Opinión Editorial
Cónclave 2025: ¿Reformar o conservar?
Publicación:08-05-2025
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Aunque no existen campañas públicas, sí se dan alianzas, análisis de trayectorias y valoración de perfiles considerados "papables"
Al hablar de la Iglesia Católica, emergen corrientes ideológicas, estructuras jerárquicas y dimensiones espirituales que configuran su visión del mundo y su operatividad. Estos factores serán determinantes en la elección del próximo Papa, un proceso político y teológico a la vez.
Internamente, conviven posturas conservadoras, progresistas, carismáticas y radicales, que se expresan en distintos ámbitos como la doctrina, la pastoral, la liturgia o la espiritualidad. A nivel estructural, la Iglesia se sostiene en órganos formales como la Curia Romana, el Colegio Cardenalicio, las conferencias episcopales, las diócesis y las congregaciones religiosas.
En este contexto, el cónclave —literalmente "reunión bajo llave", según la definición establecida por el Papa Gregorio X en 1274— es el escenario donde se decidirá el liderazgo futuro. La normativa es precisa: participarán 133 cardenales menores de 80 años, de un total de 252. Para elegir al nuevo Pontífice se requiere una mayoría de dos tercios, es decir, 90 votos.
Aunque no existen campañas públicas, sí se dan alianzas, análisis de trayectorias y valoración de perfiles considerados "papables" entre los cardenales. El cónclave, más allá de su formalidad litúrgica, es un espacio de negociaciones, equilibrios y decisiones estratégicas que definirán el rumbo doctrinal y pastoral de la Iglesia.
En principio, se espera consenso en torno a ciertos valores: una Iglesia pastoral y misionera, la defensa de la vida, la atención a los pobres, el diálogo interreligioso, la promoción de los derechos humanos y rechazo a toda forma de violencia. También parecen inalterables los principios fundamentales de la doctrina católica: sacramentos, fidelidad a los evangelios y continuidad con las enseñanzas fundamentales que han guiado a la Iglesia a lo largo de los siglos.
Sin embargo, no podemos ignorar que el Vaticano es también un Estado soberano y una estructura orgánica con influencia geopolítica. El Papa es un mediador por excelencia en conflictos internacionales y está en la agenda global como una voz moral influyente en temas de paz, justicia social, medioambiente y derechos humanos, trascendiendo su labor pastoral para incidir también en decisiones políticas y diplomáticas a nivel mundial.
En este panorama de tensiones internas, el proceso sinodal iniciado por el Papa Francisco entre 2021 y 2024 ha sido clave para repensar el modo en que la Iglesia se relaciona consigo misma y con el mundo. La sinodalidad, entendida como caminar juntos —obispos, clero y laicos—, propone una forma de gobernanza más participativa, basada en la escucha y el discernimiento comunitario. Este enfoque busca descentralizar decisiones, fomentar el diálogo intercultural y fortalecer el papel de los fieles en la vida eclesial, desafiando estructuras tradicionales y generando resistencias en sectores conservadores.
En esta misma línea, también han cobrado relevancia temas como la participación de mujeres en estructuras de gobierno, el celibato sacerdotal, la inclusión de personas LGBTQ+, el modelo de familia tradicional y la gestión de los escándalos de abuso sexual; todos ellos asuntos divisivos que podrían influir decisivamente en la elección del próximo Pontífice.
El punto central es: ¿qué tanto debe cambiar la Iglesia para responder a los desafíos del mundo contemporáneo? A título personal, considero que no se trata de "tropicalizar" el mensaje evangélico, sino de explicarlo y vivirlo desde una perspectiva pastoral, transformadora y de apertura. La fidelidad a los principios teológicos no impide la escucha amorosa, el perdón, la caridad y la defensa de la dignidad humana por encima de cualquier norma rígida. La labor y formación de los sacerdotes es un tema crítico.
Ante la disyuntiva de perder fieles, parece preferible contar con creyentes conscientes y comprometidos con la misión y fortalecidos en la fe, que con devotos sin formación ni convicción.
Aunque no existe una clasificación oficial de los cardenales según su ideología, diversos analistas eclesiásticos han identificado patrones basados en sus posturas públicas y decisiones pastorales. Se calcula que unos 50 cardenales son progresistas, favorables a las reformas impulsadas por Francisco. Unos 30 a 40 cardenales son considerados moderados, buscando equilibrio entre tradición y renovación. Aproximadamente 35 cardenales se ubican en posiciones conservadoras, críticos de las reformas actuales.
En cualquier escenario, será difícil borrar la cercanía, sencillez y apertura pastoral que caracterizaron al Papa Francisco.
La Iglesia se enfrenta hoy a una encrucijada: renovar sin traicionar su esencia o resistir el cambio y perder vigencia. La elección del próximo Papa definirá mucho más que un liderazgo: marcará la forma en que la Iglesia Católica dialogará con el siglo XXI. Está en juego también su capacidad de seguir siendo el bastión espiritual que sostenga la fe, renueve la esperanza y afirme la identidad de la Iglesia en el corazón de sus fieles.
Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com
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