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Opinión Editorial


Don Eugenio


Publicación:08-09-2025
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Septiembre es un mes lleno de efemérides.

Septiembre es un mes lleno de efemérides. Al menos en México, de lo que más conmemoramos destaca la defensa de Chapultepec y el inicio de la gesta de Independencia.

Monterrey, nuestra ciudad capital de Nuevo León, celebra su aniversario en este mes.

En la otra cara de la moneda, muchas de las estampas de septiembre, quizá no son tan gratas: los sismos de 1985 y 2017, por referirme a algunos de los más catastróficos en México; los acontecimientos del 9/11 en Estados Unidos. Y en Monterrey, nuestra historia habla de inundaciones severas acontecidas en este mes, destacando, si me permite evocar, los estragos del huracán Gilberto en 1988, y Alex, en 1910.

Alguna vez, como parte del equipo de esta decana casa editora, fui invitada a colaborar en el desarrollo de contenidos para un suplemento con el que El Porvenir celebraría su 75 aniversario. Si como yo, gusta de leer y adentrarse en la historia, ya se imaginará el deleite personal al hojear cada tomo del periodo que me tocó reseñar, era la de los años 70.

El ver el tipo de publicidad de la época, los diferentes comics y las noticias; el toparme con los cartones de "Amor es..." ¿los recuerda? Me quedo corta al querer explicarle el disfrute que viví en el desarrollo de mi encomienda.

Pero llegué al año 1973. Sí, un año fatídico en el que perdió la vida Don Eugenio Garza Sada. Se rumoraba que una guerrilla autodenominada Liga 23 de septiembre, que hacía de las suyas en el país, fue la responsable. No me haga tanto caso, recuerde que la historia no es todo lo que nos dicen que es.

Mi punto es que Don Eugenio, en sus 81 años de vida, hizo, al lado de su padre y de su familia, tantas cosas que hoy le dan fisonomía y son punto de referencia para esta industriosa metrópoli.

Nació en enero de 1892, siendo hijo de don Isaac Garza y Consuelo Sada. Al estallar la revolución, la familia se exilió en Estados Unidos, donde estudió en el prestigioso  Instituto Tecnológico de Massachusetts, MIT; de regreso a México se unió a los negocios familiares. 

Su padre había fundado la Cervecería Cuauhtémoc y a la muerte de éste, asumió más responsabilidades que los llevaron a innovar con un conglomerado de empresas que incluyeron una empresa de cartón (para las cajas de la cervecería); otra para la elaboración de las corcholatas, el vidrio para los envases, otra para las etiquetas, una más para la malta, que es la materia prima, y la lista sigue.

No se limitó a crear empleos, sino que dio vivienda, desarrollando colonias enteras para sus trabajadores, participó en clubes de servicio y si le parece poco, fue fundador de Bomberos de Monterrey. No podemos dejar de lado que, a iniciativa suya, nace el Tecnológico de Monterrey.

Tanto en el Tec, como en la colonia Cuauhtémoc, en San Nicolás, cada año se evoca su memoria y por supuesto, su legado y filosofía de vida. En toda empresa de FEMSA los trabajadores conocen el ideario Cuauhtémoc. Si tiene oportunidad, échele un vistazo.

Don Eugenio fue un auténtico visionario, adelantadísimo para su época. Su muerte, acontecida el 17 de septiembre de 1973, fue una auténtica desgracia, pero su legado ha sobrevivido y crecido al paso del tiempo.

Ojalá hubiera más personas con la iniciativa y filantropía de Don Eugenio; sin duda, seríamos un mejor país.

 



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