheinbaum, a pesar de su simpatía por las causas del magisterio, ha declarado que retomar el modelo de pensiones colectivas es inviable. El país no cuenta con los recursos para sostener las pensiones de los jubilados actuales y, al mismo tiempo, garantizar las de los futuros retirados.
La negativa del gobierno ha desencadenado una respuesta contundente por parte de la CNTE: una huelga indefinida que comenzó esta semana en estados como Oaxaca, Michoacán, Chiapas y el Estado de México. Esta movilización, aunque busca presionar al gobierno, tiene consecuencias devastadoras para los estudiantes, quienes corren el riesgo de perder el ciclo escolar. Los padres de familia y los alumnos, ajenos al conflicto, son los más afectados. Mientras tanto, la CNTE, financiada por fuentes opacas, mantiene campamentos con cientos de casas de campaña cuyo costo equivale a medio salario mensual de un docente. Este derroche, combinado con actos de violencia, refuerza la percepción de la CNTE como una organización que prioriza el poder y los recursos sobre el bienestar educativo.
El conflicto entre el SNTE y la CNTE también refleja una lucha interna dentro del morenismo. El SNTE, liderado por un senador de Morena, mantiene una relación más pragmática con el gobierno, aceptando el aumento del 10% como un logro realista. La CNTE, por su parte, adopta una postura radical, exigiendo cambios estructurales que el gobierno no puede cumplir. Esta división recuerda los días del corporativismo priista, cuando el gobierno controlaba a los sindicatos, pero enfrentaba la resistencia de grupos disidentes como la CNTE. Durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, la CNTE obtuvo concesiones significativas, pero ahora, bajo el liderazgo de Sheinbaum, enfrenta una postura más firme.
El panorama es complejo. Por un lado, los docentes celebran un aumento salarial bien merecido, un reconocimiento a su labor en un contexto históricamente adverso. Por otro, la lucha sindical amenaza con desestabilizar el sistema educativo, afectando a millones de estudiantes. La CNTE, con su agenda maximalista, parece dispuesta a mantener la presión, incluso a costa de la niñez. Mientras tanto, el gobierno debe equilibrar las demandas del magisterio con la realidad económica del país.
En conclusión, el Día del Maestro 2025 ha traído consigo un aumento salarial significativo, un motivo de celebración para los docentes. Sin embargo, la pugna entre el SNTE y la CNTE, combinada con los límites financieros del país, augura un periodo de tensiones. Los maestros, merecedores de este incremento, deben disfrutar de su logro, pero también reflexionar sobre el impacto de las luchas sindicales en el futuro de la educación. Por ahora, felicidades a los docentes por su aumento, y que este sea un paso hacia un reconocimiento más amplio de su invaluable labor.
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