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Opinión Editorial


Benditas redes sociales


Publicación:22-09-2025
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Con cuánta gratitud hoy, me gustaría referirme hoy a las redes sociales.

Con cuánta gratitud hoy, me gustaría referirme hoy a las redes sociales. Es cierto, siempre hay que tomar providencias para que, mientras estemos en línea, no seamos víctimas de extorsión y para prevenir fraudes informáticos, o que fácilmente caigamos en manos de personas que falsean su identidad; en fin, asumo y confío que este sea un tema de sobra entendido y aplicado por cada persona que accede al mundo global desde su celular, Tablet o computadora.

Pero, insisto, el boom informático nos permitió a todos o prácticamente todos, pegar tremendo brinco el pasado 19 de septiembre cuando se activó la alerta sísmica en todo el país a través de nuestros celulares. El experimento funcionó pues todos nos enteramos.

La inmediatez de las redes sociales nos permitió conocer el lamentable deceso de la conductora de televisión, Débora Estrella, en un accidente aéreo. Estoy de acuerdo que este tipo de noticias no son gratas, pero el suceso pudo ser conocido de manera rápida.

Y por supuesto, gracias a las tan llevadas y traídas rede sociales fue que pudimos dar seguimiento a los sucesos acontecidos en el poniente de la ciudad, donde decenas de animales de compañía fueron, presuntamente sacrificados en un Centro de Bienestar Animal y pudimos conocer la postura oficial, tanto municipal como estatal y de las asociaciones que se dedican a la protección de los animales.

De los "memes" posteriores dedicados a los supuestos involucrados, pues ¡qué le digo!, es un tema prácticamente inevitable.

La lista de ejemplos sobre lo que podemos encontrar en las redes sociales, a favor o en contra, puede ser tan extensa como nos lo propongamos: el amparo tramitado para los hijos del ex presidente mexicano, las compras inmobiliarias del senador Noroña, los "en vivo" difundiendo los problemas diarios de la movilidad en la zona metropolitana, el anuncio sobre el estado de salud del alcalde de San Pedro, Mauricio Fernández, en fin.

Pero justo es que estos pequeños ejemplos me permiten ilustrar que cada caso ha permitido a las personas de todas las edades, asumir posturas, forjar opinión y cuando se requiere, tomar mejores decisiones.

El activismo social, la solidaridad, la participación comunitaria, entretenimiento, acceso a información y aprendizaje, así como la conexión global y socialización, son algunos de los beneficios que podemos   atribuir al Internet y las redes sociales.

Por otro lado, tenemos que la eventual adicción a navegar nos puede aislar del verdadero contacto con las personas, con nuestra familia, pues puede impactar también en nuestra productividad laboral.

Súmele a eso los problemas de privacidad, cuando nos confiamos y damos nuestra información sin filtros, amén del ciberacoso y las más que conocidas fake news que nos llevan a la desinformación.

Así que, bendigamos a las redes sociales, las apps y al Internet, por los múltiples beneficios que nos aporta, porque facilita muchas cosas de nuestras vidas, especialmente tras la pandemia del Covid.

Pero ojo, también seamos responsables cuando naveguemos o cuando permitamos a nuestros hijos hacerlo; busquemos que esta acción sea segura, estableciendo límites y cuidando nuestra privacidad. Es lo mínimo que podemos hacer.



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