Opinión Editorial
Demasiados frentes abiertos
Publicación:19-06-2025
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Tal vez, en esta ocasión, la reunión que no ocurrió resultó ser un respiro para dejar que se calmen los ánimos
Esta vez Claudia no pudo usar su acordeón. Donald Trump canceló el encuentro que tendrían durante la pasada Cumbre de Líderes del G7, donde México asistió como invitado de Canadá. Aunque seguramente la presidenta iba bien preparada para tocar los temas más relevantes en la agenda bilateral, tuvo que conformarse con otra llamada telefónica en la que, nuevamente, ambas partes se limitaron a expresar su voluntad de llegar a acuerdos productivos.
La relación entre México y Estados Unidos atraviesa uno de sus momentos más tensos de los últimos años. A las presiones ya conocidas —como el combate al tráfico de fentanilo, la política migratoria y las amenazas arancelarias— se suman nuevos focos rojos: la solicitud formal de investigar a políticos mexicanos por presuntos vínculos con el crimen organizado, la cancelación de visas, el tráfico ilegal de combustibles, y las crecientes protestas de migrantes en diversas ciudades estadounidenses, con Los Ángeles como epicentro.
Todo esto ocurre mientras escalan las discrepancias en materia energética bajo el T-MEC, se discute la posibilidad de gravar las remesas y resurgen voces en el Congreso estadounidense que exigen designar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas. El equilibrio entre soberanía y cooperación bilateral pende de un hilo cada vez más delgado.
A esta complejidad se suma una cadena de declaraciones que han tensado aún más el ambiente. En una de sus conferencias matutinas, la presidenta Sheinbaum hizo un llamado a los migrantes mexicanos en Estados Unidos para que expresaran su rechazo a la propuesta de un impuesto a las remesas, incluso mencionando la posibilidad de "movilizarse". Sus palabras fueron interpretadas por actores en Estados Unidos como un llamado a la protesta callejera, lo que provocó una dura reacción de la secretaria de Seguridad Nacional de EU Kristi Noem, quien la acusó de alentar protestas violentas en Los Ángeles.
Ante la polémica, Sheinbaum negó haber convocado a actos violentos y afirmó que su mensaje era exclusivamente pacífico, dirigido a proteger los derechos de los migrantes. Sin embargo, el impacto ya estaba hecho, y los ánimos seguían encendidos.
Como si faltaran provocaciones, Melissa Cornejo, consejera estatal de Morena en Jalisco, publicó un mensaje insultante, y vulgar, en X dirigido al gobierno estadounidense. La reacción del exembajador Christopher Landau fue inmediata: anunció que ordenó la cancelación de su visa.
Sheinbaum tuvo que intervenir. Llamó a sus correligionarios a evitar hacer política por redes sociales y a rechazar cualquier manifestación que implique violencia. Incluso Ricardo Monreal respaldó ese llamado, al pedir responsabilidad y prudencia a los miembros del partido.
Por si todo esto fuera poco, la Embajada de Estados Unidos en México publicó en su cuenta oficial un mensaje que promovía la "auto deportación" como la vía más segura y rentable para quienes están en situación migratoria irregular.
Y en un tono abiertamente hostil, Eric Trump, vicepresidente de la Organización Trump, declaró en una entrevista que si México llegara a atacar a Estados Unidos, su país "respondería en cuatro segundos". La frase fue innecesaria, pero reveladora del estado de ánimo en ciertos sectores conservadores estadounidenses.
Demasiados frentes abiertos.
En ese contexto, queda la duda sobre qué temas Claudia Sheinbaum realmente habría puesto sobre la mesa frente a un Trump irascible. ¿Defender a los migrantes en Estados Unidos? ¿Las remesas? ¿La seguridad? ¿La energía? ¿Acusaciones contra políticos? ¿O el respeto mutuo? Porque como dice el refrán: "dime de qué hablas y te diré quién eres". Y cuando todo importa, el orden en que se dice también comunica.
No obstante, la presidenta aprovechó su participación en la plenaria de la Cumbre del G7 para abogar por los migrantes asegurando que son personas trabajadoras que merecen respeto y reconocimiento, y no discriminación. También habló de la necesidad de priorizar el diálogo diplomático y no la guerra. Mensajes inteligentes en foros globales, pero también dirigidos al vecino incómodo.
Tal vez, en esta ocasión, la reunión que no ocurrió resultó ser un respiro para dejar que se calmen los ánimos mientras Trump está ocupado con Medio Oriente. Pero los incendios siguen ahí, y se suman a los fuegos nacionales que también son muchos.
Cuánto lío.
Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com
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