Opinión Editorial
Vacío existencial
Publicación:02-04-2025
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El vacío existencial irrumpe en la vida trastocándolo todo
Todos estamos rotos, así es como entra la luz
Ernest Hemingway
Cuando la vida se experimenta vacía, sin sabor ni chiste, cuando todos los días parecen el mismo día, cual retrato que va desgastándose, perdiendo su brillo, el vacío existencial irrumpe en la vida trastocándolo todo.
El vacío existencial es una experiencia humana, esto quiere decir que ni los animales ni las plantas lo padecen, se encuentra íntimamente vinculado con la capacidad de pensar y cuestionar, de explorar y expandir los horizontes de vida.
Los humanos habitamos dos existencias: una biológica, aquella de la mera vida celular, y otra subjetiva, del sentido y significado de la propia vida, de los porqués que animan –o apagan—la existencia. No es algo que nos sea dado automáticamente por el hecho de nacer, sino que es una conquista, una apropiación singular que se construye durante el trayecto de cada vida. Jorge Forbes, psicoanalista brasileño, comenta que a menudo algunas personas presentan un reclamo, sobre todo a la familia, por no haber recibido de ella un nombre justo al deseo, por no haber recibido ese sentido de vida de los padres. Efectivamente, la familia, las madres y los padres, también la escuela, en cierta forma, a lo mucho, pueden ayudar a que cada persona pueda tomar sus decisiones de vida, andar su propio camino, inventar los gestos y estilos propios que le otorguen un sentido singular a su existencia, pero nunca saber de antemano, ni mucho menos imponer, el sentido último de la existencia.
Por otro lado, la experiencia del vacío existencial es un acontecimiento límite en la vida que puede cumplir con la función radical desde donde surgirá una cierta claridad para decidir sobre lo que se desea, así como aquello con lo que se quiere terminar. Es decir, la experiencia del vacío existencial puede funcionar como la ocasión para el cambio y transformación de la propia vida. Ya que la misma obscuridad –como experiencia subjetiva—puede ayudar a que la luz brille de manera aún más clara. No es raro encontrar experiencias de vida donde a partir de una dificultad apremiante las personas experimentaron, al mismo tiempo que sufrían una gran crisis, una claridad de pensamiento y acción que nunca habían experimentado en sus vidas, permitiéndoles una ligereza de acción, como si ahora todo fuera más evidente, menos complicado lo que se desea y lo que no.
Si el sentido o los sentidos de vida no existen de manera natural, es decir, no están dados por el simple hecho de existir, sino son experiencias relacionadas íntimamente con la singularidad de cada persona (gustos, talentos, habilidades...) aquello que funciona como eje de su vida, algo sagrado por lo cual se estaría dispuesto no sólo a dar la vida, o a que valga la pena, sino a que la vida misma posea una fuerza, un elemento de expansión, como lo es el deseo singular, la vocación, que siempre apunta hacia la invención y amplificación, que no está dado a priori, sino requiere ser creado y sostenido por la acción que funciona como causa, sentido, significado y camino de vida.
« Camilo E. Ramírez »
