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Opinión Editorial


La misma historia


Publicación:15-09-2025
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El gobierno estatal de Sinaloa suspendió, una vez más, la ceremonia del Grito de Independencia, debido a la narcoviolencia.

El gobierno estatal de Sinaloa suspendió, una vez más, la ceremonia del Grito de Independencia, debido a la narcoviolencia.

El gobernador Rubén Rocha Moya explicó que, con la decisión, que se toma por segundo año consecutivo, busca asegurar el bienestar y seguridad de los sinaloenses.

Situaciones parecidas se vivirán esta noche en municipios de Oaxaca, Veracruz y en el Estado de México; aunque la violencia no se atribuya exclusivamente al narco, las condiciones no están dadas para garantizar la seguridad de la población.

Y sí, la historia se repite, se ha vuelto una constante en los últimos años. Nada parece cambiar, aunque cambie la sigla que gobierna equis o ye territorio.

La gesta heroica de la Independencia, de nuestra Independencia, un movimiento social y armado que tuvo como finalidad liberar a nuestro país del dominio español, a veces pareciera que no nos ha enseñado nada porque aquí estamos, 215 años después, con otro tipo de yugos, como el del crimen organizado que no nos deja ser, ni transitar por nuestro amado, ni vivir plenamente libres.

Peor aún, no parece haber quién, de una vez por todas, acabe con esto.

Mientras esta noche millones evoquemos las figuras de nuestros próceres: Miguel Hidalgo, José María Morelos, Josefa Ortiz de Domínguez "la Corregidora", Ignacio Allende y los hermanos Juan e Ignacio Aldama, otros muchos deberán conformarse con una celebración en lo privado, quizá viéndolo por televisión.

Prácticamente a diario, las autoridades federales de seguridad nos rinden un reporte de los golpes a la violencia, a los grupos armados; ojalá pudiéramos decir que somos un país plenamente seguro.

Recientemente Nepal vivió uno de sus episodios más duros, con la presión social y armada de la Generación Z, es decir, personas de entre 13 y 28 años, que derrocaron a un gobierno.

Nepal es un país con 30 millones de habitantes, algo así como la cuarta parte de nuestra población, y los jóvenes estaban cansados de cómo la corrupción había escalado tanto, al grado de bloquear todas las redes sociales, que servían de desahogo para lo que acontecía en aquel país del Himalaya, sumando a ello, las ínfimas oportunidades de desarrollo personal.

Estos jóvenes no solo derrocaron al gobierno; de manera comprometida han comenzado la reconstrucción –en la medida de sus posibilidades- de los desmanes hechos.

No estoy en el afán de pedir imitar este tipo de hechos; lo que quiero es dimensionar lo que puede pasar cuando el hartazgo llega.

México mismo lo ha vivido y pagado con sangre, en aquel axial 1968, en que, aún sin el poder de las redes sociales, una gran cantidad de jóvenes mexicanos salió a las calles a manifestarse, de manera pacífica, exigiendo al gobierno presidencial, ser escuchados, tener oportunidades de estudio y de empleo. A 57 años de este suceso, muchos mexicanos siguen sin ser escuchados.

Hoy, en que aproximadamente 133 millones de compatriotas alzaremos la voz para decir ¡Viva México!, recordemos a quienes nos dieron Patria, pero ojalá que también nuestras autoridades refrenden su compromiso por aquellos que aún ahora, no tienen libertad plena.

Todos y cada uno de nosotros merecemos disfrutar la Independencia de cualquier yugo, y todos, no unos pocos, merecemos oportunidades que se traduzcan en bienestar.



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