Banner Edicion Impresa

Opinión Editorial


Nunca más la guerra


Publicación:12-05-2025
version androidversion iphone

++--

a sido una semana tremenda desde que León XIV se convirtió en el Pontífice número 267.

Ha sido una semana tremenda desde que León XIV se convirtió en el Pontífice número 267 y con ello, el líder de mil 406 millones de católicos en el mundo.

Esta cifra representa el 17.7 por ciento de la población mundial, la cual ha ido aumentando, pues entre 2022 y 2023, pues datos recientes arrojan un crecimiento del 1.15 por ciento.

Como uno de los personajes del momento, ya se ha ganado mil y una simpatías, al menos entre la comunidad hispana pues si bien nació en Estados Unidos, gran parte de su trabajo pastoral ha sido en Latinoamérica.

Justo este fin de semana, hizo un llamado al cese a la guerra entre Rusia y Ucrania, donde desde el 24 de febrero del 2022 ha muerto más de un millón y medio de personas; así como al conflicto armado en Gaza donde cifras conservadoras citan en 62 mil la cantidad de muertos.

Ese es el escenario en el frente de batalla, pero tras estas cifras hay millones de viviendas, hospitales, museos, edificios e infraestructura destruida, hambre, desplazados y tanta pobreza que costará muchísimo tiempo, dinero y esfuerzo, levantar estas naciones.

Hay luces de esperanza cuando Donald Trump pudo dialogar sin gritos ni humillaciones, con Volodimir Zelensky, pero en esta ecuación falta el líder ruso, Vladimir Putin y en Oriente Medio, las negociaciones avanzan dos pasos, pero retroceden uno y hasta dos.

Ayer, durante la ceremonia de Regina Coeli (Reina del Cielo), el Pontífice se refirió a la paz global, habló de la ayuda humanitaria en Gaza, del diálogo entre naciones y llamó a los jóvenes para sumarse a la fe, sin miedo.

Aunque el papel de los Pontífices es espiritual, nuestra historia, digamos, reciente, nos da cuenta que los líderes católicos han propiciado acercamientos para finiquitar conflictos milenarios.

El pontificado de Juan Pablo Segundo fue fundamental para la caída del comunismo en Europa, especialmente en su natal Polonia, donde apoyó el movimiento Solidaridad. También promovió la modernización de la Iglesia católica y la reconciliación entre diferentes grupos religiosos.

Más moderado, quizá, Francisco dijo que para alcanzar la paz era necesaria la condonación de la deuda externa, la abolición de la pena de muerte y la creación de un Fondo Mundial para la erradicación definitiva del hambre.

Aún con un perfil sin tintes mediáticos antes de convertirse en León XIV, Robert Prevost visitó más de 40 países, así que, claro que sabe lo que le duele al mundo y con conocimiento de causa habla a favor de la paz.

En un mundo ideal, qué grandioso sería que el llamado a la paz global fuera escuchado por todas y cada una de las naciones, no solo en aquellas donde una se confronta con otra, sino en todas aquellas donde hay focos rojos y donde día a día mueren cientos, por una causa que ni siquiera abraza, como los feminicidios, el narcotráfico, las armas.

Desde lo particular, podemos hacer nuestra la frase "nunca más la guerra" y aunque a la lejanía nuestra voz apenas tenga eco, trabajemos como sociedad y como gobierno por una paz duradera, desde el entorno cercano, quizá con comprensión, respeto, empatía, tendiendo puentes de diálogo.

Y así como nosotros, ojalá el llamado del Pontífice llegue y penetre en los jefes de estado y de gobierno para heredar un mejor mundo. Suena idealista mi ejercicio de hoy, pero créame que la esperanza y la paz son las cosas que más necesita nuestra sociedad y el planeta.



« El Porvenir »