Opinión Editorial
Iniciativas pantalla
Publicación:16-01-2025
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El plan del desarme voluntario con la Iglesia Católica fue pactado en la reunión que la Presidenta tuvo con la Conferencia del Episcopado Mexicano en noviembre
Las iglesias pueden ser aliadas clave en la estrategia de seguridad nacional. En realidad, en cualquier iniciativa que busque fortalecer el tejido social. Esto se debe no solo a su experiencia en la reconstrucción de comunidades, sino también a los mensajes de paz que por lo general comparten en sus homilías y a la sólida base de valores que las sustenta. Además, el nivel de influencia sobre sus feligreses es alto por el nivel de confianza hacia ellas y por la cantidad de miembros que integran.
Según datos del INEGI 2020, en México hay 98 millones de personas que se identifican con alguna iglesia o religión.
También pudieran ser un fuerte grupo de presión para exigir resultados al gobierno sobre todo cuando la comunidad que atienden no vive bien. Su influencia política indirecta es significativa cuidando el principio constitucional de separación entre Iglesia y Estado.
La presidenta Sheinbaum inició la semana pasada el programa “Sí al desarme, Sí a la paz” que consiste en entregar armas en los atrios de iglesias a cambio de recursos económicos. “Se trata de colocar en los atrios de las iglesias lugares en donde la gente pueda ir a entregar su arma de manera voluntaria, y a cambio, se le dan recursos económicos, dependiendo del arma que está entregando, sin ninguna investigación previa. Lo que queremos es desarmar”, expresó Sheinbaum. El plan del desarme voluntario con la Iglesia Católica fue pactado en la reunión que la Presidenta tuvo con la Conferencia del Episcopado Mexicano en noviembre pasado.
Aunque este tipo de programas no es nuevo, ya se ha implementado en el país, se reconoce la voluntad de realizar acciones conjuntas que promuevan la sensibilización y conciencia de actuar en pro de la paz y derechos humanos. Nadie se podrá oponer a este tipo de programas, sobre todo cuando se calcula aproximadamente 30 mil homicidios al año; sin embargo, aunque bien intencionada, su efectividad es dudosa.
La iniciativa de desarme voluntario no está diseñada para que el narcotráfico entregue sus armas. Más bien está dirigido para reducir el número de armas en manos de civiles que las poseen ilegalmente y así disminuir la posibilidad de que estas terminen en actos de violencia interpersonal, accidentes o en manos de la delincuencia.
Se estima que en México circulan ilegalmente alrededor de 17 millones de armas, por cierto, la mayoría provenientes de Estados Unidos, lo que ha contribuido al incremento de la violencia en el país. La mayor parte de estas son utilizadas por los grupos criminales. Por otra parte, según datos de la Secretaría de la Defensa Nacional, hasta 2021 se encontraban vigentes aproximadamente dos mil 535 licencias particulares individuales para la portación de armas de fuego.
Si la posesión de armas por particulares, legales o ilegales, es relativamente baja, el desarme voluntario puede ser limitado, sobre todo, en regiones controladas por el crimen organizado.
Dada la alta presencia del narco en el país, pudiera existir temor entre los ciudadanos de quedarse desprotegidos, sobre todo cuando las instituciones de seguridad púbica no ofrecen confianza.
Iniciativas sobre el desarme han sido implementadas en el mundo para reducir la violencia armada y fomentar una cultura de paz. Ciudades como Los Ángeles y Nueva York realizan eventos regulares de recompra y han logrado una disminución significativa de armas en circulación y, en algunos casos, reducción de crímenes violentos.
En otros casos, como en Mozambique, país de África Oriental, la campaña "Transformar armas en herramientas" se implementó tras la firma del acuerdo de paz en 1992, que puso fin a 17 años de guerra civil en el país. Esta iniciativa, liderada por el Consejo Cristiano de Mozambique buscaba recolectar armas remanentes del conflicto y convertirlas en herramientas útiles para la comunidad, como azadas, máquinas de coser y bicicletas. Algo similar de transformación de cuchillos en herramientas se realizó en el Reino Unido promovido por la Iglesia Anglicana; o el de armas por biblias en Texas y Florida en Estados Unidos.
Esperemos que quienes reciban el recurso económico por el desarme no lo utilicen para actualizar sus equipos.
“Estamos comprometidos con la construcción de la paz en nuestro país”, dijo la presidenta. Políticamente envía un mensaje diferente a “los abrazos”, queda bien con la Iglesia al cumplir con el Pacto que tuvo que firmar, y la cantidad de armas que recojan será buena.
Ojalá, no sea solo un distractor intencionado.
Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com
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