Opinión Editorial
Martha
Publicación:18-06-2025
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Martha Herrera no tuvo opción, desde niña vivió en casa el misticismo del servicio a la comunidad y lo convirtió en una forma de vida
“La vocación es la felicidad de tener como profesión la propia pasión”
Stendhal
Aquel 14 de agosto de 1982 Martha tendría apenas 14 años, pero seguramente su padre, el Ingeniero Óscar Herrera Hosking, la habrá llevado a ser testigo del histórico momento en que mediante una implosión fue derribado el último edificio que daría paso a la Macroplaza, el “Roberts”, en Padre Mier y Zaragoza.
Yo estuve ahí y fui el camarógrafo que grabó aquel suceso.
El año siguiente el Ingeniero se convirtió en el alcalde de Monterrey, dando continuidad a su trayectoria como servidor público.
Martha Herrera no tuvo opción, desde niña vivió en casa el misticismo del servicio a la comunidad y lo convirtió en una forma de vida. Se formó y forjó con el objetivo fijo de ayudar a los demás desde donde pudiese y fue buscando las mejores trincheras, las mejores formas, los esquemas más novedosos para no conformarse con lo mismo de siempre.
Nos conocimos en Cemex años después en tareas inherentes a la comunicación, pero su veta de darle un sentido social a todas las cosas estaba ahí y poco a poco fue delineando un área importantísima en la historia de la cementera, con un impacto social brutal en muchísimos países.
Su labor y trabajo inquebrantable han roto paradigmas y muros. Donde existe un problema y todo el mundo dice “no es posible”, Martha encuentra una forma de derribar los obstáculos y encontrar una salida; lo he visto infinidad de veces.
Creo sinceramente que ese apostado que ella tiene está cargado en su ADN, viene tatuado en su piel y lo lleva como consigna primaria en todo cuanto hace.
Al aceptar la invitación de Samuel García para formar parte del gobierno de Nuevo León y convertirse en la Secretaría de Igualdad e Inclusión sabía que no enfrentaría una tarea sencilla, pero Martha es, ante todo, una mujer de retos, y asumió la responsabilidad como todo lo que hace, con cabalidad y a tope.
Hoy, A casi tres años de distancia los resultados saltan a la vista. No se trata de dar por dar, como tampoco de utilizar los apoyos de una manera clientelar como su estilaba antaño; hoy la precisión es quirúrgica, lo que permite extender los alcances y ampliar la cobertura.
Hoy, a diferencia de lo que antes ocurría, los apoyos llegan a los poblados más recónditos del sur y norte de Nuevo León, no se centran en la zona metropolitana de Monterrey y atienden a las distintas capas de población vulnerable.
Lo de Martha no es casualidad, sino el resultado de una visión y una forma de vida que insertas en programas y proyectos, rinden resultados.
« Francisco Tijerina Elguezabal »
