Opinión Editorial
La disciplina que realiza
Publicación:25-06-2025
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La disciplina y esfuerzo aplicado al deseo singular de la vida, a lo que alguien desea realizar está fuera de la mera pretensión
He sido un hombre afortunado en la vida;
Nada me fue fácil.
Sigmund Freud
La disciplina y el esfuerzo aplicado a cosas o actividades que no interesan, que son impuestas desde "afuera" por un cierto deber ser, que nada o muy poco tienen que ver con lo que una persona ama y desea, terminan por sofocar, hartar y sumergir a quien las realiza en un activismo sin sentido, el abismo del aburrimiento de donde siempre existe la posibilidad de salir y resurgir.
Si, por el contrario, la disciplina y el esfuerzo se aplican a cosas y actividades que son singularmente atractivas para cada persona, entonces la vida se llena de vida, un aire fresco circula, puede aparecer la realización y, hasta podríamos decir que la persona se dignifica, experimenta el orgullo, el honor: el haber podido, por puro gusto, renunciado a una cierta satisfacción inmediata para focalizarse en algo que es sagrado, no necesariamente en términos religiosos, sino en sentido laico amplio: algo de lo cual no pudiéramos –¡ni queremos! – prescindir, ya que sin eso la vida, nuestra vida se precipitaría al vacío, sin ton ni son.
En el mundo en que vivimos, donde predomina, por un lado, el encanto de las sirenas de la satisfacción inmediata, con su promesa de fácil acceso a todo, una especie de paraíso insensible, efecto del dopaje permanente "todos-siempre-felices", que descarta toda posibilidad de esfuerzo y disciplina, de sacrificio (etimológicamente "hacer-sagrado") en la vida en pro de un relax eterno, y por el otro, de la muerte como espectáculo lucrativo, que se fascina en la pasión del odio, el escándalos y las agresiones, la disciplina aplicada a un deseo singular, relacionado con la vocación fundamental de cada persona, eso que en psicoanálisis se denomina, deseo inconsciente, una vida puede encontrar, no sólo la salida del sin sentido del dopaje, que detrás de cada consumo reitera la misma insatisfacción y a vivir bajo el sometimiento de la envidia y angustia transformada en odio, sino una forma, una plataforma para la realización personal, a poder vivir una vida significativa en los propios términos, además de poder ponerse en relación con los demás a partir de dicha singularidad.
La disciplina y esfuerzo aplicado al deseo singular de la vida, a lo que alguien desea realizar está fuera de la mera pretensión, comparación con el otro o el deber ser, se inscribe, más bien, en una lógica arbitraria sin ser dictatorial, no es imponerle a todos lo de uno, es tomarse en serio lo que uno desea hacer con el tiempo de vida y la propia existencia, darle vida a la vida a partir de lo que uno siente como una imperiosa fuerza de atracción a realizar algo diferente.
Como nos lo recuerda Simone Regazzoni en su extraordinario libro El gimnasio de Platón (que, dicho sea de paso, me encuentro traduciendo al español) en su origen la filosofía, el amor por la sabiduría, estaba íntimamente relacionada con la pasión por la fatiga, la lucha y el esfuerzo, no como una mera actividad física para quemar calorías, sino como un pensamiento en acto que se realiza en diferentes espacios, en la lucha, le dialogo, la reflexión... La búsqueda de la verdad no era, ni es, ni jamás será una mera retórica de discursos clavados a escuelas y escritorios, sino un acto de lucha, confrontación, cuerpo a cuerpo cuyos múltiples encuentros engendran algo nuevo y mejor...justo ahí donde, ese cuidado de sí, que plantea la filosofía, encuentra en la lógica del más allá del límite de las fuerzas y la fatiga, una dignidad, una superación de un límite, ahí donde la vida en movimiento y expansión puede experimentar una nueva forma de vida.
« Camilo E. Ramírez Garza »
