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Opinión Editorial


La justicia de los acordeones


Publicación:05-06-2025
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La simulación democrática del pasado ejercicio electoral del Poder Judicial es innegable

La simulación democrática del pasado ejercicio electoral del Poder Judicial es innegable, aunque la narrativa oficial insista en justificarla y defenderla.

Para la presidenta Claudia Sheinbaum, el proceso electoral fue "inédito, impresionante, maravilloso y democrático". Para el expresidente López Obrador, los comicios fueron históricos (SIC) porque "nunca en la historia de nuestro país el pueblo de manera directa había decidido y había tenido el derecho a elegir a jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial".

De un padrón electoral de 100 millones, apenas el 13 por ciento ejerció su voto, ¿dónde quedó el 59 por ciento que votó por Morena en la elección presidencial del 2024?, ¿es democrático un resultado de minorías?, ¿ya no importa que el voto no sea libre y secreto ante el uso de acordeones?

Los morenos creen que el pueblo bueno no tiene capacidad para pensar. Aunque no se cumplió la expectativa del gobierno federal de alcanzar 20 millones de votos, Morena logró su propósito: impuso candidaturas. 

Las descripciones más certeras del proceso son de la propia ciudadanía. En días previos a la votación, la pregunta más frecuente era: ¿vas a votar? La respuesta, aún más clara: no. Las razones eran contundentes: "¿para qué?", "es fraude, un ejercicio inútil", "ya se tienen los resultados", "no hay conteo ciudadano", "la presidenta perdió la oportunidad de detener este fracaso", "a los jueces no se les elige, se les prepara".

Frente a este escenario, surgió una discusión genuina: ¿qué es preferible: no votar o anular el voto? ¿Demostrar apatía o reflejar enojo? El 80 por ciento decidió no votar y el 22 por ciento de los que votaron optaron por anular el voto. Algunos escribieron frases de protesta en las boletas: "esto no es democracia", "así no era la reforma", "no estoy de acuerdo".

El día de la elección, las casillas estaban casi vacías. Los comentarios hablaban por sí solos: "faltó información", "no entendí las boletas", "las letras muy pequeñas", "voté según lo que vi por TikTok", "necesitabas acordeón", "no entendí la diferencia entre los puestos", "había más fila para la barbacoa".

El punto ahora es definir qué sigue.  Está lo evidente: una justicia a modo, debilitada, sin contrapesos legales al Poder Ejecutivo. Un sistema judicial manipulable. La justicia se alejará aún más de la ciudadanía. Por supuesto, no se acabará la corrupción e impunidad como aseguran.

Es un duro golpe a la república. 

En esta realidad debemos orientarnos hacia lo que está en juego: la calidad de nuestra democracia. Nos corresponde pensar y actuar, desde ahora, no solo en un nuevo modelo de justicia, sino en la necesidad de un cambio de gobierno.

Basta de normalizar simulaciones. Basta de resignarse al desmontaje institucional. Urge recuperar el valor del disenso y la defensa activa del Estado de Derecho.

No podemos ceder ante la apatía y desesperanza. Esa es la antesala, en la que ya estamos, del autoritarismo. La apuesta debe ser clara: reconstruir una oposición legítima, ciudadana, ética y valiente.

Se necesita una ciudadanía activa que construya contrapesos: observatorios, litigios estratégicos, educación cívica desde las aulas y periodismo valiente. La reconstrucción democrática empieza en lo cotidiano desde la trinchera de cada uno. Y debe empezar ya. 

Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com





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