Opinión Editorial
Padres reales, no perfectos
Publicación:12-06-2025
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Este Día del Padre, más que felicitarlos, tal vez sea tiempo de verlos con otros ojos, de reconocer sus silencios, sus afanes, sus heridas
Por el Día del Padre
Papá. El que aguanta vara. El que tradicionalmente ha sido visto como la figura de autoridad, responsable de las reprimendas y los límites. El que muchas veces ha cargado con el peso de la provisión y la disciplina, y cuya riqueza emocional ha permanecido, históricamente, en un segundo plano.
¿Por qué esta invisibilización? ¿Por qué la figura paterna ha sido muchas veces relegada a un rol secundario, a pesar de su innegable influencia? Este desequilibrio no es casual. Más allá de la natural centralidad de la madre en el afecto y el cuidado, especialmente en los primeros años de vida, existen razones estructurales, afectivas y culturales que han hecho que la figura del padre se perciba, en ocasiones, como secundaria o ausente. La migración laboral, las separaciones, la rigidez de roles o la distancia emocional aprendida de generación en generación, han contribuido a este desequilibrio. Y esa ausencia —real o simbólica— deja marcas.
Incluso hay quienes aseguran que, desde la concepción, el padre se distancia, como si el vínculo afectivo con los hijos no fuera una tarea compartida desde el inicio.
Ser padre es adentrarse en una complejidad que trasciende roles preestablecidos. La paternidad no solo implica amor, responsabilidad y guía, sino también una constante exposición a las dinámicas familiares y sociales. En este entramado, la figura del padre puede verse vulnerable a las injusticias emocionales; por ejemplo, cuando el conflicto entre papá y mamá contamina la mirada que se tiene sobre él, se comete una injusticia emocional difícil de revertir y que afecta tanto al padre como a los hijos, aunque no debería ser así.
Hay padres que crían desde el ejemplo, desde la coherencia y la palabra justa. Otros, que aún sin grandes gestos, enseñan con su estar constante.
La figura del padre influye en el desarrollo emocional, la autoestima y la manera en que se establecen vínculos; en cómo se afrontan los desafíos, en cómo se ama. En el caso de los hijos varones, con frecuencia se les exige —explícita o implícitamente— encarnar ciertos modelos de masculinidad que han sido transmitidos por el padre.
Los padres también inspiran. Muchos hijos quieren parecerse a ellos: estudian lo mismo, siguen sus pasos, repiten sus gestos. Lo expresa un poema atribuido a Jorge Luis Borges: "No te busco en los retratos fijos, sino en la forma en que pienso el mundo, en la ironía leve, en la palabra justa, en la pasión por el tiempo y sus misterios. Estás en mí como una raíz secreta, una música callada que me guía, y sé que mientras yo viva, no serás del todo ausencia ni partida."
Una manera de entender al padre es reconocer su humanidad, sus dudas y su forma única de amar, lejos de ideales abstractos o figuras perfectas. Como lo expresa el poeta mexicano José Emilio Pacheco: "No amo a mi padre abstracto. Amo a mi padre que me enseñó a leer, que me llevó al cine y me hablaba con palabras sin dueño. Amo al hombre que dudaba, que no ocultaba su miedo, que me miraba como a un igual y nunca fingió ser perfecto."
Hoy, por fortuna, el papel del padre se está resignificando. Ya no se espera de ellos solo dureza, autoridad o proveeduría. Cada vez son más los padres que se muestran afectivos, vulnerables, presentes. Padres que crían con palabras y abrazos, que cambian pañales y escuchan, que están ahí sin importar los horarios ni los estereotipos.
No se trata de padres perfectos, sino de padres reales. Padres que se equivocan, pero están. Padres que no siempre saben cómo demostrar lo que sienten, pero lo sienten. Padres que, aun sin decirlo, aman de forma incondicional.
Este Día del Padre, más que felicitarlos, tal vez sea tiempo de verlos con otros ojos, de reconocer sus silencios, sus afanes, sus heridas. De entender que, muchas veces, han estado ahí, aunque no siempre hemos sabido verlo.
Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com
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