Opinión Editorial
La paz que no llega
Publicación:26-06-2025
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Aunque la paz es una aspiración global, hay datos que muestran otra realidad: la guerra es una constante cotidiana
Aunque la paz es una aspiración global, hay datos que muestran otra realidad: la guerra es una constante cotidiana.
Según el Uppsala Conflict Data Program y estimaciones de GlobalSecurity.org, desde el inicio del siglo XX se han registrado más de 250 conflictos bélicos mayores, responsables de al menos 90 millones de muertes directas. En este periodo, el mundo ha estado en guerra aproximadamente el 92 por ciento del tiempo; no ha habido un solo año completo sin un conflicto armado en curso.
Los orígenes de estos conflictos son múltiples: geopolíticos, territoriales, ideológicos o económicos. Sin embargo, la motivación suele girar en torno al poder, la acumulación de recursos o la demostración de supremacía. La guerra es una decisión política consciente y no un deseo colectivo de los pueblos que anhelan vivir en paz, con seguridad y dignidad.
En muchos países, la ciudadanía se moviliza por la paz, resiste el militarismo y exige a sus gobiernos decisiones éticas. La Youth Survey on Peace Awareness de la Goi Peace Foundation, realizada en 2021 con la participación de más de seis mil 500 jóvenes de 149 países, reveló que el 42 por ciento considera la erradicación de guerras y conflictos como una de las prioridades más importantes para lograr la paz mundial. En febrero de 2023, más de medio millón de personas se manifestaron en distintas ciudades de Europa —incluidas Berlín, París y Praga— contra la guerra en Ucrania, exigiendo un alto al fuego y soluciones diplomáticas, en una de las movilizaciones pacifistas más significativas del continente en la última década.
El conflicto reciente entre Israel e Irán, que ya involucra a Estados Unidos, se suma a una lista activa de tensiones armadas: Rusia–Ucrania, Israel–Gaza, Sudán–Sudán del Sur, Yemen–Arabia Saudita, China–Taiwán y Corea del Norte–Corea del Sur. Cada una representa una amenaza que trasciende sus fronteras.
Las preguntas son inevitables: ¿cómo detener las tensiones actuales que amenazan con escalar? ¿Cómo construir una paz que no sea frágil ni pasajera, sino duradera y estructural?
Aunque la persistencia de los conflictos evidencia las limitaciones de la diplomacia y la debilidad de las instituciones multilaterales, estas siguen siendo herramientas fundamentales para la solución de conflictos. Es necesario fortalecerlas, no descartarlas. Es imprescindible fortalecer el diálogo diplomático, reactivar el papel de los organismos internacionales, garantizar el respeto al derecho humanitario y avanzar en la negociación, firma y cumplimiento de tratados de paz y desarme.
Organismos internacionales como la ONU, la Unión Africana y la Unión Europea, junto con actores clave como El Vaticano, congregaciones religiosas y organizaciones internacionales —como el Consejo Mundial de Iglesias, Amnistía Internacional, Human Rights Watch, Cáritas, la Cruz Roja y la Comunidad de Sant´Egidio— deben unir sus voces en un pronunciamiento conjunto, con voceros acreditados, para promover soluciones racionales y sostenidas. Al contar con trayectorias sólidas en mediación, reconstrucción del tejido social y defensa de los derechos humanos, pueden —y deben— asumir un rol activo frente a los conflictos armados.
No obstante, estos esfuerzos institucionales no bastan por sí solos; requieren el respaldo activo de la sociedad civil y los medios de comunicación, cuya voz crítica y participación pueden inclinar la balanza hacia el diálogo. Es crucial visibilizar las vías hacia la tranquilidad, apoyar a organizaciones comprometidas y mantener la exigencia ciudadana por condiciones pacíficas duraderas.
Recuperar la paz implica mucho más que declarar la ausencia de conflicto. Significa reconstruir la convivencia, fortalecer el diálogo, garantizar gobernanzas inclusivas y defender la dignidad humana como principio rector. La paz es una práctica deliberada. No es una utopía, sino una construcción posible.
Como referencia, el reporte del Global Peace Index 2024 señala que solo 11 países en el mundo están completamente en paz. Esto significa que no participan en conflictos armados internos o externos y mantienen bajos niveles de violencia, criminalidad y tensiones políticas. Estos países —Islandia, Irlanda, Portugal, Suiza, Austria, Noruega, Dinamarca, Eslovenia, Nueva Zelanda, Singapur y Canadá— comparten una gobernanza democrática sólida, altos niveles de desarrollo humano, baja desigualdad, instituciones inclusivas y participación ciudadana activa. Además, cuentan con cohesión social, respeto por las libertades civiles y un uso limitado del poder militar.
La paz que el mundo necesita no puede seguir postergándose ni depender solo de tratados ni de treguas temporales. Es tiempo de que sea costumbre. Sobre todo, porque también hay "otras guerras" —contra migrantes, contra el pensamiento libre, contra los derechos civiles— que también expulsan, silencian, matan y roban la paz.
La paz como derecho. Como urgencia. Como camino y horizonte común.
Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com
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