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Opinión Editorial


¿Usar el camión?


Publicación:05-05-2025
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No lo digo yo, lo dicen y lo demuestran las grandes y prósperas ciudades.

No lo digo yo, lo dicen y lo demuestran las grandes y prósperas ciudades: la eficiencia de la movilidad urbana impacta directamente en la calidad de vida de los ciudadanos, la productividad económica y la sostenibilidad del medio ambiente.

Los desafíos- no se ocupa gran ciencia para saberlo- para que una ciudad, además de smart, se considere próspera, son resolver el caos vehicular, la seguridad y la desigualdad en el tema del transporte.

Podría referirme a miles de casos dentro y fuera de México, pero ¿para qué irme tan lejos cuando en nuestro amado Monterrey lo vivimos un día y otro también?

Hace unos días desde el gobierno del estado se hizo un llamado al usuario para dejar el automóvil y utilizar el camión.

"Le vamos a decir a la raza: mejor vente al camión, vas a tener clima, internet, cámara, seguridad, trasbordo, conexión al Metro, y ayúdanos a reducir el tráfico en la ciudad de Monterrey", declaró Samuel García en San Bernabé, donde entregó 25 unidades eléctricas para el TransMetro.

No es la primera vez que el mandatario estatal hace este tipo de exhorto y es hasta chocante que lo haga alguien que no conoce lo que es andar en el camión en su día a día.

Le concedo al Ejecutivo la imperiosa necesidad de priorizar el transporte sobre el uso del automóvil. Pero se ocupa mucho más que una invitación para que quien ya se hizo de su modesto cochecito, lo deje para regresar a largos tiempos de traslado, a filas, a mal encarados operadores, a ir en calidad de "sardina" en el camión, a correr el riesgo de ser saqueado o al manoseo dentro de la unidad. Créame que me quedo corta con lo que digo.

El clima en la unidad, la cámara, la seguridad y el internet, durarán mientras se mantenga viva la novedad. No es algo nuevo.

A quienes no nos queda más remedio que seguir utilizando el transporte público, que ya somos público cautivo, lejos de ofrecernos atractivos para seguirlo usando, nos marca más reglas: sube las tarifas, obliga al pago digital, pero ni mejora la frecuencia de paso, ni amplía horarios, ni ofrece alternativas para municipios en crecimiento y obvio, tampoco se habla de mejoras viales para desfogar el tráfico.

Para mejorar la movilidad urbana, se requiere, sí, desincentivar el transporte privado, potenciar el transporte público, una eficaz gestión del tráfico y fomentar modos alternativos de transporte.

Samuel ha trabajado para hacer crecer el Metro, pero sigue faltando el uso de tecnologías inteligentes para facilitar el tráfico en la ciudad; se ha hablado de retomar la semaforización sincronizada, pero va mucho más lento el tema.

Algunos gobiernos municipales han hecho esfuerzos para desplazar a determinados segmentos poblacionales y eso se aplaude.

Sigue haciendo falta una regulación real y efectiva en el tema de transporte de aplicación, cuyas tarifas ya rayan en lo grosero; y meter en orden a los taxistas que son su propio termómetro a la hora de cobrar, aunque las unidades parezcan meras carcazas contaminantes, en movimiento.

Es difícil dejar la comodidad del automóvil, tan difícil como generar nuevas vialidades cuando la concentración de población sigue representando el desafío más significativo para el crecimiento urbano y su movilidad, así como la calidad del medio ambiente.

Hay avances, nadie lo puede negar, pero aún es largo el camino para alcanzar la movilidad que nos merecemos.



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