Opinión Editorial
Entre humo blanco y gris
Publicación:20-02-2025
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Los políticos, como líderes de decisión e influencia, juegan un papel crucial en estas crisis; sin embargo, su agenda suele estar dominada por intereses
Entre humo blanco y gris estuvo ayer la presidenta de Nuevo León.
Visitó Cerralvo para celebrar el Día del Ejército, donde no solo inauguró las instalaciones del 27 regimiento de Caballería Motorizado, sino que también anunció un incremento salarial para las fuerzas militares como reconocimiento a su esfuerzo extraordinario.
Aunque no lo mencionó explícitamente, es probable que la presidenta aplaudiera que finalmente hubo “humo blanco” para la resolución de las disputas pendientes entre las bancadas del Congreso de Nuevo León que permitieron destrabar el Presupuesto 2025 y la elección del nuevo Fiscal General de Justicia, tras dos años de conflicto con el Gobierno del Estado.
En noviembre pasado, la presidenta expresó su desacuerdo con el castigo al gobierno por la falta de aprobación de su presupuesto, señalando que esto afecta al pueblo de Nuevo León. Reconoció que las diferencias políticas son parte de la democracia, y que estas no deben comprometer el desarrollo del Estado.
En otra ocasión, criticó la demora en el nombramiento del fiscal, diciendo: "Ni siquiera han podido nombrar fiscal, imagínense, cómo es posible que ni siquiera se pueda nombrar un fiscal en un estado…".
Fueron necesarios estos regaños para que, bajo presión, los congresistas y el gobernador finalmente lograran alinearse para llegar a acuerdos que benefician tanto al ejercicio gubernamental como a la ciudadanía quien podrá ver progresos en obras relacionadas con el desarrollo del Estado.
Sin embargo, no todo fue humo blanco. La presidenta también enfrentó reclamos de los ciudadanos de Monterrey para que cumpla su compromiso de mejorar la calidad del aire en el área metropolitana. A través de un llamado digital, ciudadanos, asociaciones y políticos exigieron acciones concretas con el hashtag #NLNOPuedeRespirarClaudia.
Además, empresarios y organismos ciudadanos señalaron la grave crisis en la calidad del aire en Monterrey, que ha resultado en un aumento de enfermedades y mortalidad prematura, atribuido en parte a la baja calidad de la gasolina distribuida en la ciudad.
En un desplegado de prensa dirigido a la Presidenta expresaron que “en línea con su visión de prosperidad compartida, solicitamos su intervención para que Nuevo León reciba combustibles de la misma calidad que otras ciudades del país”. Esto debido a que la gasolina de mala calidad que se distribuye en la localidad contamina, al menos, 83.5 por ciento más que la surtida en la CDMX, según el estudio “Cruzada por una gasolina de calidad de aire para Monterrey”, entre otros indicadores.
Pero la presidenta tampoco dijo nada del humo gris que tiene la ciudad, producido en gran parte por la Refinería de Pemex en Cadereyta que genera altas concentraciones de azufre en el área metropolitana. Seguramente necesita, una vez más, revisar el tema.
Muchas de las crisis actuales, como la falta de diálogo entre la clase política del Estado y la mala calidad del aire, derivan de una desconexión entre las necesidades de la población y las estructuras gubernamentales.
Esta desconexión deja un vacío de interacción dialógica que es esencial como principio de búsqueda para el bien colectivo que se debe traducir en acciones y decisiones oportunas. La ciudadanía debiera ser la prioridad, y es lo que parece que no entienden los políticos.
En entornos polarizados como el que vivimos, pareciera que hay un clamor por ser escuchados y por consiguiente, tener dinámicas dialógicas. Sin embargo, predomina más la necesidad de marcar las diferencias entre los grupos lo que dificulta el entendimiento. Las urgencias ciudadanas se politizan.
El politólogo Mark Lilla señala que “(como) la gente se siente más polarizada, es difícil convencerles de lo que comparten sociológicamente. Es necesario lograr que se centren en un conjunto de principios y un proyecto común que esté más allá de sus diferencias” y esto se logra a través del diálogo promovido por líderes incluyentes de los cuales tenemos muy pocos.
Los políticos, como líderes de decisión e influencia, juegan un papel crucial en estas crisis; sin embargo, su agenda suele estar dominada por intereses de poder y objetivos electorales.
¿Cuándo tendremos políticos verdaderamente alineados con las necesidades de la ciudadanía?
Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com
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