Opinión Editorial
Resistencias al cambio
Publicación:22-10-2025
++--
Es mejor no hacer absolutamente nada y dedicarse a ver la vida pasar
Desde que el mundo es mundo, o más bien, desde que el ser humano irrumpe en la historia, existe una tensión entre la conservación y la transformación, los movimientos reaccionarios y los de vanguardia.
En prácticamente todo quehacer humano se juegan esas dos posturas. Hay quienes sostienen que antes la vida era mejor y, por lo tanto, debemos retornar a dichas prácticas, mantenernos en ellas el mayor tiempo posible a fin de garantizar la paz, la seguridad y el desarrollo, mientras que otros, buscan crear el mundo a cada instante, cual lógica del surf, que no retrocede ante cada ola, sino la encara con nuevos brillos. Ya que "la mejor forma de predecir el futuro es inventarlo" (Jorge Forbes).
En prácticamente todo contexto humano, desde el individual, familiar y educativo, al corporativo, político, social, etc. las posturas de la conversación y el cambio, conviven y se enfrentan. "Aquí siempre lo hemos hecho así", "No vengas querer cambiarlo todo" ... quién no ha escuchado esas expresiones en el lugar de trabajo. Que, por otro lado, se confrontan con los deseos de algo diferente y mejor, las cuales hablan de un deseo inherente al humano por expandir los horizontes de vida, por el cambio y la transformación.
Si nos detenemos a pensar por un momento, los humanos en tanto entidades bio-psico-sociales, nunca permanecemos estáticos, nuestras vidas están marcadas por la búsqueda, el aprendizaje, la exploración y la transformación. Incluso cuando no se desea aprender ni hacer nada, el cuerpo y la mente tienden al cambio y al movimiento, precisamente porque algo en nuestra naturaleza vacía y sin esencia ni determinismos biológicos que nos marquen qué pensar y hacer, que da lugar a la creatividad y al movimiento, a la flexibilidad y responsabilidad.
Ante la posibilidad del cambio nos podemos encontrar con respuestas comunes, que se pueden ubicar bajo la expresión de "resistencias al cambio", como, por ejemplo: la queja, el ataque y la desesperanza. La primera, la queja se refiere a expresar un rechazo directo al cambio, argumentando que se está muy bien en el estado actual, que el cambio va a traer gasto innecesarios de recursos físicos, mentales y económicos que bien se podrían ahorrar, obedece al "no le muevas, mejor déjalo así", la segunda, el ataque, puede alternar una supuesta aceptación de lo nuevo, considerarla como algo viable, pero viene acompañada de un doble mensaje de descredito a quienes intentan que surjan vientos nuevos de cambio, digamos que son "dictadores de closet" que por otro lado se manifiestan muy democráticos e innovadores, y, por último, la desesperanza, sustenta una posición nihilista y cínica que se manifiesta como derrotada antes siquiera de iniciar el cambio, argumentando que ningún cambio terminará por resolver las problemáticas que aquejan, por lo tanto, es mejor no hacer absolutamente nada y dedicarse a ver la vida pasar.
« Camilo E. Ramírez Garza »



