Opinión Editorial
Enfermedades
Publicación:04-06-2025
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La salud y la enfermedad, como la sanción de tranquilidad y dolor, son extremos necesarios que se diferencian por su contraste
A todos, al nacer, nos otorgan una doble ciudadanía, la del reino de los sanos y la del reino de los enfermos. Y aunque preferimos usar el pasaporte bueno, tarde o temprano cada uno de nosotros se ve obligado a identificarse, al menos por un tiempo, como ciudadano de aquel otro lugar
Susan Sontag
La enfermedad, como el dolor físico, son experiencias vinculadas estrechamente con nuestra dimensión biológica. Dimensión que no deja de guardar una relación intrincada con la vida mental y subjetiva, con el colectivo más amplio; están conectadas, son interdependientes. Por ejemplo, así como un pensamiento o actitud pueden desencadenar una serie de reacciones fisiológicas en ciertos sistemas y aparatos de nuestro organismo, otros procesos del organismo pueden activar palabras, evocaciones, amplias redes semánticas, frases, patrones de movimiento, incluso favorecer la evocación de recuerdos generando nuevas conexiones neuronales, "recableando" nuestro cerebro.
Por su parte la enfermedad irrumpe trastocando un cierto "silencio" en el cual el organismo permanecía tranquilo, ese estado de supuesto equilibro, el "no me duele nada, entonces he de estar bien", que expresa más de una persona cuando alguien le pregunta sobre su estado de salud, haciendo necesario un diagnóstico médico para poder determinar lo que el paciente padece a fin de elegir el o los tratamientos a seguir, dándose el alta —que puede ser algo relativo en el caso de condiciones de salud, más que de enfermedades—una vez que se ha logrado la restitución de ese punto previo considerado como normal y saludable.
La salud y la enfermedad, como la sanción de tranquilidad y dolor, son extremos necesarios que se diferencian por su contraste, al tiempo que nos recuerdan algo fundamental de nuestra existencia y que de faltar no hay mucho que se pueda hacer. Es difícil, por ejemplo, para quien tiene un intenso dolor de muela, alegrarse con los preparativos de una fiesta o saltar de gusto en un brincolín, planear algo a futuro cuando el presente se encuentra secuestrado por un dolor insoportable; primero buscará resolver lo más inmediato: aquello que está generándole dicha magnitud de sensaciones, para entonces poder pasar a otras posibilidades de disfrute y distracción. Por otro lado, la enfermedad y el dolor consiguen, gracias a la intensidad de algunas de ellas, poner cuestiones fundamentales de vida en otra perspectiva, como la fragilidad, el tiempo, la salud, la paciencia, el sentido de vivir... muchas veces al menos durante su ocurrencia, ya que una vez que desaparecen, se tiende a reorganizar nuevamente la existencia. ¿Recuerdan la pandemia? ¿Cómo inició? ¿Todo lo que fue sucediendo? ¿Cómo las cosas se transformaron?
« Camilo E. Ramírez Garza »
